Santa Valeria de Limoges, Virgen
y
Mártir
Diciembre 9
s. III. Según la leyenda,
Marcial, obispo de Limoges, convirtió y bautizó a Valeria y a su madre, Susana.
Susana murió poco tiempo después, dejando a Marcial una gran fortuna. Valeria,
ya cristiana, legó a los pobres la parte de su herencia y consagro a Dios su
virginidad.
Esteban, su prometido, regresó de la guerra, y Valeria, continúa la tradición, le rogó que olvidase sus amores, confesándole cómo se había prometido a otro y más poderoso Señor. Pero el celoso enamorado, no le dejó terminar las explicaciones: sacó la espada, y la cortó la cabeza.
Y entonces, mientras su alma volaba al cielo, el cuerpo de Valeria se levantó, recogió su cabeza, se encaminó a deponerlo a los pies de Marcial. El novio que vio esto, se arrodilló llorando a los pies del obispo, pidiéndole perdón, cumplió una amarga penitencia, y finalmente recibió el bautismo.
Hasta aquí la leyenda. Sabemos que existen los restos de una mártir en Limoges venerada antes del año Mil.
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