martes, septiembre 10, 2013

Nuestra Señora de las Maravillas

Nuestra Señora de las Maravillas
Septiembre 10
 
Innumerables maravillas ha obrado la Madre de Dios a lo largo de estos veinte siglos de historia de la Iglesia. Con razón el pueblo file invoca a la inmaculada esposa del Espíritu Santo, entre cientos de títulos, como Señora de las Maravillas.
 
HISTORIA:
En la capital española, el nombre Nuestra Señora de las Maravillas encuentra su origen. Paseando en el jardín de su convento un día de 1620, algunas fervorosas monjas carmelitas des cubrieron una imagen del Niño Jesús tendida sobre un grupo de flores conocidas por el nombre de maravillas. Llenas de sorpresa, no sabían de qué admirarse más, si del diminuto tamaño del Niño (siete centímetros apenas), si de su extrema hermosura, o si de las circunstancias en que fue encontrado. Con gran alegría y devoción lo llevaron a la capilla, donde le improvisaron un altar adornado con las mismas flores matizadas de amarillo y naranja en las que lo hallaron. Y comenzaron a llamarlo el Niño Jesús de las Maravillas.

Pocos años después llegó a Madrid una antigua imagen de la Virgen, que según consta procede del siglo XIII. En 1585 estaba expuesta a la veneración popular en el poblado de Ruedas viejas, pero en tan deplorable estado de conservación que el obispo de Salamanca la hizo retirar de la iglesia. Algunos parroquianos no estuvieron de acuerdo con esta decisión. Uno de ellos obtuvo permiso para conservar la imagen en su propia residencia. Tras algunas vicisitudes fue a parar a Madrid como propiedad de Ana Carpia, esposa del escultor Francisco de Albornoz, el cual la restauró a la perfección. A la residencia del católico matrimonio comenzó a llegar un número cada vez mayor de vecinos y conocidos para rezar frente a esa imagen, pues había corrido la noticia de que ahí María concedía favores a sus devotos. Un milagro la hizo famosa en la ciudad entera.

Un cazador, en medio de un lamentable arrebato de ira, había apuñalado brutalmente a un jovencito de los alrededores, dejándolo agónico.

La madre del niño fue corriendo a postrarse frente a la imagen, rogándole a la Virgen que curase a su hijo. Poco después, éste quedó totalmente sano y salvo.

Frente a semejante prodigio, seguido por muchos otros, el Vicario General de la diócesis ordenó a Ana Carpia que entregara la imagen a alguna iglesia.

La señora Carpia decidió elegir mediante un sorteo a uno de los cuatro conventos carmelitas entonces existentes en Madrid. La suerte recayó sobre el monasterio en que había aparecido años antes el Niño Jesús de las Maravillas. Así, el 17 de enero de 1627 Ana Carpia y su esposo hicieron estampar ante notario el acta de donación de la milagrosa imagen a las monjas carmelitas. El día 1º de febrero del mismo año, fue llevada al monasterio en una solemne procesión, señalada por un significativo hecho: durante todo el trayecto una blanca paloma sobrevoló a la imagen y entró con ella al interior de la ermita, donde se dejó tomar por las monjas, que la consagraron a la Virgen al día siguiente, 2 de febrero, fiesta de la Purificación de María, y la conservaron en el convento. Las monjas adornaban las manos sagradas de la imagen con las flores llamadas maravillas, hasta que en cierto momento una de ellas tuvo la inspirada idea de colocar sobre esas flores la minúscula imagen del Niño Jesús de las Maravillas, el que cobró un particular encanto sobre su trono floral. Con ello, la Madre terminó adoptando el nombre del Hijo: Nuestra Se ñora de las Maravillas.
Tal es el origen del bello nombre de la imagen venerada en Madrid.
 
MILAGROS:
En 1639, el rey Felipe IV sufrió un ataque de conspiradores, dejándolo gravemente herido. Se ordenaron oraciones en todos los templos por la salud del soberano, especialmente en la ermita de la Señora de las Maravillas. La reina Mariana de Austria pidió a las carmelitas un manto de la Virgen para ponerlo sobre el lecho del monarca. Tan pronto como fue colocado, el rey preguntó a la reina:
“¿Qué pusiste sobre mí, que me siento completamente bien?”.

En gratitud por tan señalado favor, el rey mandó construir a sus expensas la actual iglesia, inaugurada en 1646. Además, creó el patronato presidido por la reina y varios personajes de la corte, con la obligación de dotar al convento de las Maravillas con una renta annual. El rey iba muchas veces a realizar ejercicios espirituales con las carmelitas, asegurando que “le daban aliento para el ejercicio de sus altos deberes de Estado”.

Además de la cura del rey y del niño moribundo, muchos otros sucesos extraordinarios ocurrieron a lo largo de la historia de esta imagen. El 12 de agosto de 1675 se desató una gran tempestad durante el canto del “Salve Regina”. Un rayo penetró en la iglesia y lastimó a varias personas, entre ellas una pequeña de tres años que quedó como muerta. Afligido, su padre la tomó en los brazos y la puso sobre el altar de la Virgen, implorando misericordia.

Sorpresivamente, la niña volvió poco a poco en sí como si nada le hubiera pasado.
Y en 1689, un pintor que estaba trabajando en la bóveda de la iglesia se cayó sobre las piedras del presbiterio, pareciendo muerto. Ante la invocación de la Virgen y la aplicación de una estampa suya, volvió en sí y regresó a casa caminando con normalidad.
 
En la Catedral de Salvador, Bahía (Brasil):
Cuando en 1552 llegó al puerto de Bahía el primer obispo de Brasil, Mons. Pero Fernandes Sardinha, traía consigo una preciosa imagen de Nuestra Señora de las Maravillas, obsequio del Rey Don Juan III a la recién descubierta Tierra de Santa Cruz. Concluida la construcción de la Catedral de Salvador en 1624, su obispo, Mons. Marcos Teixeira, entronizó la bendita imagen en la principal capilla lateral, donde la Madre de Dios comenzó a recibir con benevolencia a todos cuantos llegaban a pedirle auxilio.
 
Pocos años después, el Niño Jesús que tenía en los brazos fue robado sacrílegamente, roto en pedazos y arrojado al basurero de la ciudad, donde fue hallado más tarde, aunque sin una piernecita. Una mujer que buscaba leña la encontró, y como no sabía lo que era la lanzó al fuego. Pero, para maravilla de la mujer, el pedacito de madera saltó fuera del fogón. Preservado de tal manera, fue posible restaurar el Divino Niño, que fue devuelto a los brazos de la Madre con suma devoción.
 
Nuestra Señora de las Maravillas en Cehegín (Murcia, España):
La historia de las Fiestas en honor a la Virgen de las Maravillas de Cehegín se remonta al mismo momento en el que la imagen llegó a la villa have más de 275 años.

Cehegín ya disponía de patrón, San Zenón. Pero la insistencia de los padres franciscanos del Convento de San Esteban hizo posible el acontecimiento de la llegada de la imagen de la Virgen a Cehegín en 1725.
En especial se recuerda la labor del Padre Francisco Moreno, que en 1723 logró que un capitán de navío mercante, Pedro Peretti, le encargara en Nápoles la imagen de una Virgen con el Niño en sus brazos, llevándola una vez acabada el mismo marino a la localidad.

Cuando la Virgen llegó el 25 de julio del año 1725 se aprovecharon los días de fiesta en honor a San Zenón para que también lo fueran en honor de la Virgen. De esta forma quedaron instaurados el día 9 de septiembre el de Zenón, y el 10 el de la Virgen. El nombre con el que se iba a invocar a esta imagen fue el de "Maravillas", aunque no estuviera acuñado en el santoral.

El culto a la Virgen se impuso rápidamente y desbancó a la Virgen de la Peña. No tardó en convertirse en co-patrona de la ciudad junto a San Zenón.

Al mismo llegar caló en los corazones de los cehegineros, y el pueblo se volcó con ella. Poco tiempo después muchas niñas ya llevaban su nombre, y en 1734 se dota a la Virgen y el Niño con coronas de plata.
 
Consolidación y devoción de la imagen:
El culto a la Virgen de las Maravillas siguió aumentando a pasos agigantados, hasta que a finales del siglo XIX comienzan a figurar las Fiestas de la Virgen como las únicas en el calendario, olvidándose las de San Zenón.

Fue durante este sigo XIX cuando se unió a las Fiestas en honor a la patrona la Feria de ganado y artesanía, con al fin de estimular la economía local. Esta Feria desaparecería a fines de la centuria para ser recuperada en 1900, cuando las condiciones económicas lo permitieron.

El culto y la devoción a la Virgen de las Maravillas llegaron a su máxima expresión cuando en 1927 fue nombrada patrona oficial de la localidad.

En este contexto se celebraron los actos de conmemoración en las Fiestas patronales por el 200, 225 y 250 aniversario de su llegada Cehegín.

En la actualidad, y tras el 275 aniversario de la llegada de la Virgen de las Maravillas, esta es una festividad muy sentida y vivida por los cehegineros que cada año se esmeran más en su celebración.
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