Beato Engelberto Kolland, Mártir Franciscano
Julio 10
Sacerdote y mártir de la Primera Orden
(1827-1860)
Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Sacerdote y mártir de la Primera Orden
(1827-1860)
Beatificado por Pío XI el 10 de octubre de 1926.
Engelberto Kolland, joven religioso, cayó
mártir de Cristo a la edad de 33 años años. Había nacido el 21 de septiembre de
1827 en Ramsau, en Austria, hijo de Cayetano y de María Sporer, de condición
modesta pero ricos en virtudes cristianas. El padre, en el verano, dejaba a sus
hijos en casa de María Brugger para ir a Estiria con su esposa a trabajar como
leñador y ganar un pedazo de pan. Los hijos estaban en manos seguras, en la
escuela de la Señora Brugger, crecieron buenos, instruidos y fervorosos
cristianos.
Engelberto tenía un carácter vivaz e
inquieto pero en el momento de la oración se calmaba y se ponía en actitud tan
devota que parecía un santo. El arzobispo de Salzburgo, en una visita a las
parroquias de Zell, conoció al pequeño Engelberto, vislumbró en él síntomas de
vocación y que podría llegar a ser un óptimo sacerdote, lo admitió gratuitamente
en el seminario diocesano. Después de cuatro años fue retirado porque era
demasiado inquieto. Al volver a la familia, trabajó con su padre por un año,
luego retomó los estudios porque sentía en su corazón una voz misteriosa que lo
llamaba al servicio de Dios. Un día se encontró por la calle un grupo de jóvenes
novicios franciscanos. Los observó atentamente, y quedó impresionado por su
modestia y su recogimiento. Volviéndose a sus compañeros exclamó : “Yo seré
pronto como uno de ellos !”. Mantuvo su palabra. Después de algunos meses tomó
el hábito religioso en la Orden de los Hermanos
Menores.
El 13 de julio de 1851, en Bolzano, subía
por primera vez al altar de Dios para inmolar la víctima divina. Agradecido al
Señor por esta gracia, prometió partir para la Custodia de Tierra Santa, pero
este deseo sólo se realizó algunos años más tarde. En este período trabajó como
coadjutor en la parroquia franciscana de Bolzano e intensificó el estudio de
diversas lenguas: alemán, latín, inglés, italiano, francés y árabe, bajo la
dirección de un antiguo misionero de Tierra Santa, el padre
Vergeiner.
En 1855 llegó al país de Jesús y fue
destinado como coadjutor del Beato Carmelo en la parroquia latina de Damasco,
donde se empeñó con celo apostólico hasta el momento del sacrificio supremo. Su
seráfica serenidad lo hizo querer de todos y todos lo llamaban “Abuna Melac”, es
decir, Padre
Angel.
Al momento de la irrupción de los Drusos
Engelberto se encontraba en casa de una señora greco-católica, pronto fue
localizado y reconocido por los musulmanes, quienes le intimaron renunciar a la
fe y hacerse seguidor de Mahoma. La respuesta fue un No rotundo. Antes de ser
asesinado se dirigió al verdugo: “Amigo, ¿qué mal he hecho para que me mates?”.
La respuesta fue esta: “El único motivo es porque eres cristiano”. Fue asesinado
con repetidos golpes de hacha en la
cabeza.
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Fuente:
Franciscanos.net
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