Etimológicamente significa “ florido, inestimable” Viene de la lengua griega.
Dice el Salmo: “Te busco de todo corazón, Señor; en mi corazón escondo tus
consignas, para no pecar contra ti”.
Nació en Archangelsk. La vida de trabajo aquí era muy mala. Por eso tuvo
que irse a encontrarlo a Novgorod.
Se puso al servicio de un señor mercader altamente rico. Estaba tan
contento con su rendimiento, amabilidad y madurez que incluso le permitió
contraer matrimonio con su hija.
Por desgracia, la mujer murió y se quedó viudo siendo todavía muy
joven.
Desde entonces sólo le daba vueltas en la cabeza a una cosa: hacerse monje
en un monasterio.
Y, una vez que se lo hubo pensado en serio, se encaminó al de Kensk.
Al cabo de unos años, lo dejó para irse a vivir la soledad del bosque
cercano al Mar Blanco.
Se cuenta que comía solamente champiñones y frutos silvestres.
Pero cuando la soledad va cargada de santidad y de un corazón que busca
ardientemente al Señor, pronto llegó la gente a conocer la virtud de este santo
eremita.
Tenía muchas visitas de personas de los alrededores. Su fama se extendía
cada día más y más. Incluso el príncipe de Moscú, al enterarse de su existencia
y obras buenas que hacía con quien le visitaba, y que ya tenía hasta discípulos,
mandó que le construyeran un monasterio.
El abad Antonio los dirigió con tanto amor y entrega a la oración y ala
penitencia que todos estaban felices con él.
Bueno todos, no.
Era él mismo el que deseaba volver de nuevo a su amada soledad.
Recapacitando en su interior, se decidió por volver de nuevo a la comunidad que
lo pedía con insistencia.
Murió el año 1556.
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Autor: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
Autor: P. Felipe Santos | Fuente: Catholic.net
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