San Hipacio de
Bitinia, Monje
Junio 17
Martirologio Romano: En Bitinia, san Hipacio, hegúmeno del monasterio de
los Rufinos, quien, de vida austera y duros ayunos, enseñó a sus discípulos la
perfecta obediencia de la observancia monástica, y a los seglares el verdadero
temor de Dios. c. 446.
Su vida ha llegado hasta nosotros gracias a un discípulo llamado Calínico.
Nació en Frigia, y fue educado por su padre, un hombre culto y estudioso que
tenía la ambición de que su hijo siguiese sus pasos. Sin embargo, Hipacio se
inclinó siempre hacia la vida religiosa. A la edad de dieciocho años, tras una
despiadada paliza que le propinó su padre, escapó de la casa y, se dirigió hacia
la Tracia. Ahí trabajó como pastor durante un tiempo bastante largo.
Un sacerdote que le oyó cantar, se interesó por él y le enseñó el Salterio
y los cánticos. Tal vez por consejo de aquel sacerdote, Hipacio se unió a un
solitario, un antiguo soldado llamado Jonás, con quien vivió entregado a la
oración y una penitencia tan rigurosa, que, según cuenta la leyenda, ambos se
abstenían de comer o de beber, a veces, durante cuarenta días
consecutivos.
Posteriormente, Hipacio y Jonás se trasladaron a Constantinopla, donde éste último se quedó a vivir. Hipacio cruzó los estrechos para ir al Asia Menor otra vez e, instalado en Calcedonia de Bitinia, en las ruinas del monasterio de los Rufinos, emprendió una misión para revivir la práctica de la religión. Vivió pobremente, con duros ayunos y enseñó a sus alumnos la perfecta obediencia y el temor de Dios a todos.
Cuando llegó a gobernar a una gran comunidad de monjes, se constituyó en un
defensor de la fe. Aun antes de que los errores de Nestorio fuesen condenados
por la Iglesia, el abad hizo que se borrara el nombre del jerarca de los libros
oficiales de su iglesia, a pesar de las protestas del obispo Eulalio de
Calcedonia. Cuando san Alejandro "el Acemeta" y sus monjes huyeron de
Constantinopla a Bitinia, fue Hipacio quien les dio hospitalidad generosa en su
monasterio. San Hipacio, apodado "el estudioso de Cristo," se hizo famoso por
sus milagros y profecías. Al parecer, murió a a la edad de ochenta años.
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«Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Fuente: eltestigofiel.com
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