lunes, junio 10, 2013

Siervo de Dios Angelino Curuccu, Joven Soldado

 
Siervo de Dios Angelino Curuccu, Joven Soldado
Junio 10
 
(1920-1942) Angelino Curuccu nació en Sindia, en provincia de Nuoro (Italia), el 6 de diciembre de 1920. Seis días después fue bautizado en la iglesia Parroquial del Santo Rosario por Padre Pedro Mereu. A los siete años recibió la Primera Comunión, y el 4 de abril de 1929 la Confirmación de manos del Obispo de Bosa, Monseñor Mantini en un día particularmente solemnizado por la consagración de la iglesia. Particularmente profética fue la presencia en tal ocasión del futuro Obispo de Alghero- Bosa. Monseñor Giovanni Pes que en el 1993 habría iniciado la Causa de Beatificación de Angelino.
 
Este frecuento la escuela elemental de su pueblo con gran aprovechamiento. En sus contemporáneos quedó el recuerdo de su conducta ejemplar y de su interés por las materias escolares, en particular por la enseñanza de la Religión Católica. Digna de memoria por parte de compañeros y amigos, fue su particular piedad: non faltaba nunca a la Eucaristía dominical y a la Comunión. En ciertos periodos del año acostumbraba frecuentar la iglesia también durante la semana, cosa no común entre los jóvenes del pueblo. Particular alegría le portó el haber nacido en una familia de sentimientos profundamente cristianos.

Llamado a las armas, en marzo del 1940 partió a Sanremo y participó en acciones de guerra contra la Francia. En el mes de julio de 1941 se dirigió al Frente Ruso: sus cartas constituyen una descripción del viaje, inicia con una fina observación de la campaña, que admira desde el tren, durante todo el camino hasta la Ucrania, descrita como una bellísima tierra arruinada por los Bolcheviques.
 
Todos los nombres de las localidades que describió, desgraciadamente fueron gradualmente borrados por la censura militar. Formó parte a la grande batalla de Niktowa, de la cual redactó una precisa descripción. El 10 de junio de 1942 en la zona de Plasky, cerca del río Don, recibe un tiro fatal en la cabeza durante una acción de observación y medición. La siguiente noche, como a las dos, Angelino Curuccu murió en el hospital del campo di Rikowo, en Ucrania, asistido por su querido amigo Giovanni Salaris.
 
Era el 11 de junio del 1942. Su cuerpo recibió sepultura en el cementerio militar de Senakiewo, en una tumba numerada con el 234. El retrato espiritual del joven Angelino se ve en sus escritos, que consisten en 150 cartas escritas durante el servicio militar entre el 1940 y el 1942, poesías en dialecto sardo divididas entre un diario del primer año del servicio militar, algunas composiciones de saludo a la familia y otros versos escritos ocasionalmente.
 
Existe también un diario relativo a algunos meses de la campaña en Rusia en el cual los nombres de las localidades fueron borrados por la censura. Importantísimo el testimonio del párroco que lo siguió espiritualmente desde el 1938: fue su confesor, recibió muchas cartas desde el frente militar y pensó en escribir una breve pero intensa biografía.

La familia Curuccu estuvo siempre de acuerdo en afirmar lo excepcional de su conducta, la oración antes del trabajo en el campo y de los alimentos, el rezo del Rosario en familia todas las tardes siempre de rodillas como su padre Giovanni, la confianza en Dios, el empeño en el trabajo como agricultor, su gran disponibilidad para con los demás, una alegría siempre compuesta con los coetáneos y parientes, un sobresaliente interés por la Palabra de Dios que su padre solía repetir o leer directamente de la Biblia. Sus contemporáneos concuerdan en recordar su seriedad poco común en el comportamiento, pero aclaran que él solía repetir que era necesario no ofender al Señor, no cometer pecados, escapar constantemente de las situaciones escabrosas, la delicadeza en el trato y en el hablar siempre mostrada en el relacionarse con las compañeras de escuela y las muchachas del pueblo, en fin, última pero no menos importante, una gran disponibilidad a ayudar al prójimo. Estas particulares delicadeza, gentileza y disponibilidad las recuerdan sus grandes compañeros de la milicia.
 
Los compaisanos de Angelino se demostraron desde siempre sus grandes admiradores, considerándolo excepcional por sus especiales dotes morales, un amigo de Dios al cual acudir para obtener gracias y sanaciones del Señor. En Sindia todos perseveraron en cultivar el recuerdo de este joven de particular solidaridad. También el párroco solía hablar en la Iglesia, presentándolo como modelo de vida cristiana y nutriendo profundamente en el corazón la esperanza de que un día pudiera ser iniciado el largo camino para llegar su glorificación terrena.

El 8 de junio de 1996 el cuerpo de Angelino pudo regresar a su pueblo, recibida triunfalmente en presencia de las más altas autoridades militares, civiles y religiosas de Sardenia.
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Biografías
Mons. Giuseppe Masia, Angelino Curuccu- Il Caporale Santo, ed. Cantagalli di Siena 1984
Giovanni Antonio Niola, Angelino Curuccu di Sandia- Il Caporale Santo e le su epoesie sarde, ed. TSG, Bosa 2003
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