San Nicéforo de Constantinopla, Patriarca
Junio 2
Junio 2
Martirologio Romano: En el Bósforo, en la Propóntide, en la actual Turquía, muerte de san Nicéforo, obispo de Constantinopla, que, tenaz defensor de las tradiciones, se opuso con decisión al emperador iconoclasta León el Armenio, sosteniendo el culto de las sagradas imágenes. Expulsado de su sede, fue relegado largo tiempo en un monasterio, donde entregó su alma a Dios. († 828)
Patriarca de Constantinopla (806-815), nacido cerca del 758; fallecido el 2 de junio del 829. Este campeón de la opinión ortodoxa en la segunda contienda por la veneración de las imágenes pertenecía a una notable familia de Constantinopla. Fue hijo del secretario imperial Teodoro y de su piadosa esposa Eudoxia. Eudoxia era partidaria estricta de la Iglesia y Teodoro haba sido desterrado por el emperador Constantino Coprónimo (741-775) debido a su inquebrantable apoyo a la enseñanza de la Iglesia en lo concerniente a las imágenes. Siendo aún joven, Nicéforo fue llevado a la corte, donde se convirtió en secretario imperial. Junto con otros dos oficiales de alto rango, representó a la emperatriz Irene en el 787 en el segundo Concilio de Nicea (el séptimo concilio ecuménico), el cual declaró la doctrina de la Iglesia con respecto a las imágenes. Poco después, Nicéforo buscó la soledad en el Bósforo tracio, donde fundó un monasterio. Allí se dedicó a las prácticas ascéticas y al estudio profano de gramática, matemáticas y filosofía, así como a las Escrituras. Luego fue llamado a la capital y allí se le encargó un gran hospital. A la muerte del Patriarca Tarasio (25 de febrero del 806), hubo gran división entre el clero y los altos oficiales de la corte en cuanto a quién escoger como sucesor de aquél.
Finalmente, con el
asentimiento de los obispos, el emperador Nicéforo (802-11) nombró patriarca a
Nicéforo. Aunque seguía siendo laico, todo mundo sabía que era muy religioso y
muy docto. Recibió las Sagradas órdenes y fue consagrado obispo el 12 de abril
del 806, domingo de Pascua. La elevación directa de un laico al patriarcado,
como había ya sucedido en el caso de Tarasio, despertó oposición en el partido
eclesiástico entre el clero y los monjes. Los líderes eran los abades Platón de
Sacadio y Teodoro de Studita, y el hermano de Teodoro, el Arzobispo José de
Tesalónica. Por esta oposición, el abad Platón estuvo encarcelado veinticuatro
días por orden del emperador.
Nicéforo pronto dio otros motivos para un mayor
antagonismo. En el 795, un sacerdote llamado José había celebrado el ilegítimo
matrimonio del emperador Constantino VI (780-797) con Teodota, cuando todavía
vivía María, la legítima esposa del emperador, a quien haba repudiado. Por este
acto, José fue depuesto y desterrado. El emperador consideró que era importante
resolver este asunto y, a deseo suyo, el nuevo patriarca, junto con la
concurrencia de un sínodo compuesto de un número pequeño de obispos, perdonó a
José y, en el 806, lo restauró en su cargo. El patriarca cedió a los deseos del
emperador a fin de evitar un mal más grave. El partido eclesiástico estricto
consideró que su acción fue una violación de la ley eclesiástica y un escándalo.
Antes que la cuestión fuera resuelta, Teodoro había escrito al patriarca
rogándole que no restituyera en su cargo al sacerdote culpable, mas no recibió
respuesta. Aunque la cuestión no se debatió abiertamente, él y sus seguidores
prácticamente ya no mantenían comunión con Nicéforo ni el sacerdote, José. Pero,
mediante una carta escrita por el Arzobispo José, el modo de proceder que él y
el partido estricto habían seguido se volvió asunto público en el 808 y causó
furor. Teodoro expuso, en discurso y por escrito, las razones de la acción del
partido estricto y mantuvo firmemente su posición. Al defenderse contra la
acusación de que él y sus compañeros eran cismáticos, declaró que había guardado
silencio en lo posible, que no había censurado a ningún obispo y que siempre
incluyó el nombre del patriarca en la liturgia. Reafirmó su amor y adherencia al
patriarca, y dijo que retiraría toda oposición si el patriarca reconocía la
violación de la ley destituyendo al sacerdote José. El emperador Nicéforo tomó
ahora medidas violentas. Ordenó al patriarca que convocara un sínodo, que fue
celebrado en el 809, e hizo que Platón y varios monjes comparecieran
forzosamente ante él. Los oponentes del patriarca fueron condenados, el
Arzobispo de Tesalónica fue depuesto, los abades Platón y Teodoro, junto con sus
monjes, fueron desterrados a las islas vecinas y echados a varias
prisiones.
Esto, sin embargo, no desalentó a los decididos oponentes de la “herejía
adulterina”. En el 809, Teodoro y Platón, a través del archimandrita Epifanio,
enviaron un memorial al Papa León III; Teodoro luego colocó la cuestión
nuevamente ante el Papa en una carta, en la que rogó al sucesor de san Pedro
conceder una ayuda al Oriente de manera que no fuera ahogado por las olas de la
“herejía adulterina”. El Papa León envió una respuesta alentadora y consoladora
a los confesores resolutos, y estos le volvieron a escribir a través de
Epifanio. León no había recibido comunicación de parte del patriarca Nicéforo y,
por tanto, no estaba completamente informado en la cuestión; también deseó
ahorrarle al emperador oriental en lo posible. Consiguientemente, por un tiempo
no tomó más medidas en el asunto. El emperador Nicéforo continuó persiguiendo a
todos los adherentes de Teodoro de Studita, y, además, oprimió a los que tenía
por sospechosos, ya fueran del clero o dignatarios del imperio. Por otra parte,
favoreció a los paulicianos heréticos y a los iconoclastas y agotó al pueblo con
impuestos opresivos, de manera que fue odiado universalmente. En julio del 811,
el emperador fue muerto en una batalla con los búlgaros. Su hijo, Stauracio,
quien había sido herido en la misma batalla, fue proclamado emperador, pero fue
depuesto por los hombres principales del imperio porque seguía el mal ejemplo de
su padre. El 2 de octubre del 811, con la aprobación del patriarca, Miguel
Rhangabe, cuñado de Stauracio, fue elevado al trono.
El nuevo emperador
prometió, por escrito, defender la fe y proteger tanto al clero como a los
monjes, y fue coronado con mucha solemnidad por el patriarca Nicéforo. Miguel
tuvo éxito en la reconciliación entre el patriarca y Teodoro de Studita. El
patriarca volvió a deponer al sacerdote José y retiró sus decretos contra
Teodoro y sus partidarios. Por el otro lado, Teodoro, Platón y la mayora de sus
adeptos reconocieron al patriarca como el cabeza legítimo de la Iglesia
bizantina, y trataron de traer a los rebeldes de regreso a la obediencia. El
emperador también había recurrido al papado en relación con estas riñas y
obtenido una carta de aprobación de León. Por otra parte, el patriarca ahora
envió al Papa la tradicional notificación por escrito de su instalación en el
cargo (Synodica). En ella trató de justificar el retraso con la tiranía del
anterior emperador, entretejió una intrincada confesión de fe y prometió
notificar a Roma en el momento apropiado en lo referente a todas las cuestiones
importantes.
El emperador Miguel era un hombre honorable de buenas intenciones, pero
débil y dependiente. Por consejo de Nicéforo, mandó matar a los heréticos y
sediciosos paulicianos y trató de suprimir a los iconoclastas. El patriarca
intentó por todos los medios establecer una disciplina monástica entre los
monjes, y suprimir los monasterios dobles, que habían sido prohibidos por el
séptimo concilio ecuménico. Tras su total derrota, el 22 de junio del 813, en la
guerra contra los búlgaros, el emperador perdió toda autoridad. Con la
aprobación del patriarca, renunció y entró en un monasterio con sus hijos. El
general del pueblo, León el Armeno, se convirtió en emperador el 11 de julio del
813. Cuando Nicéforo exigió la confesión de fe, antes de la coronación, León la
postergó.
No obstante esto, Nicéforo lo coronó, pero luego León de nuevo
renunció a hacer su confesión. En cuanto el nuevo emperador había asegurado la
paz del imperio con la derrota de los búlgaros, sus verdaderas opiniones
comenzaron a aparecer gradualmente. Entró en relación con los oponentes de las
imágenes, entre los cuales se hallaba un número de obispos; poco a poco se
volvió más evidente que estaba preparando un nuevo ataque contra la veneración
de las imágenes. Ahora, con intrépida energía, el patriarca Nicéforo procedió
contra las maquinaciones de los iconoclastas. Llevó a juicio a varios
eclesiásticos opuestos a las imágenes ante un sínodo y forzó a un abad llamado
Juan y también al obispo Antonio de Sileo a la sumisión. La aquiescencia del
obispo Antonio fue meramente simulada.
En diciembre del 814, Nicéforo tuvo una larga conferencia con el emperador
acerca de la veneración de imágenes, pero no se llegó a ningún acuerdo. Luego el
patriarca envió a varios obispos y abades doctos para convencerlo de la verdad
de la posición del patriarca en cuanto a la veneración de las imágenes. El
emperador deseó un debate entre los representantes de las opiniones dogmáticas
opuestas, pero los adeptos de la veneración de las imágenes rehusaron participar
en dicha conferencia, puesto que el séptimo concilio ecuménico ya había resuelto
la cuestión. Entonces Nicéforo convocó una asamblea de obispos y abades en la
iglesia de santa Sofía, lugar donde excomulgó al obispo Antonio de Sileo, quien
haba perjurado. Un gran número de laicos también estuvo presente en esta
ocasión, y el patriarca junto con el clero y el pueblo permaneció en la iglesia
toda la noche orando. El emperador después citó a Nicéforo, y el patriarca fue
al palacio imperial acompañado de abades y monjes.
Nicéforo primero tuvo una
conversación larga y en privado con el emperador, en la cual inútilmente intentó
por todos los medios disuadir a León de su oposición a la veneración de
imágenes. El emperador reicibió a los que habían acompañado a Nicéforo, entre
ellos a siete metropolitanos y al abad Teodoro de Studita. Todos repudiaron la
interferencia del emperador en cuestiones dogmáticas y una vez más rechazaron la
proposición de León de celebrar una conferencia. El emperador luego ordenó a los
abades a guardar silencio sobre el asunto y les prohibió llevar a cabo
reuniones. Teodoro declaró que el silencio con esas condiciones sería traición y
expresó simpatía por el patriarca, a quien el emperador prohibió llevar a cabo
servicio público en la iglesia. Nicéforo enfermó; cuando se recuperó, el
emperador lo citó para defender su modo de proceder ante un sínodo de obispos
que simpatizaba con el iconoclasma. Mas el patriarca no reconocería el sínodo e
hizo caso omiso a las citaciones. El conciliábulo ahora ordenaba que ya no se le
llamara patriarca. Su casa fue rodeada de multitudes de enfadados iconoclastas,
que le gritaron amenazas e improperios. Fue vigilado por soldados y no se le
permitió realizar ningún acto oficial. Protestando contra este modo de proceder,
el patriarca notificó a León que juzgaba necesario renunciar a la sede
patriarcal. Acto seguido, fue arrestado a medianoche en marzo del 815 y
desterrado al monasterio de san Teodoro, que había construido en el
Bósforo.
León ahora elevó al patriarcado a Teodoto, un laico casado y analfabeto que
favorecía el iconoclasma. Teodoto fue consagrado el 1ero de abril del 815. El
exiliado Nicéforo perseveró en su oposición y escribió varios tratados contra el
iconoclasma. Tras el asesinato del emperador León, el 25 de diciembre del 820,
Miguel el amoriano ascendió al trono, y los defensores de la veneración de
imágenes fueron ahora tratados con mayor consideración. Sin embargo, Miguel no
consentiría a una restauración propiamente dicha de las imágenes, como le exigía
Nicéforo, pues declaró que no deseaba interferir en asuntos religiosos y dejaría
todo como estaba. En consecuencia, las medidas hostiles del emperador León no
fueron revocadas, aun cuando la persecución cesó. Nicéforo recibió permiso para
regresar del exilio si prometía permanecer callado.
Él, no obstante, no
aceptaría y permaneció en el monasterio de san Teodoro, donde continuó
defendiendo, por discurso y por escrito, la veneración de las imágenes. Los
tratados dogmáticos que escribió, principalmente sobre este tema, son los
siguientes: una Apología para la Iglesia católica en lo concerniente al recién
surgido cisma en relación a las sagradas imágenes (Migne, P.G., C, 833-849),
escrita en el 813-814; un tratado más largo en dos partes; la primera es una
Apología para la fe pura y no adulterada de los cristianos en contra de quienes
nos acusan de idolatría (Migne, loc. Cit., 535-834); la segunda parte contiene
el Antirrhetici, una refutación de un escrito del emperador Constantino
Coprónimo sobre las imágenes (loc. Cit., 205-534). Nicéforo añadiá a su segunda
parte setenta y cinco extractos de escritos de los Padres [editados por Pitra,
Spicilegium Solesmense, I (Pars, 1852), 227-370]; en otros dos escritos, que
aparentemente van juntos, se examinan y explican pasajes de escritores antiguos
que habían sido usados por los enemigos de las imágenes para sostener sus
opiniones. Ambos tratados fueron editados por Pitra; el primero Epikisis en
Spicilegium Solesmense, I, 302-335; el segundo Antirresis en el mismo, I,
371-503, y IV, 292-380. Estos dos tratados hablan de pasajes de Macario Magno,
Eusebio de Cesarea y de un escrito equivocadamente atribuido a Epifanio de Ciro.
Pitra editó otra obra que justificaba la veneración de imágenes titulada Antirrheticus adversus iconomachos (Spicil. Solesm., IV, 233-291). Un último y, al parecer, especialmente importante tratado sobre esta cuestión no ha sido publicado. Nicéforo también dejó dos pequeñas obras históricas; una conocida como el Breviarium, la otra como Chronographis; ambas fueron editadas por C. De Boor, Nicephori archiep. Const. Opuscula historica, en la Bibliotheca Teubneriana (Leipzig, 1880). Al final de su vida fue venerado y tras su muerte fue considerado santo.
Pitra editó otra obra que justificaba la veneración de imágenes titulada Antirrheticus adversus iconomachos (Spicil. Solesm., IV, 233-291). Un último y, al parecer, especialmente importante tratado sobre esta cuestión no ha sido publicado. Nicéforo también dejó dos pequeñas obras históricas; una conocida como el Breviarium, la otra como Chronographis; ambas fueron editadas por C. De Boor, Nicephori archiep. Const. Opuscula historica, en la Bibliotheca Teubneriana (Leipzig, 1880). Al final de su vida fue venerado y tras su muerte fue considerado santo.
En el 874, sus huesos fueron trasladados a Constantinopla con mucha pompa
por parte del Patriarca Metodio y fue enterrado el 13 de marzo en la Iglesia de
los Apóstoles.
Su fiesta se celebra en este día tanto en la iglesia griega como en la
romana.
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Fuente: ACI Prensa
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