Julio 13
Santo del Antiguo Testamento
Martirologio Romano: Conmemoración de san Esdras, sacerdote y escriba, que, en tiempo de Artajerjes, rey de los persas, habiendo regresado desde Babilonia a Judea, congregó al pueblo que estaba disperso y puso gran empeño en estudiar, llevar a la práctica y enseñar la Ley del Señor en Israel.
Esdras es un famoso sacerdote y escriba relacionado con la restauración de Israel después del Exilio. Las principales fuentes de información sobre su vida son los libros canónicos de Esdras y Nehemías. Hay un grupo de escritos apócrifos que se refieren a él pero apenas se puede confiar en ellos, puesto que más bien relatan los cuentos legendarios de una época posterior.
Esdras era de ascendencia sacerdotal
perteneciente a la línea de Sadoq (Esd. 7,1-5). El se llama a sí mismo “hijo de
Seraías” (7,1), una expresión que muchos entienden en un sentido amplio,
presuponiendo que Seraías, el sumo sacerdote del que habla 2 Reyes 25,18-21, era
uno de los ancestros de Esdras. Sin embargo se le conoce más bien como “el
escriba” que como “el sacerdote”: él era “un hábil escriba en la ley de Moisés”
y por consiguiente especialmente cualificado para la tarea para la que estaba
destinado entre su pueblo.
Entre las cuestiones relacionadas con la historia
de la restauración judía, una de las más discutidas es la relación cronológica
de la obra de Esdras con la de Nehemías. Muchos expertos bíblicos aún se agarran
a la postura sugerida por el orden tradicional del texto sagrado (concediendo la
ruptura de la narrativa---Esdras 4,6-23) y colocan la misión de Esdras antes que
la de Nehemías. Otros, entre los que podemos mencionar al profesor Van Hoonacker
de Lovaina, Dr. T.K. Cheyne en Inglaterra y el profesor C.F. Kent en América,
para eliminar las numerosas dificultades que surgen de la interpretación de las
fuentes principales de esta historia, afirman que la misión de Nehemías precedió
a la de Esdras.
La primera de las opiniones sostiene que Esdras
llegó a Jerusalén alrededor del 458 a.C. y que la primera llegada de Nehemías
fue en 444 y la segunda en 430 a.C., y según la opinión contraria la misión de
Esdras pudo haber tenido lugar tan tarde como el año 397 a.C. Sea como fuere,
como aquí sólo nos concierne Esdras, nos limitaremos a resumir los principales
rasgos de su vida y obra, sin tener en cuenta los problemas que conlleva; baste
con haberlos mencionado.
Ya habían pasado muchos años desde que se había
autorizado a los judíos a volver a Palestina. Entre dificultades y obstáculos la
comunidad restaurada se había asentado de nuevo en su antiguo hogar y habían
construido un nuevo Templo, pero su condición tanto desde el punto de vista
político como religioso, era muy precaria. Irritados bajo la opresión de los
sátrapas persas, se habían vuelto indiferentes y habían dejado de observar la
Ley. Desde Babilonia, donde era bien conocido este estado de cosas, Esdras
deseaba ir a Jerusalén y utilizar su autoridad como sacerdote e intérprete de la
Ley para restaurar las cosas a una condición mejor.
Gozaba del favor de la corte del rey persa y no
sólo obtuvo permiso para visitar Judea sino además un edicto real que le
investía de amplia autoridad para realizar su propósito e importante ayuda
económica del tesoro real. El rescripto, además, les ordenaba a los sátrapas “de
más allá del río” que ayudaran a Esdras con liberalidad y decretó que todos los
oficiales del Templo judíos estuviesen exentos de impuesto, contribución o
peaje. “Y tú, Esdras, nombra jueces y magistrados para que juzguen a todo el
pueblo que está más allá del río” (Esdras 7,25). Finalmente la Ley de Dios y la
ley habrían de tener severas penas para exigir su cumplimiento.
El edicto permitía a todos los judíos que
quisieran volver libremente a su país a que así lo hicieran. Unos 1800 hombres
incluidos algunos sacerdotes, levitas y natineos salieron con Esdras desde
Babilonia y después de cinco meses llegaron a salvo a Jerusalén, donde se habían
arraigado abusos que habían sido desatendidos durante largo tiempo. Esdras se
dio a la tarea de corregirlos una vez que hubo depositado en el Templo el oro y
la plata que habían traído desde Babilonia y que hubo ofrecido sacrificios La
primera tarea que emprendió fue ocuparse de los matrimonios mixtos.
Ignorando la Ley de Moisés muchos, hasta los
dirigentes judíos y sacerdotes, se habían casado con las habitantes idólatras
del país. Horrorizado por el descubrimiento de estos abusos--- cuya magnitud
probablemente había sido desconocida para Esdras hasta entonces--- manifestó sus
sentimientos en una oración que impresionó de tal manera al pueblo que
Sequenías, en sus nombres, propuso que los israelitas despidieran a sus esposas
extranjeras y a los hijos tenidos con ellas.
Esdras aprovechó la oportunidad y consiguió de la
congregación un juramento de que cumplirían con esta proposición. Los príncipes
y los ancianos reunieron una asamblea del pueblo pero el asunto no pudo ser
zanjado fácilmente por lo que se nombró una comisión encabezada por Esdras para
solucionarlo. La comisión se reunió durante tres meses, al final de los cuales
las “esposas extranjeras” fueron despedidas. No se nos dice cual fue el
resultado de tan drástica medida; las memorias de Esdras se interrumpen aquí.
Tampoco sabemos si una vez cumplida su misión volvió a Babilonia o se quedó en
Jerusalén.
Lo volvemos a encontrar en Jerusalén en la
lectura de la Ley que tuvo lugar después de la reconstrucción de las murallas.
Sin duda este hecho había despertado el entusiasmo del pueblo y para cumplir con
la demanda popular Esdras trajo el Libro de la Ley. En el primer día del séptimo
mes (Tishri), se celebró una gran concentración “en la calle que hay delante de
la puerta del agua” para leer la Ley. Esdras, subido en una plataforma, leyó el
libro en voz alta “desde la mañana hasta el medio día”. Al oír las palabras de
la ley, que habían transgredido con tanta frecuencia, la congregación rompió en
lamentos poco apropiados para la santidad de aquel día, así que Nehemías
disolvió la asamblea. Esdras retomó la le lectura al día siguiente y encontraron
en la Ley las directrices para la fiesta de los tabernáculos.
Así que se dieron los pasos necesarios para la
debida celebración de esa fiesta, que debía durar siete días, desde el día
décimo quinto hasta el vigésimo segundo de Tishri. Esdras continuó la lectura
pública de la Ley cada día de la fiesta; y dos días después de terminada se
mantuvo un ayuno muy severo y “se levantaron y confesaron sus pecados y las
iniquidades de sus padres” (Neh. 9,2). Fue una buena oportunidad para renovar
solemnemente el pacto entre el pueblo y Dios.
Este pacto comprometía a la comunidad a la
observancia de la Ley, a la abstención de matrimonios con paganos, a guardar
cuidadosamente el Sabbath y las fiestas y a las distintas regulaciones acordadas
para el cuidado del Templo, sus servicios y el pago de los diezmos. Los
príncipes, levitas y sacerdotes lo leyeron formalmente y fue firmado por
Nehemías y representantes escogidos de los sacerdotes (por extraño que parezca,
el nombre de Esdras no aparece en la lista de los que la subscribieron (Neh.
10,1-27).
En adelante no vuelve a hacerse mención de Esdras
en la literatura canónica. No se habla de él en relación con la segunda misión
de Nehemías a Jerusalén y esto ha llevado a muchos a suponer que podía haber
fallecido. De hecho tanto el lugar como la fecha de su muerte son desconocidos,
aunque en las orillas del Tigris, cerca del lugar donde se une con el Éufrates,
hay un monumento que se alega es la tumba de Esdras; durante siglos ha sido un
lugar de peregrinaciones para los judíos.
El papel de Esdras en la restauración de los
judíos después del exilio dejó una impresión permanente en las mentes del
pueblo, lo cual se debió a que en adelante la vida de los judíos discurrió por
los cauces trazados por él y de un modo que, en lo esencial, nunca se separó.
Hay probablemente una gran parte de verdad en la tradición que le atribuye la
organización de las sinagogas y la determinación de los libros consagrados como
canónicos entre los judíos. La actividad de Esdras parece haber ido aún más
lejos. El Talmud le atribuye haber compilado “su propio libro” (es decir:
Esdras-Nehemías) “y las genealogías de los Libros de las Crónicas hasta su
propio tiempo” (Trat. "Baba bathra", 15a). Sin embargo, especialistas modernos
difieren ampliamente respecto a la extensión de su trabajo literario.
Algunos lo ven como el último editor del
Hexateuco, mientras que, por el contrario, otros dudan de que tomara parte en la
composición de Esdras – Nehemías y Crónicas. Sea como fuere, es cierto que nada
tuvo que ver en la composición de los llamados Tercero y Cuarto Libros de
Esdras. Como ocurre con muchos hombres que han jugado una parte importante en
las épocas trascendentales de la historia, con el curso del tiempo la
personalidad y actividad de Esdras asumió en las mentes del pueblo proporciones
gigantescas. Esta leyenda se mezcló con la historia y proveyó para completar la
escasez de datos que hay sobre su vida.
Se le vio como un segundo Moisés y se le
atribuyeron todas las instituciones que no se le pudieron atribuir a Moisés.
Según la tradición judía restauró de memoria---una gesta poco menos que
milagrosa---todos los libros del Antiguo Testamento, los que se creía habían
perecido durante el Exilio. Asimismo sustituyó, al copia la Sagrada Escritura,
la antigua escritura fenicia por el alfabeto aún en uso. Hasta la Edad Media, e
incluso el Renacimiento, continuó creciendo la cosecha de logros legendarios
atribuidos a él. Entonces se le aclamó como organizador de la famosa Gran
Sinagoga---cuya existencia misma parece ser un mito---y como inventor de los
signos vocales del hebreo.
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Fuente: ACI Prensa || Enciclopedia Católica
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