San Simón de Lipnica, Sacerdote
Franciscano
Julio 18
Martirologio Romano: En Cracovia, ciudad de
Polonia, san Simón de Lipnica, presbítero de la Orden de los Hermanos Menores,
insigne por su predicación y por su devoción al nombre de Jesús, que, impulsado
por su caridad, se entregó al cuidado de los apestados moribundos, deseando
ardientemente incluso morir por ellos (1482).
Etimología: Simón = Aquel a quien Dios escucha, es de
origen hebreo.
Simón nació en Lipnica Murowana, en la Polonia meridional,
entre los años 1435 y 1440. Sus padres, Gregorio y Ana, supieron darle una sana
educación, inspirada en los valores de la fe cristiana, y, a pesar de su modesta
condición, se preocuparon de asegurarle una adecuada formación cultural. Simón
creció con un carácter piadoso y responsible, una natural predisposición a la
oración y un tierno amor a la Madre de Dios.
En 1454, se trasladó a
Cracovia para asistir a la famosa Academia Jagellónica. En ese tiempo san Juan
de Capistrano entusiasmaba a la ciudad con la santidad de su vida y el fervor de
su predicación, atrayendo a la vocación franciscana a un nutrido grupo de
jóvenes generosos. El 8 de septiembre de 1453 el santo italiano había fundado en
Cracovia el primer convento de la Observancia, bajo el título de «San Bernardino
de Siena», santo que había sido canonizado poco tiempo antes. Por tal motivo los
frailes menores de aquel convento fueron llamados por el pueblo
«bernardinos».
En 1457, también el joven Simón, fascinado por el ideal
franciscano, prefirió adquirir la preciosa perla del Evangelio, interrumpiendo
un rico acontecer de éxitos. Junto con otros diez compañeros de estudios, pidió
ser admitido en el convento de Stradom.
Bajo la sabia guía del maestro de
novicios, P. Cristóforo de Varese, religioso eminente por su doctrina y santidad
de vida, Simón recorrió con generosidad la vida humilde y pobre de los frailes
menores, y recibió la ordenación sacerdotal hacia el año 1460. Ejerció su primer
ministerio en el convento de Tarnów, donde fue Guardián de la fraternidad. A
continuación, se estableció en Stradom (Cracovia), dedicándose incansablemente a
la predicación evangélica, con palabra limpia, llena de ardor, de fe y de
sabiduría, que dejaba entrever su profunda unión con Dios y el prolongado
estudio de la Sagrada Escritura.
Como san Bernardino de Siena y san Juan
de Capistrano, Fr. Simón difundió la devoción al Nombre de Jesús, obteniendo la
conversión de innumerables pecadores. En 1463, primero entre los Frailes
Menores, ocupó el oficio de predicador en la catedral de Wawel. Por su entrega a
la predicación evangélica, las fuentes biográficas antiguas le confirieron el
título de «Predicador ferventísimo».
Deseoso de rendir homenaje a san
Bernardino de Siena, inspirador de su predicación, el 17 de mayo de 1472, junto
con otros frailes polacos, llegó a L´Aquila para participar en el solemne
traslado del cuerpo del santo al nuevo templo erigido en su honor. Volvió a
Italia en 1478 con ocasión del Capítulo general celebrado en Pavía. En esta
ocasión pudo satisfacer su deseo profundo de visitar las tumbas de los
Apóstoles, en Roma, y proseguir después su peregrinación a Tierra Santa. Vivió
esta experiencia en espíritu de penitencia, de verdadero amante de la Pasión de
Cristo, con la oculta aspiración de derramar la propia sangre por la salvación
de las almas, si así agradara a Dios. Imitando a san Francisco en su amor a los
Santos Lugares santos y por si fuera capturado por los infieles, antes de
emprender el viaje quiso aprender de memoria la Regla de la Orden «para tenerla
siempre delante de los ojos de la mente».
El amor de Simón a los hermanos
se puso de manifiesto de manera extraordinaria en el último año de su vida,
cuando una epidemia de peste devastó Cracovia. De julio de 1482 al 6 de junio de
1483 la ciudad estuvo bajo el flagelo de la enfermedad. En la desolación
general, los franciscanos del convento de San Bernardino se prodigaron
incansablemente en el cuidado de los enfermos, como verdaderos ángeles del
consuelo.
Fr. Simón afrontó aquella situación como un «tiempo propicio»
para ejercitar la caridad y para llevar a cabo la ofrenda de la propia vida. Por
todas partes pasó confortando, prestando ayuda, administrando los sacramentos y
anunciando la consoladora Palabra de Dios a los moribundos. Pronto resultó
contagiado. Soportó con extraordinaria paciencia los sufrimientos de la
enfermedad y, próximo a la muerte, expresó el deseo de ser sepultado en el
umbral de la iglesia, para que todos pudieran pisotearlo. El 18 de julio de
1482, sexto día de enfermedad, sin temor a la muerte y con los ojos fijos en el
crucifijo, entregó su alma a Dios.
Ha gozado de un culto «inmemorial»,
confirmado por el papa Inocencio XI el 24 de febrero de 1685. Su causa de su
canonización, retomada por el Santo Padre Pío XII el 25 de junio de 1948,
culminó el 3 de junio del año 2007 día en que fue canonizado, después del
reconocimiento de la curación prodigiosa acaecida en Cracovia el año 1943, y
atribuida a la intercesión del beato Simón, con decreto del Santo Padre
Benedicto XVI del 16 de diciembre de 2006.
San Simón de Lipnica supo
armonizar admirablemente el compromiso de la evangelización y el testimonio de
la caridad, que brotaba de su gran amor a la Palabra de Dios y a los hermanos
más pobres y que más sufren.
=
Autor: Fr. Luca M. De Rosa, OFM, Postulador
General - Fuente:
Franciscanos.org
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