San Francisco Solano, c.1549-1610 Museo Nacional de Perú, Lima |
Abril 18 - Julio 14
Presbítero Franciscano
Evangelizador de América Antiguamente se recordaba a San Francisco Solano el 18 de abril,
el Martirologio Romano actual lo festeja el 14 de julio
Evangelizador de América Antiguamente se recordaba a San Francisco Solano el 18 de abril,
el Martirologio Romano actual lo festeja el 14 de julio
Martirologio Romano: En Lima, capital del Perú, san Francisco Solano,
presbítero de la Orden de los Hermanos Menores, que para salvar almas recorrió
en todas las direcciones América Meridional, enseñando con palabras y con
milagros a los indios y a los mismos colonizadores españoles la novedad de la
vida cristiana (1610).
Etimológicamente: Francisco = Aquel que porta la bandera, es de origen
germánico.
Fecha de canonización: 27 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto
XIII.
Aquellos primeros misioneros que vinieron a nuestras tierras americanas junto con los conquistadores son de una grandeza casi sobrehumana. Entre ellos descuella la figura imponente de San Francisco Solano, el de una vida apostólica inconcebible que hoy vamos a presentar. ¿Cómo es posible realizar tanto trabajo en sólo veinte años, desde las costas de Panamá hasta las inmensidades peruanas, argentinas y uruguayas, para finalizar sus días de nuevo en el soñado Perú?...
Aquellos primeros misioneros que vinieron a nuestras tierras americanas junto con los conquistadores son de una grandeza casi sobrehumana. Entre ellos descuella la figura imponente de San Francisco Solano, el de una vida apostólica inconcebible que hoy vamos a presentar. ¿Cómo es posible realizar tanto trabajo en sólo veinte años, desde las costas de Panamá hasta las inmensidades peruanas, argentinas y uruguayas, para finalizar sus días de nuevo en el soñado Perú?...
Nace en Andalucía, ingresa en la Orden de San Francisco, y es un religioso
y sacerdote sabio y santo.
Pero España es un campo muy estrecho para su celo apostólico, y a sus cuarenta años solicita venirse para nuestra América, donde tantas almas están sedientas de Dios.
Pero España es un campo muy estrecho para su celo apostólico, y a sus cuarenta años solicita venirse para nuestra América, donde tantas almas están sedientas de Dios.
Se embarca, llega a Cartagena y Portobello, y se detiene en Panamá durante cuatro meses, tan llenos de males y de dificultades, que mueren dos de sus compañeros. La vida del misionero empieza con grandes peligros, pero él no se va a rendir.
Toma una nave para el Perú, aunque el viaje se presenta difícil. Ante las
costas de Colombia se produce la tragedia. La nave se parte en dos y en una
lancha salvavidas pueden llegar algunos náufragos a la playa.
Francisco no intenta salvarse el primnero y se queda en la nave para dar ánimos a los que se ven del todo perdidos.
Francisco no intenta salvarse el primnero y se queda en la nave para dar ánimos a los que se ven del todo perdidos.
Vuelven las lanchas, y todos logran llegar a la arena entre grandes
dificultades. El misionero es el último en abandonar el navío, se ata el hábito
a la cintura, se lanza al mar, llega a la barca, y cuando alcanza la playa no le
queda cubriendo su cuerpo más que la túnica. Decidido, se regresa a buscar su
hábito, mientras dice a los compañeros aterrados:
- Voy por mi hábito. El Padre San Francisco me lo dio y a él se lo tengo que devolver.
Ese pobre hábito será su orgullo mayor y lo va a pasear con gallardía por aquellas tierras vírgenes.
- Voy por mi hábito. El Padre San Francisco me lo dio y a él se lo tengo que devolver.
Ese pobre hábito será su orgullo mayor y lo va a pasear con gallardía por aquellas tierras vírgenes.
Dos meses largos permanecen los náufragos en la playa inhóspita, comiendo
sólo hierbas y los peces que llegan a sacar del mar como pueden. Francisco
infunde ánimos a todos:
-¡Tranquilos! Dios nos sacará de aquí de una manera u otra.
-¡Tranquilos! Dios nos sacará de aquí de una manera u otra.
Por fin, aparece una nave providencial, que recoge a los náufragos y los
deja en el norte del Perú.
Francisco sigue a pie su camino hasta la lejana Lima, de donde arrancará ahora y donde acabará después su prodigioso apostolado.
Francisco sigue a pie su camino hasta la lejana Lima, de donde arrancará ahora y donde acabará después su prodigioso apostolado.
Se arrodilla ante su superior, y le suplica con lágrimas casi en los
ojos:
- ¡Padre, mándeme, mándeme a mí! Por amor a mi Señor Jesucristo, yo quiero ir a las misiones más difíciles.
El superior comprende que aquellos impulsos tan vehementes hacia las misiones más arriesgadas vienen de Dios, y autoriza todo:
- ¡Vaya, pues, y que Dios le acompañe siempre!
Francisco escala los Andes, sube a las alturas más encumbradas de Bolivia, desciende después hasta la Argentina y llega al Tucumán, donde va a tener el centro de su apostolado durante once años pro-digiosos, apostolado que se extenderá hasta el Estero y Paraguay.
- ¡Padre, mándeme, mándeme a mí! Por amor a mi Señor Jesucristo, yo quiero ir a las misiones más difíciles.
El superior comprende que aquellos impulsos tan vehementes hacia las misiones más arriesgadas vienen de Dios, y autoriza todo:
- ¡Vaya, pues, y que Dios le acompañe siempre!
Francisco escala los Andes, sube a las alturas más encumbradas de Bolivia, desciende después hasta la Argentina y llega al Tucumán, donde va a tener el centro de su apostolado durante once años pro-digiosos, apostolado que se extenderá hasta el Estero y Paraguay.
Estudia con ahínco las lenguas de los indígenas, a los que trata con un
amor enternecedor. Y, cuando una vez se ve ante varias tribus, sin conocer las
lenguas de todos, confía en el Espíritu Santo, que renueva con él aquella vez el
prodigio de Pentecostés. Todos sus oyentes lo han entendido, y exclaman
atónitos:
- ¿Y cómo el Padre español habla a la vez todas nuestras lenguas?...
El caso de conversiones más famoso en la vida de Francisco Solano se dio en La Rioja.
Cuarenta y cinco caciques se dan cita en ella, y las autoridades se ponen al tanto, con los soldados a punto de entrar en acción ante el primer peligro.
- ¿Y cómo el Padre español habla a la vez todas nuestras lenguas?...
El caso de conversiones más famoso en la vida de Francisco Solano se dio en La Rioja.
Cuarenta y cinco caciques se dan cita en ella, y las autoridades se ponen al tanto, con los soldados a punto de entrar en acción ante el primer peligro.
Era Jueves Santo, y en la procesión, organizada por el santo misionero,
formaba un grupo de disciplinantes. Desnudos de la cintura para arriba, y con el
despiadado látigo en la mano, iban dándose duros golpes en las espaldas, en
memoria de la flagelación de Jesús y haciendo así penitencia por los pecados de
todos.
Los caciques indios se conmueven ante aquel espectáculo. Abrazan la fe católica que predica Francisco, y se hacen bautizar todos con muchos otros de sus tribus, después de la rigurosa instrucción a que los somete el misionero.
Los caciques indios se conmueven ante aquel espectáculo. Abrazan la fe católica que predica Francisco, y se hacen bautizar todos con muchos otros de sus tribus, después de la rigurosa instrucción a que los somete el misionero.
Dicen que llegaron hasta nueve mil los que se fueron bautizando después
poco a poco, una vez recibida la debida instrucción. Todo fue fruto de aquella
procesión tan devota y singular.
Los caciques, que habían venido al acecho como fieras, se habían convertido en corderitos mansos y obedientes...
El infatigable misionero, obediente a la voz de sus Superiores, regresa a Lima, donde permanecerá haciendo prodigios de santidad y de conversiones durante los seis últimos años de su vida.
Los caciques, que habían venido al acecho como fieras, se habían convertido en corderitos mansos y obedientes...
El infatigable misionero, obediente a la voz de sus Superiores, regresa a Lima, donde permanecerá haciendo prodigios de santidad y de conversiones durante los seis últimos años de su vida.
Esta vida tan preciosa del misionero acaba mientras el sacerdote alza la
Sagrada Hostia en la Misa que se celebra en su presencia por el
moribundo.
Con el Cristo de la Hostia se alzaba hasta el Cielo uno de los mayores apóstoles que han recorrido nuestra América, tan prometedora...
Con el Cristo de la Hostia se alzaba hasta el Cielo uno de los mayores apóstoles que han recorrido nuestra América, tan prometedora...
=
Francisco Solano, llamado "el Taumaturgo del nuevo mundo", por la cantidad
de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica, nació en 1549, en Montilla,
Andalucía, España.
Su padre era alcalde de la ciudad, y el jovencito desde muy pequeño se
caracterizó por su habilidad en poner paz entre los que se peleaban. Cuando
había algún duelo a espada, bastaba que Francisco corriera a donde los
combatientes a suplicarles que no se pelearan más, para que hicieran las
paces.
Estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le
atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de San
Francisco. Los primero años de sacerdocio los dedicó a predicar con gran
provecho en el sur de España. Sus sermones no tenían nada de rebuscado ni de
elegante, pero llegaban hasta el fondo del corazón de los pecadores y conseguían
grandes conversiones. Es que rezaba mucho antes de cada predicación.
Primer contagio. Llegó a Andalucía la peste del tifo negro y Francisco y su
compañero Fray Buenaventura se dedicaron a atender a los enfermos más
abandonados. Buenaventura se contagió y murió (y ahora es santo también) luego
se contagió también Francisco y creyó que ya le había llegado la hora de partir
para la eternidad, pero luego, de la manera más inesperada, quedó curado. Con
eso se dio cuenta de que Dios lo tenía para obras apostólicas todavía más
difíciles.
Pidió a sus superiores que lo enviaran de misionero al Africa, y no le fue
aceptada su petición. Pero poco después el rey Felipe II pidió a los
franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica y entonces sí fue enviado
Francisco a extender la religión por estas tierras. Fue una gran alegría para su
corazón.
Y sucedió que una terrible tempestad lanzó el barco contra unas rocas
frente a Panamá y se partió en dos. No había sino una embarcación para volver a
tierra firme, y el misionero prefirió aguardar allá en esos escollos con los
esclavos negros que él había venido instruyendo durante el viaje y acompañarlos
hasta que llegara otra barca a salvarlos. Y aprovechó esos tres días de terror y
peligro, para acabar de instruirlos y bautizarlos allí mismo. Varios de ellos
perecieron luego entre aquellas olas pero ya habían sido bautizados.
La pequeña embarcación los llevó a unas costas inhospitalarias y allá
pasaron días terribles de hambre y peligros. Cuando los marineros se
desesperaban lo único que podía calmarlos era la intervención del Padre
Francisco. Cuando había peleas, al único que le hacían caso para dejar de
pelear, era el Padre Solano. Al fin lograron que un barco los recogiera y los
llevara a la ciudad de Lima.
Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años
predicando, especialmente a los indios. Pero su viaje más largo fue el que tuvo
que hacer a pie, con incontables peligros y sufrimientos, desde Lima hasta
Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000
kilómetros y sin ninguna comodidad. Sólo confiando en Dios y movido por el deseo
de salvar almas.
Y le sucedió en aquel gran viaje misionero, que lograba aprender con
extraordinaria facilidad los dialectos de aquellos indios a las dos semanas de
estar con ellos. Y le entendían todos admirablemente sus sermones. Sus
compañeros misioneros se admiraban grandemente de este prodigio y lo
consideraban un verdadero milagro de Dios. Pero lo más admirable es que las
tribus de indios, aun las más belicosas, y opuestas a los blancos, recibían los
sermones del santo con una docilidad y un provecho que parecían increíbles. Dios
le había concedido la eficacia de la palabra y la gracia de conseguir la
simpatía y buena voluntad de sus oyentes.
Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al
principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos
con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un
corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles.
Un Jueves Santo estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó
la voz de que se acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El
peligro era sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray
Francisco salió con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros
atacantes y de tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su
propio idioma) que los indígenas desistieron del ataque y poco después aceptaron
ser evangelizados y bautizados en la religión católica.
El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la
guitarra. Y en los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes
con sus alegres canciones. Un día llegó a un convento donde los religiosos eran
demasiado serios y recordando el espíritu de San Francisco de Asís que era vivir
siempre interior y exteriormente alegres, se puso a cantarles y hasta a danzar
tan jocosamente que aquellos frailes terminaron todos cantando, riendo y hasta
bailando en honor del Señor Dios.
San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por
Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie,
convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. Su
paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso. Un día en el
pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del
corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste
se le enfrentó calmadamente al terrible animal. Y la gente vio con admiración
que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se
dejaba llevar por él otra vez al corral.
A imitación de su patrono San Francisco de Asís, el padre solano sentía
gran cariño por los animalillos de Dios. Las aves lo rodeaban muy
frecuentemente, y luego a una voz suya, salían por los aires revoloteando,
cantando alegremente como si estuvieran alabando a Dios.
Por orden de sus superiores, los últimos años los pasó Fray Francisco en la
ciudad de Lima predicando y convirtiendo pecadores. Entraba a las casas de
juegos y hacía suspender aquellos vicios y llevaba a los jugadores a los
templos. En los teatros, en plena función inmoral hacía suspender la
representación y echaba un fogoso sermón desde el escenario, haciendo llorar y
arrepentirse a muchos pecadores. En plena plaza predicaba al pueblo anunciando
terribles castigos de Dios si seguían cometiendo tantos pecados y esto conseguía
muchas conversiones.
Un día estando predicando en una misa empezó a temblar. Las gentes
quisieron salir huyendo, pero él les dijo: "Si piden perdón a Dios, no les
sucederá nada malo". Todos pidieron perdón y nada malo sucedió aquel día allí.
Otro día en pleno sermón exclamó: "Por las maldades de estas gentes, todo lo que
está a mi alrededor será destruido y no quedará sino el sitio desde donde estoy
predicando". Y así sucedió años después. llegó un terremoto y destruyó el templo
y todos los alrededores, y el único sitio que quedó sin que le pasara nada, fue
aquel desde donde el santo había predicado.
En mayo de 1610 empezó a sentirse muy débil. Los médicos que lo atendían se
admiraban de su paciencia y santidad. El 14 de julio, una bandada de pajaritos
entró cantando a su habitación y el Padre Francisco exclamó: "Que Dios sea
glorificado", y expiró. Desde lejos las gentes vieron una rara iluminación en
esa habitación durante toda la noche. San Francisco Solano: pídele a Dios muchas
bendiciones para América.
=
Fuente: EWTN
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