Santa María de Constantinopla, y sus 30 compañeros Mártires
Agosto 9
En tiempos de persecución bajo el prefecto Licinio, cuando la fe cristiana era considerada traición al imperio, vivía en Constantinopla una joven noble llamada María, hija de senadores, instruida en las Escrituras y conocida por su caridad hacia los pobres. Desde su infancia, María consagró su virginidad a Cristo, y reunía en su casa a otros discípulos para la oración, el estudio de los salmos y el socorro de los necesitados.
Cuando las autoridades imperiales comenzaron a arrestar a los cristianos, María no huyó. En cambio, reunió a treinta fieles —hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, artesanos, viudas, soldados convertidos— y los exhortó a permanecer firmes. “No temáis a quienes matan el cuerpo, pero no pueden tocar el alma”, les dijo, citando el Evangelio.
Fueron arrestados durante una vigilia nocturna. Al ser llevados ante el tribunal, María habló con claridad: “Somos ciudadanos del Reino eterno. Vuestra amenaza es sombra ante la luz de Cristo.” El prefecto, enfurecido, ordenó que fueran torturados para renunciar a su fe. Uno por uno, los compañeros fueron azotados, quemados, y finalmente decapitados. María fue la última. Antes de morir, elevó una oración: “Recibe, Señor, el sacrificio de tus siervos. Haz que esta sangre fecunde la fe en esta ciudad.”
Según la tradición, cuando sus cuerpos fueron arrojados fuera de los muros, una luz celestial descendió sobre ellos, y muchos enfermos fueron sanados al tocar sus vestiduras. Los cristianos recogieron sus restos y los enterraron en una cripta común, donde se levantó más tarde una iglesia dedicada a la Santa Madre y sus Compañeros Mártires.
Su culto se extendió por Oriente, y en tiempos posteriores fue invocado como protectora de la fidelidad en comunidad, especialmente entre consagrados y catequistas. En el arte, María aparece con corona, palma y el Niño Jesús en brazos, rodeada por sus treinta compañeros, cada uno con rostro distinto, portando la palma del martirio.
Existen varios géneros dentro de la hagiografía:
• Actas de los mártires: relatos judiciales o testimoniales de las persecuciones, como las de San Policarpo o San Ignacio de Antioquía.
• Vidas ejemplares: biografías de santos que vivieron en santidad, como la Vida de San Antonio escrita por Atanasio de Alejandría, considerada fundacional del género.
• Hagiografía monástica: centrada en la vida de ermitaños, abades y monjes, destacando su lucha espiritual y milagros.
• Martirologios y calendarios litúrgicos: listas con breves notas biográficas, organizadas por fecha de conmemoración.
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Vidas Santas
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