San Bruno Serunkuma, Mártir de Uganda
Junio 3
1886 d.C Bruno nació en Buddu y pertenecía al clan Ndiga. Pasó su vida en
el palacio real porque era hijo del gran guerrillero Namujulirwa, que se había
distinguido en el servicio del rey Suna y había acompañado a Stanley en una de
sus expediciones. Poco antes de la muerte del rey, Namujulirwa cayó en desgracia
y Mutesa decretó su muerte. Antes de ser atravesado por las lanzas, dijo a sus
verdugos: "Esperad un poco, dejadme contemplar este país en el que el rey Suna
me había dado una jefatura".
Serunkuma heredó la valentía de su padre. Poseía un carácter brusco y duro.
Guardián del palacio real, pronto adquirió fama y se le encargó del trato de los
esclavos. Si alguno de ellos no cumplía responsabñemente sus obligaciones, lo
golpeaba con un palo.
Su espíritu lúcido lo condujo a considerar seriamente las obligaciones que
comportaría su conversión. Debido a la instrucción catequética que fue
recibiendo en la corte, fue madurando y mejorando su conducta. Pero el ambiente
paragano en que vivía ejercía una influencia maléfica sobre él.
El rey le confió una recaudación importante y él se aprovechó. Además,
compró dos muchachas basoga capturadas en la guerra y retuvo a una de ellas como
concubina. El misionero lo llamó y le hizo comprender que su conducta no era
digna de un discípulo de Cristo y que esto podría retrasar su bautismo.
Impresionado por estas palabras, se arrepintió e hizo penitencia. Abandonó la
casa de su hermano, Alejandro Kadoko, y comenzó a habitar en el palacio y a
visitar frecuentemente a Carlos Lwanga y a los católicos de su grupo.
Al cumplir los 25 años, Serunkuma renunció a su trabajo como pale para
servir al rey como soldado. Fue en estas circunstancias cuando se unió a
Ponciano Ngondwe, otro de los futuros mártires. El 16 de noviembre de 1885, un
día después del martirio de José Mukasa, Bruno se dirigió a la misión en
compañía de Carlos Lwanga, Santiago Buzabaliawo, Andrés Kiwanuka, José
Nsingisira y algunos otros y se hizo bautizar. Fue una ceremonia sencilla y
hecha con toda discreción y brevedad para que la noticia no llegara a oídos de
Mwanga.
Bruno habitaba en el palacio y el dçia que Mwganga pronunciço la sentencia
contra los pajes cristianos, no quiso perderse aquella ocasión de dar su vida
por Dios y se unió al grupo capitaneado por Carlos Lwanga.
Sus numerosos amigos hicieron todo lo posible por salvarlo.
-¡Que renuncie a su religión y lo perdonaré!-dijo el rey.
-¡Que renuncie a su religión y lo perdonaré!-dijo el rey.
Lo llevaron a casa de Lutaya, persona influyente en la corte. Este musulmán
se había casado con la hermana de Bruno, pero se había separado de ella y ahora
odiaba a los cristianos. Hizo apalear brutalmente a Bruno, pero éste se mantuvo
firme y dijo:
-¡Llevadnos, matadnos! ¿por qué nos hacéis esperar? Moriremos en lugar
vuestro, y quizá vosotros no moriréis cuando nosotros hayamos pagado vuestro
tributo a la muerte.
En su camino hacia la hoguera, pasaron cerca de la plantación de su hermano
Bosa y Bruno, devorado por la sed, gritó:
-Tráeme un poco de vino de banana, que me muero de sed.
-Tráeme un poco de vino de banana, que me muero de sed.
El hermano acudió con la bebida y Bruno le dijo:
-Bosa, hermano mío, nos conducen a la muerte. Vamos al cielo a preparar vuestros puestos. Una fuente que tiene muchos manantiales no puede agotarse: cuando nosotros hayamos desaparecido, vendrán otros cristianos, y en gran número.
-Bosa, hermano mío, nos conducen a la muerte. Vamos al cielo a preparar vuestros puestos. Una fuente que tiene muchos manantiales no puede agotarse: cuando nosotros hayamos desaparecido, vendrán otros cristianos, y en gran número.
Bosa, profundamente emocionado, dio de beber a su hermano sin proferir
palabra. Pero Bruno lo miró a los ojos y rechazó la bebida
diciendo:
-Jesucristo no bebió en la cruz, tampoco yo beberé.
-Jesucristo no bebió en la cruz, tampoco yo beberé.
Fue quemado vivo en Namugongo el 2 de junio de 1886. Desde las llamas se
distnguía su voz que de decía a los verdugos: "Vosotros matáis el cuerpo, pero
no podéis matar el alma, que pertenece a Dios".
Luego se le oyó rezar con los otros mártires, hasta que aquella última
oración se debilitó a medida que las llamas consumían sus curpos. Bruno
Serunkuma tenía 32 años. También su hermano de padre, Alejandro Kadoko, jefe de
Kitebi, y de religión protestante, fue apaleado antes de ser pasto de las llamas
aquel mismo día.
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