San
Andrés de Creta, "el Jerosolimitano" Obispo
Julio
4
Martirologio Romano: En Erissos, en la isla de Lesbos, tránsito de san Andrés de Creta, obispo de Gortina, que cantó a Dios con admirable arte mediante oraciones, himnos y cánticos, y exaltó a la Madre de Dios, la Virgen inmaculada y asunta a los cielos. (c.660 - 740).
San Andrés de Creta, nació en Damasco a mediados del siglo VII, abrazó la vida monástica en un convento de Jerusalén, por lo que también es llamado Andrés Jerosolimitano. Asistió al III Concilio de Constantinopla que condenó la herejía del monotelismo (año 681), como legado del Patriarca de la Ciudad Santa. Más tarde, consagrado obispo de Creta, defendió la legitimidad del culto a las imágenes. Murió hacia el año 720.
Martirologio Romano: En Erissos, en la isla de Lesbos, tránsito de san Andrés de Creta, obispo de Gortina, que cantó a Dios con admirable arte mediante oraciones, himnos y cánticos, y exaltó a la Madre de Dios, la Virgen inmaculada y asunta a los cielos. (c.660 - 740).
San Andrés de Creta, nació en Damasco a mediados del siglo VII, abrazó la vida monástica en un convento de Jerusalén, por lo que también es llamado Andrés Jerosolimitano. Asistió al III Concilio de Constantinopla que condenó la herejía del monotelismo (año 681), como legado del Patriarca de la Ciudad Santa. Más tarde, consagrado obispo de Creta, defendió la legitimidad del culto a las imágenes. Murió hacia el año 720.
San
Andrés de Creta fue un excelente compositor de himnos sagrados, hasta el punto
de que la Iglesia oriental ha incorporado algunos a su liturgia. Además se
conservan veintidós homilías suyas. Las que se refieren a la Virgen gozan de
particular importancia, pues constituyen un testimonio muy elocuente de la fe en
la Inmaculada Concepción y en la Asunción corporal de María al
Cielo.
Con
toda la Tradición de la Iglesia, San Andrés expone que la Concepción de Nuestra
Señora es el inicio de la renovación de la naturaleza humana, herida por el
pecado original. La Virgen María, preservada por Dios de toda culpa, trae al
mundo «las primicias de la nueva creación», siendo —como canta la liturgia—
lirio que florece entre espinas y paraíso espiritual donde Jesucristo, el nuevo
Adán, establece su morada.
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Fuente: oremosjuntos.com
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