Santos Mártires de Uganda, San Carlos Luanga, y 12 compañeros
Junio 3
Esa mañana, cuando el rey Mwanga reunió la corte, vibraba en el aire
una espasmódica espera. En la sala se notaba la presencia insólita de
algunos energúmenos, mientras el grupo de los pajes reales, espléndidos
ejemplares de belleza negra, se agolpaban alrededor del trono. Mwanga
les dio una orden extraña: “Todos los que no quieran
rezar pueden quedarse aquí cerca del trono; en cambio, los que quieran
rezar reúnanse allá contra la pared”.
El jefe de los pajes, Carlos
Lwanga, fue el primero en apartarse, y luego lo siguieron otros quince.
“¿Pero ustedes rezan de verdad?”, preguntó el rey. “Sí, señor mío,
nosotros rezamos de verdad” contestó Carlos en nombre de todos sus
compañeros cristianos, que habían pasado toda la noche anterior rezando.
“¿Y están resueltos a seguir rezando?” insistió el rey. “Sí, señor mío,
siempre, hasta la muerte”. “Entonces, mátenlos” les dijo bruscamente el
rey a los verdugos. En efecto, “rezar” equivalía a “ser cristianos” en
ese reino de Mwanga, rey de Buganda, una región que actualmente
pertenece a Uganda. Y en el reino de Mwanga rezar, es decir, ser
cristianos, estaba absolutamente prohibido.
Los comienzos, en
realidad, habían sido buenos. El rey Mutesa al principio había acogido
bien, en 1879, a los Padres Blancos de Lavigérie, que después tuvieron
que retirarse por las intrigas de algunos jefes. Después, en 1885,
fueron llamados nuevamente por Mwanga, y encontraron cristianos
comprometidos que ocupaban cargos de responsabilidad. El “katikiro”, una
especie de canciller, había tramado una conjuración contra el rey, pero
fue descubierto por los cristianos.
Entonces este se alió con los
notables y brujos, y esta alianza fue fatal para los cristianos. José
Mukasa Balikuddembe, consejero del rey, fue decapitado el 15 de
noviembre de 1885; en mayo de 1886 fueron muertos Dionisio Sbuggwawo,
Ponciano Ngondwe, Andrés Kaggwa, Atanasio Bazzekuketta, Gonzaga Gonga,
Matías Kalemba, Noé Mwaggali.
Después les tocó el turno a los
pajes de los que hablábamos; pero tres se salvaron, según el uso,
sacados a suerte. Entre los trece “mártires” se encontraba Mbaga
Tuzinda, hijo del jefe de los verdugos. Naturalmente trató repetidamente
de salvarlo, pero él no quiso separarse de sus compañeros. Entre ellos
también había un niño de trece años, Kizito.
Los veintidós mártires de
Uganda fueron beatificados por Benedicto XV, y canonizados por Pablo VI
el 18 de octubre de 1964, en presencia de los Padres del Concilio
Vaticano II; y el mismo Pablo VI consagró en 1969 el altar del grandioso
santuario construido en Namugongo, en donde los trece pajes, dirigidos
por Carlos Lwanga, quisieron “rezar hasta la muerte”.
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