Beato Mancio Araki, Mártir
Jukio 8
Jukio 8
n.: c. 1590 - †: 1626 - país: Japón
canonización: B: Pío IX 7 may 1867
En Shimabara, en Japón, beato Mancio Araki, mártir, que por haber hospedado en su casa al beato Francisco Pacheco, presbítero, fue encerrado en la cárcel, donde murió consumido por la tisis.
refieren a este santo: Beatos Matías Araki y siete compañeros
Mancio Firozayemon Araki era persona de clase
acomodada, nacido en el seno de una familia ya cristiana, que lo educó en la fe,
haciendo de él un hombre de sólidas convicciones católicas. Vivía en la misma
casa con su hermano Matías y decidieron ambos hermanos dar acogida en ella a los
misioneros
cristianos.
Por un lado su casa, situada en el pueblo de
Coxinorxu, reino de Arima, estaba suficientemente alejada y discreta como para
que pudiera pasar inadvertida la presencia en ella de algún sacerdote. Por otra
parte, en el reino de Arima no se estaban urgiendo los decretos persecutorios
contra el cristianismo. Pero cuando en abril de 1625 el rey de Arima visitó la
corte imperial y vio cómo eran perseguidos los cristianos, cobró miedo de que su
blandura se viera como desobediencia al Emperador y decidió entonces urgir la
persecución en sus
territorios.
Cuando esto se hizo público, los más de los
cristianos se dispusieron al martirio, pero no faltaron apóstatas que querían a
todo trance salvar la vida y se ofrecieron a delatar el paradero de los
misioneros y de los que los ocultaban. Se hallaba en casa de Mancio y Matías el
padre jesuita beato Francisco Pacheco, provincial de la Compañía en Japón. Un
delegado del rey, sabiendo el paradero del P. Pacheco, se llegó al pueblo de
Mancio y Matías, puso guardias en todas las salidas y se dirigió a la casa. El
P.
Pacheco, al conocer la presencia de los soldados,
salió a la puerta de la casa, intentando evitar que Mancio y Matías fueran
acusados de alojarle, pero ambos hermanos fueron obligados a salir y se les
arrestó como al misionero. Los tres, junto con otros detenidos, fueron llevados
a la cárcel y tuvieron una severa prisión. Mancio, enfermo de tuberculosis,
empeoró notablemente, y pese a los ruegos de sus compañeros se le dejó morir en
la cárcel, donde exhaló su alma el 8 de julio de 1626. Cuatro días más tarde su
cadáver fue llevado a la colina de Nagasaki, donde sus compañeros fueron
martirizados y el cadáver de Mancio quemado. Uno de los mártires, el beato Juan
Tanaka, le dio un abrazo al cadáver en señal de veneración por el cuerpo de un
mártir. Fue beatificado por el papa Pío IX el 7 de julio de
1867.
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fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
Tomado de: eltestigofiel.com
fuente: «Año Cristiano» - AAVV, BAC, 2003
Tomado de: eltestigofiel.com
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