San Bernabé, Apóstol
Junio 11
Martirologio Romano: Memoria de san Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén y predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio. 63.
“José, llamado por los Apóstoles Bernabé, que quiere decir hijo de consolación, levita, natural de Chipre, tenía un campo; lo vendió y llevó el dinero a los pies de los Apóstoles”. Así nos lo presentan los Hechos de los Apóstoles. Antiguas fuentes refieren que Bernabé, llamado Apóstol por Los mismos Hechos, aunque no pertenecía a los Doce, fue probablemente uno de los setenta discípulos de los que habla el Evangelio. En todo caso es una figura de primer plano en la fervorosa comunidad cristiana, que se formó en Jerusalén después de Pentecostés. Los Apóstoles tenían mucho aprecio a Bernabé y lo escogieron para la evangelización de Antioquía.
Martirologio Romano: Memoria de san Bernabé, apóstol, varón bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe, que formó parte de los primeros creyentes en Jerusalén y predicó el Evangelio en Antioquía e introdujo entre los hermanos a Saulo de Tarso, recién convertido. Con él realizó un primer viaje por Asia para anunciar la Palabra de Dios, participó luego en el Concilio de Jerusalén y terminó sus días en la isla de Chipre, su patria, sin cesar de difundir el Evangelio. 63.
“José, llamado por los Apóstoles Bernabé, que quiere decir hijo de consolación, levita, natural de Chipre, tenía un campo; lo vendió y llevó el dinero a los pies de los Apóstoles”. Así nos lo presentan los Hechos de los Apóstoles. Antiguas fuentes refieren que Bernabé, llamado Apóstol por Los mismos Hechos, aunque no pertenecía a los Doce, fue probablemente uno de los setenta discípulos de los que habla el Evangelio. En todo caso es una figura de primer plano en la fervorosa comunidad cristiana, que se formó en Jerusalén después de Pentecostés. Los Apóstoles tenían mucho aprecio a Bernabé y lo escogieron para la evangelización de Antioquía.
Bernabé es el hombre de las grandes intuiciones. En Antioquía se dio cuenta
inmediatamente de que ese era un terreno apto para sembrar la palabra de Dios.
Fue a decirlo a Jerusalén y pidió la aprobación para ir en busca del
neoconvertido Saulo, sacándolo de su retiro en Tarso. Así comenzó su
extraordinaria asociación. Después de un año de trabajo, habían logrado tantas
conversiones que “hicieron noticia”, como se diría hay en el lenguaje
periodístico. Dicen los Hechos de los Apóstoles: “Por primera vez los discípulos
tomaron el nombre de cristianos en Antioquía”.
Saulo, que ahora prefería usar el nombre romano de Pablo, y Bernabé,
satisfechos por haber abierto el camino al anuncio evangélico entre los paganos,
partieron hacia otros lugares. Primera etapa Chipre, patria de Bernabé, que
había llevado consigo a su joven primo Juan Marcos, el futuro evangelista. Otra
magnifica elección, aunque más tarde, al comienzo del segundo y más peligroso
viaje misionero, el joven no estaba muy decidido y Pablo no creyó oportuno
cambiar el programa, y prefirió separarse inclusive de Bernabé, que se quedó en
Chipre.
Pablo y Bernabé, dos personalidades diferentes, que se complementan
mutuamente. En Listra, al final del primer viaje misionero, durante la
predicación Pablo notó la presencia de un pobre tullido. “Levántate y camina”,
le dijo. Y el tullido quedó curado. “La muchedumbre, al ver lo que Pablo había
hecho, comenzó a gritar: ¡Los dioses en forma humana han bajado hasta nosotros!
Y a Bernabé lo llamaban Júpiter, y a Pablo Mercurio, porque era el más elocuente
de los dos”. A Bernabé se le atribuye la paternidad de la Carta paulina a los
Hebreos y de otro escrito, llamado El Evangelio de Bernabé, ahora perdido.
Después que se separó de Pablo, no se tienen más noticias de Bernabé. Escritos
apócrifos hablan de un viaje a Roma y de su martirio, hacia el año 70, en
Salamina, por mano de los judíos de la diáspora que lo lapidaron.
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Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
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