Beata Nazaria Ignacia, Fundadora
Julio6
Fundadora del Instituto de Misioneras Cruzadas de la Iglesia
Fundadora del Instituto de Misioneras Cruzadas de la Iglesia
Martirologio Romano: En Buenos Aires, en Argentina, beata Nazaria de Santa Teresa March Mesa, virgen, nacida en España y emigrante con su familia a México, la cual, llena de celo misionero, consagró su vida a la evangelización de los pobres y necesitados en varias naciones de América latina y fundó el Instituo de las Misioneras Cruzadas de la Iglesia (1943).
Etimológicamente: Nazaria = Aquella consagrada a un fin, es de origen
hebreo.
La Madre Nazaria Ignacia nació el 10 de enero de 1889, en Madrid (España). Fue la cuarta hija (melliza) de 11 hermanos. A la edad de 9 años hizo la Primera Comunión y fue entonces cuando sintió la primera llamada del Señor: “Tú Nazaria, sígueme”. A la que Nazaria repondió: “Te seguiré, Jesús, lo más cerca que pueda una humana criatura”.
La Madre Nazaria Ignacia nació el 10 de enero de 1889, en Madrid (España). Fue la cuarta hija (melliza) de 11 hermanos. A la edad de 9 años hizo la Primera Comunión y fue entonces cuando sintió la primera llamada del Señor: “Tú Nazaria, sígueme”. A la que Nazaria repondió: “Te seguiré, Jesús, lo más cerca que pueda una humana criatura”.
Pasando los años, esta llamada se hacía más fuerte, al mismo tiempo que
Nazaria quería ser libre, vivir y gozar de su juventud. No obstante, fue
generosa y dijo ¡Sí!
La familia pasó serias dificultades económicas y Nazaria Ignacia, solidaria
con los suyos, buscó modos de ayuda aún a costa de su propia humillación. Por
motivos económicos, la familia, March Mesa, tuvo que trasladarse a México. En el
mismo barco en que viajaban, iba también un grupo de Hermanitas de los Ancianos
Desamparados, coincidencia que posteriormente la determinó a ingresar con ellas
en 1908.
Regresa a España para iniciar su Noviciado y en 1912 es destinada junto con
9 compañeras, para una fundación en Oruro-Bolivia. Durante más de 12 años formó
parte de la comunidad de Hermanitas, dedicada con todo fervor a las obras de
caridad propias de su Instituto, estando al cuidado inmediato de los ancianos,
viendo en ellos los miembros doloridos del cuerpo de Cristo.
Salió también a
recorrer otras ciudades, pueblos y minas postulando limosnas para sus
ancianitos. Allí de manera especial, sintió que “la mies era mucha y pocos los
operarios” (Lc. 10,2); que el clamor de los pobres subía al cielo y esperaba una
respuesta comprometida.
En los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, en el año 1920, en
la meditación del Reino, ve plasmados sus ideales de trabajar con todas su
fuerzas por la unión y extensión del Reino de Cristo, comprendiendo que sola
poco podía hacer, sintió inmensos deseos de agrupar a otras personas “Bajo el
estandarte de la Cruz”, concibiendo la Congregación religiosa como “una cruzada
de amor en torno a la Iglesia”.
En 1920, acompañando a la Religiosas del Buen Pastor que buscaban casa para
fundar en Oruro, llegó al Beaterio de las Nazarenas (antigua propiedad de los
jesuitas, expatriados en 1767), sintió gran repugnancia interior y deseos de
salir pronto, por su aspecto de miserable abandono. Allí en el templo, sintió
que Jesús Nazareno le decía: “Nazaria, tú serás fundadora y esta casa tu primer
convento”. Durante unos años más, luchó contra sus ansias de dar la vida por la
predicación del Evangelio y su particular intuición del misterio de la Iglesia,
la fue guiando hasta formar una nueva familia eclesial.
Las circunstancias históricas y ambientales del nacimiento en Bolivia de
nuevas iglesias locales con escasez de sacerdotes y ausencia de Congregaciones
religiosas nativas; la presencia de sectas enfrentadas con la Iglesia Católica
y, la dura realidad económica, política y social del país, la motivaron a dar
una respuesta audaz.
Mons. Antezana, primer Obispo de Oruro; Mons. Sieffert, Obispo de la Paz y
Mons. Cortesi, Internuncio Apostólico en Bolivia, vieron en todo ello, la acción
del Espíritu y alentándola, apoyaron este nuevo brote de vida en la
Iglesia.
El 16 de junio de 1925, Nazaria sale de las Hermanitas, para iniciar en el
Beaterio la fundación de la nueva Congregación, con un capital de 40 centavos
entregados por la ex-abadesa de las Nazarenas. Diez jóvenes bolivianas de
distintos lugares fueron sus primeras compañeras. Con ellas se iniciaron las
primeras obras misionales en las minas: Uncía entre otras; en el campo: Toledo,
Condo, Challapata y Poopó.
El 12 de febrero de 1927, se declara erigida canónicamente la Congregación
religiosa diocesana de las Hermanas Misioneras de la Cruzada Pontificia, “hija
primeriza, tierna, legítima de la Iglesia boliviana”, en palabras del Obispo,
Mons. Antezana. El 8 de junio de 1935, la Congregación recibe el Decreto
laudatorio y así ésta, pasa a ser de Derecho Pontificio. El día 9 de junio de
1947, el Instituto recibió la aprobación definitiva de las Constituciones y el
nombre de Misioneras Cruzadas de la Iglesia, ya muerta Nazaria Ignacia.
Según las Constituciones, escritas por la Madre Nazaria Ignacia, “El
Instituto de las Misioneras de la Cruzada Pontificia, tiende a realizar la
acción social de la mujer, con la mayor perfección posible y tiene por fin
especial la difusión del catecismo entre niños y adultos y quiere como
distintivo característico suyo, ser reconocido por su particular unión con el
Santo Padre”
La Madre dirá también: “Que en amar, obedecer y cooperar con la Iglesia en
su obra de predicar el Evangelio a toda criatura, está nuestra vida, el ser lo
que somos”. “Este es nuestro espíritu: guerrero, file, nada de cobardías, todos
amores, amor sobre todo a Cristo y en Cristo a todos. Repartirse entre los
pobres, animar a los tristes, dar la mano a los caídos; enseñar a los hijos del
pueblo, partir su pan con ellos, en fin, dar toda su vida, su ser entero por
Cristo, la Iglesia y las almas”
Y es así como, en fidelidad a su iglesia, a su pueblo y a su tiempo, las
“pontificias”, con el carisma, impulso y vida de la M. Nazaria Ignacia, atendían
en Oruro a niñas abandonadas, visitan a los presos, catequizaban en las
parroquias y en los cuarteles, preparaban las visitas pastorales en las minas y
en los campos. Buscaban la promoción de la mujer, a través de la
profesionalización y la defensa de sus derechos, con la fundación, en Bolivia,
del primer “Sindicato de obreras” de América latina. “Liga católica de Damas
Bolivianas” que tenia por fin el mejoramiento religioso, moral, cultural y
económico de la sociedad boliviana, especialmente de las clases pobres y
obreras. Con publicaciones que ayudaban a que ocupen su lugar en la sociedad y
en la Iglesia.
El 10 de diciembre de 1938, fundó en Buenos Aires, Argentina una Asociación
de señoritas con el nombre de “Margaritas Pontificias del Pilar” su fin era
formarse para trabajar después en la Acción Católica. Y otras muchas, largo de
describir, Talleres y Escuelas para niñas pobres del pueblo… que tenían el mismo
fin, la promoción de la mujer. Para ayudar a los obreros y desempleados, se
quitaban de su propio pan, mendigaban para ellos, organizaban Asociaciones,
“Comedores populares”, “Ollas del Pobre” donde, además del alimento, se buscaba
junto con ellos, solución a sus problemas. Su preocupación por los últimos y no
atendidos, la llevó a crear el “Hogar de pobres” que atendían a pobres
desamparados que tocaban ya al fin de sus vidas; niñas paralíticas, dementes y
ciegas abandonadas de todo auxilio; ancianitas inhábiles, defectuosas y ciegas,
que necesitaban toda clase de ayuda para seguir subsistiendo los cortos días que
le quedaban en la tierra. Los más desechados encuentran cariñosa acogida en él.
Entre otras de sus preocupaciones destaca, los jóvenes y la unión de las
familias, a los que dedicó, ella y las primeras hermanas, gran esfuerzo. También
la unidad de los cristianos, llegando la Madre a pedir a todas sus religiosas
que pidieran y trabajaran para que haya: “Un solo rebaño y un solo Pastor”
Durante los 10 primeros años, la Congregación estaba presente en: Bolivia,
Argentina, España y Uruguay.
En Bolivia estaban presentes: En Cochabamba, La Paz, Potosí, y Santa Cruz,
realizaban y ampliaban su labor, respondiendo a circunstancias concretas. En
tiempos de guerra dejaron sus conventos para atender los “Hospitales de sangre”
y, después, a los huérfanos de guerra, a quienes consideraban miembros de su
propia familia. Nazaria Ignacia muere en Buenos Aires-Argentina el 6 de julio de
1943, dejando gran fama de santidad. Sus restos son trasladados a la casa Matriz
de Oruro (Bolivia), según su deseo, el 18 de junio de 1972.
La Conferencia Episcopal boliviana, las Hermanas Misioneras Cruzadas de la
Iglesia y el Pueblo de Bolivia, pidieron a S.S. Juan Pablo II, que la M. Nazaria
Ignacia sea reconocida en su santidad y mostrada al pueblo de Dios como ejemplo
posible de imitación e inspiración, para los jóvenes, familias y
evangelizadores. Fue Beatificada por S.S. Juan Pablo II en Roma, el 27 de
Septiembre de 1992.
El Sr. Nuncio de S.S. Giovanni Tonucci, se expresaba así al anunciar
oficialmente al pueblo de Bolivia su Beatificación: “No dudo de que este primer
fruto de santidad en tierras bolivianas abrirá el camino a tantas otras almas
para seguir el ejemplo de la Madre Nazaria, VERDADERA PROFETA DE LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN”.
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Fuente: santopedia.com
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