San Franco de Assergi, Eremita
Junio 5
Martirologio Romano: Cerca de Assergi, en la región de los vestinos, san
Franco, eremita, quien se construyó una celda en una cueva entre montes
abruptos, llevando una vida áspera y sencilla. (c. 1154/59 - c. 1275).
Natural de Roio (L’Aquila, Abruzzos), hacia 1159 en el seno de una familia
de campesinos ricos. Bajo la dirección de un sacerdote de su pueblo, Palmerio,
realizó los primeros estudios. Ingresó como benedictino en el monasterio de San
Giovanni Battista de Lucoli, donde vivió 20 años, después se retiró para vivir
como eremita. El primer periodo lo paso en los bosques de Lucoli, comiendo
"herbulis, glandulis et agrestibus pomulis".
En el segundo, el más incierto, vagó aquí y allá sobre la cadena montañosa
del Apenino abrucese, que culminó en las faldas del Velino; después pasó a la
cadena montañosa del Gran Sasso. El tercer período lo pasó sobre los montes de
Assergi: cinco años en Vasto, quince sobre los montes Sabinos.
En Vasto eligió un lugar pintoresco, pero árido y sin refugios, construyó
una choza, según el sistema tradicional de los pastores y por sus oraciones manó
agua de la roca; hoy esta fuente, a 1800 m. sobre el mar, se la conoce como "el
agua de san Franco"; los peregrinos la beben para obtener la curación de las
enfermedades, especialmente de la piel. Pasó a los montes Sabinos para huir de
los visitantes, y se quedó en la localidad cercana de Assergi, más agreste,
donde, según la leyenda, una osa con tres oseznos lo guió a una gruta y durante
mucho tiempo le hizo compañía.
En las fiestas principales del año se acercaba a Assergi para recibir la
Comunión, quizás en la iglesia de Santa Maria en Silice.
Aquí sucedió el episodio en el que salvó a un niño de las fauces de un lobo. Cuando el eremita por su mala salud, presintió su próximo fin, quiso recibir los últimos sacramentos, después se le dejó solo con los brazos en cruz. Por la noche, las campanas de Santa Maria en Silice repicaron solas antes de la hora señalada y los gallos del pueblo cantaron al mismo tiempo. La población se despertó, miró en dirección de la gruta y vio una luz: allí se encontraron al eremita muerto. Con gran veneración su cadaver fue llevado al pueblo y sepultado en la cripta de la iglesia del monasterio.
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Fuente: oremosjuntos.com
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