Beato Mariano de Roccacasale, Religioso
Mayo 31
Martirologio Romano: En el pueblo de Bellegra, en la comarca romana, beato 
Mariano de Roccacasale (Domingo) Di Nicolantonio, religioso de la Orden de los 
Hermanos Menores, que cumpliendo el oficio de portero abrió la puerta del 
convento a los pobres y a los peregrinos, a quienes atendió en todo con suma 
caridad. (1778-1866)
Domingo De Nicolantonio nació en Roccacasale, en L’Aquila (Italia), en el 
seno de una familia campesina. Se cuidó de pastorear los rebaños y el contacto 
con la naturaleza, le hizo valorar el silencio y la reflexión. Tenía entonces 
veintitrés años. No podía resistir a esta fuerza interior. Y decidió dedicarse 
con más radicalidad al seguimiento de Cristo.
En 1802 ingresó en los franciscanos y tomó el nombre de fray Mariano de 
Roccacasale; su nueva vida se resumió en dos palabras: oración y trabajo. 
Permaneció en ese convento doce años. Fue carpintero, jardinero, cocinero y 
portero del convento de Ariscia. Pero su aspiración a la santidad no encontraba 
en Ariscia el ambiente favorable, no por culpa de los compañeros o de los 
superiores, sino porque aquella época no era propicia para la vida religiosa y 
los conventos.
En 1814, tras el regreso del Papa a Roma, la vida conventual pudo rehacerse lentamente en medio de dificultades sin número. Hicieron falta varios años para que todos los religiosos regresaran a sus conventos, y la vida de oración y de apostolado volviera a florecer con regularidad en los claustros. En ese momento llegó a los oídos de fray Mariano el nombre del Retiro de San Francisco en Bellegra. La fama de la vida regular y austera que desde hacía tiempo se había instaurado en ese convento por obra de santos religiosos ya corría por los alrededores. Fray Mariano acogió aquella voz como una invitación del Señor.
Los superiores aceptaron su petición de dirigirse a Bellegra en 
peregrinación. Así fray Mariano dejó el convento de Ariscia por el Retiro de 
Bellegra. Tenía treinta y siete años. Allí fue portero del convento cargo que 
desempeñó durante 40 años, y este fue el medio de su santificación. Para todos 
los que acudían al convento tenía una sonrisa y supo acogerlos con alegría y 
simpatía, además de instruirles en las verdades de fe. Murió sin haberse nunca 
lamentado por el intenso trabajo.
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Fuente: hagiopedia.blogspot.com
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Fuente: hagiopedia.blogspot.com
 

 
 
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