San Odulfo de Utrecht, Presbítero
Junio 12
†: c. 855 - país: Países Bajos
canonización: culto local
En Utrecht, en la región de Gueldres, en Lotaringia, san Odulfo, presbítero, que evangelizó al pueblo de Frisia.
Entre los misioneros que ayudaron a san Federico en la
evangelización de Frieslandia, el que obtuvo mayores triunfos fue, sin duda, san
Odulfo. Hasta la fecha se encuentran todavía iglesias dedicadas a él, en Bélgica
y Países Bajos. Odulfo nació en Oorschot, en la región norte de Brabante; una
vez ordenado sacerdote, se hizo cargo de la parroquia en su ciudad natal; pero
al poco tiempo fue trasladado a Utrecht, donde atrajo la atención de san
Federico, el obispo de la diócesis. Su elocuencia como predicador y su amplia
cultura indujeron a Federico a enviarlo a la Frieslandia, cuyos habitantes sólo
se hallaban parcialmente convertidos. Muchos años pasó san Odulfo en aquellas
tierras y trabajó con muy buenos frutos.
De acuerdo con las viejas crónicas, convertía a sus auditorios por medio de reiteradas instrucciones, prédicas, pláticas y admoniciones que condujeran a las gentes por el camino de la verdad, «hasta que aquellos mismos hombres que podían haberse comparado con lobos feroces, se transformaron, por virtud de la doctrina del bien, en mansos corderos». A pesar de que anduvo por todas las regiones de la Zanlandia, su centro de operaciones quedó establecido en Stavoren; ahí tenía una iglesia y fundó un monasterio. A pesar de las reiteradas invitaciones para que regresase a su país, perseveró en su tarea de misionero hasta una edad muy avanzada. Sólo entonces regresó a Utrecht, donde murió alrecedor del año 855. Su cuerpo desapareció de la sepultura, quizá robado durante una incursión de los nórdicos y llevado a Inglaterra donde fue sepultado de nuevo, en la abadía de Evesham, en el año de 1034.
De acuerdo con las viejas crónicas, convertía a sus auditorios por medio de reiteradas instrucciones, prédicas, pláticas y admoniciones que condujeran a las gentes por el camino de la verdad, «hasta que aquellos mismos hombres que podían haberse comparado con lobos feroces, se transformaron, por virtud de la doctrina del bien, en mansos corderos». A pesar de que anduvo por todas las regiones de la Zanlandia, su centro de operaciones quedó establecido en Stavoren; ahí tenía una iglesia y fundó un monasterio. A pesar de las reiteradas invitaciones para que regresase a su país, perseveró en su tarea de misionero hasta una edad muy avanzada. Sólo entonces regresó a Utrecht, donde murió alrecedor del año 855. Su cuerpo desapareció de la sepultura, quizá robado durante una incursión de los nórdicos y llevado a Inglaterra donde fue sepultado de nuevo, en la abadía de Evesham, en el año de 1034.
A principios del siglo trece, apareció una historia muy
desagradable en un manuscrito inglés (Rawlinson A. 287, en la Bodleiana),
comprendido en las Crónicas de Evesham. Se relata ahí que san Odulfo se hallaba
en el acto de celebrar la misa el día de Pascua, cuando un ángel le ordenó que
se apresurase a tomar un barco que habría de conducirlo al lugar donde su amigo
san Federico se disponía a oficiar la misa, no obstante haber cometido un
terrible pecado.
El barco navegó hasta Utrecht con increíble rapidez, puesto que Odulfo tuvo tiempo de advertir a su amigo, de oír su confesión y de celebrar el santo sacrificio en su lugar. Inmediatamente después, san Federico desapareció para entregarse a la más rigurosa penitencia durante diez años y, en ese lapso, Odulfo ocupó el cargo de obispo de Utrecht.
Al cabo de los diez años, Federico, transformado en un modelo de todas las virtudes, reanudó sus deberes episcopales y, a fin de cuentas, murió entre la veneración general por los milagros realizados. Por supuesto que, en la historia seria, no existe el menor fundamento para certificar ese acontecimiento tan escabroso, pero la inclusión de semejante narración es una curiosa ilustración sobre la tendencia medieval a dar crédito a cualquier fábula en la que los personajes venerables apareciesen como pecadores.
El barco navegó hasta Utrecht con increíble rapidez, puesto que Odulfo tuvo tiempo de advertir a su amigo, de oír su confesión y de celebrar el santo sacrificio en su lugar. Inmediatamente después, san Federico desapareció para entregarse a la más rigurosa penitencia durante diez años y, en ese lapso, Odulfo ocupó el cargo de obispo de Utrecht.
Al cabo de los diez años, Federico, transformado en un modelo de todas las virtudes, reanudó sus deberes episcopales y, a fin de cuentas, murió entre la veneración general por los milagros realizados. Por supuesto que, en la historia seria, no existe el menor fundamento para certificar ese acontecimiento tan escabroso, pero la inclusión de semejante narración es una curiosa ilustración sobre la tendencia medieval a dar crédito a cualquier fábula en la que los personajes venerables apareciesen como pecadores.
La biografía de San Odulfo impresa en el Acta Sanctorum,
junio, vol. III, no es muy digna de confianza. Véase también a Macray, Chronicle
of Evesham (Rolls Series), pp. 313-320. N.ETF: no he conseguido saber a qué
región en concreto se refiere el autor con «Zanlandia», quizás Zelandia, que es
una de las provincias de los Países Bajos, aunque en la parte opuesta a
Frislandia, que es donde queda Stavoren; quizás se trate de una metonimia por el
nombre de todo el territorio, como es habitual también llamar Holanda a toda esa
región, por el de su parte más
conocida.
=
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
Tomado de: eltestigofiel.com
todo eso es mentira no es cierto lo q dijo los que publicaron esto no saben nada
ResponderBorrarsolo lo copio xq es tarea de la escuela pero sino ni en pe**
Quienes dudan de la Santa Verdad contenida en la Hagiografía Católica está poseso por el espíritu maligno de la soberbia.
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