La Expectación del Parto
Diciembre 18
El gozo esperanzado que poseyó Santa María por el futuro próximo de su parto.
Cuando se espera algún acontecimiento importante que trae consigo tristeza y pena la reacción espontánea de la persona normal es de temor acompañado a veces por la congoja y angustia que tiende a aumentarse por la fantasía ante la consideración de los males futuros previsibles. Cuando por el contrario se prevé la llegada de un bien que tiene una entidad considerable se vive en una espera atenta y presurosa que va desde el anhelo y la ansiedad hasta la euforia acompañada de una prisa impaciente. A mayor mal futuro, más miedo; a mejor bien futuro, más esperanza gozosa.
Algo de esto pasó al Pueblo de Israel que conocía su carácter de 
transitoriedad funcional, al menos en los círculos más creyentes o 
especializados en la espiritualidad premesiánica. El convencimiento de que la 
llegada del Mesías Salvador era inminente hizo que muchos judíos piadosos 
vivieran en una tensión de anhelo creciente —basta pensar en el anciano Simeón— 
hasta poder descubrir en Jesús al Mesías que se había prometido a la humanidad 
desde los primeros tiempos posteriores al Pecado. 
Era todo un Adviento.
Y como el Mesías llega por la Madre Virgen, es imposible preparar la 
Navidad prescindiendo de la contemplación del indecible gozo esperanzado que 
poseyó Santa María por el futuro próximo inmediato de su parto. Eso es lo que se 
quiere expresar con "La Expectación del Parto", o "El día de Santa María" como 
se le llamó también en otro tiempo, o "Nuestra Señora de la O" como popularmente 
también se le denomina hoy.
Fue en España, concretamente en Toledo, en el décimo concilio que se 
celebró en el año 656, siendo S. Eugenio III el obispo de aquella sede y que 
posteriormente un muy devoto de la Virgen María —San Ildefonso- se tomó bastante 
en serio propagar.
La intuición del pueblo denominando a la expectante Doncella joven "Virgen 
de la O" está basada en la directa contemplación de las obras pictóricas o 
esculturales que presentan piadosamente la natural redondez abultada de la 
Virgen grávida.
El origen del título es no obstante más espiritual, más fino, más litúrgico 
y menos somático. Tiene su origen en que las antífonas marianas del rezo de 
vísperas comienzan con la O: O Sapientia, O Adonai, O Enmanuel... veni!
Se me ocurre advertir una vez más que tienen un notable valor catequético 
las dignas representaciones de los misterios de la fe, y que, en ocasiones, 
enseñan al pueblo sencillo más que los libros y la misma liturgia. Es bueno 
tenerlo en cuenta a la hora de atender las peticiones de las modas iconoclastas 
que a temporadas van vienen por las iglesias.
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Autor: Archidiócesis de Madrid

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