sábado, noviembre 01, 2025

Evangelio Noviembre 1, 2025

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1 de noviembre: Todos los Santos

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12a): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos».


«Alegraos y regocijaos»

Mons. F. Xavier CIURANETA i Aymí Obispo Emérito de Lleida - (Lleida, España)


Hoy celebramos la realidad de un misterio salvador expresado en el “credo” y que resulta muy consolador: «Creo en la comunión de los santos». Todos los santos, desde la Virgen María, que han pasado ya a la vida eterna, forman una unidad: son la Iglesia de los bienaventurados, a quienes Jesús felicita: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mt 5,8). Al mismo tiempo, también están en comunión con nosotros. La fe y la esperanza no pueden unirnos porque ellos ya gozan de la eterna visión de Dios; pero nos une, en cambio el amor «que no pasa nunca» (1Cor 13,13); ese amor que nos une con ellos al mismo Padre, al mismo Cristo Redentor y al mismo Espíritu Santo. El amor que les hace solidarios y solícitos para con nosotros. Por tanto, no veneramos a los santos solamente por su ejemplaridad, sino sobre todo por la unidad en el Espíritu de toda la Iglesia, que se fortalece con la práctica del amor fraterno.

Por esta profunda unidad, hemos de sentirnos cerca de todos los santos que, anteriormente a nosotros, han creído y esperado lo mismo que nosotros creemos y esperamos y, sobre todo, han amado al Padre Dios y a sus hermanos los hombres, procurando imitar el amor de Cristo.

Los santos apóstoles, los santos mártires, los santos confesores que han existido a lo largo de la historia son, por tanto, nuestros hermanos e intercesores; en ellos se han cumplido estas palabras proféticas de Jesús: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5,11-12). Los tesoros de su santidad son bienes de familia, con los que podemos contar. Éstos son los tesoros del cielo que Jesús invita a reunir (cf. Mt 6,20). Como afirma el Concilio Vaticano II, «su fraterna solicitud ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad» (Lumen gentium, 49). Esta solemnidad nos aporta una noticia reconfortante que nos invita a la alegría y a la fiesta.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La divinidad es pureza, es liberación de las pasiones y remoción de todo mal: si todo eso está en ti, entonces Dios está realmente en ti» (San Gregorio de Nisa)
  • «No estamos solos; estamos rodeados por una gran nube de testigos: con ellos formamos el Cuerpo de Cristo» (Benedicto XVI)
  • «La sexta bienaventuranza proclama: ‘Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios’ (Mt 5,8). Los ‘corazones limpios’ designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad, la castidad o rectitud sexual, el amor de la verdad y la ortodoxia de la fe. Existe un vínculo entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.518)

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Fuente: https://evangeli.net

Doctor de la Iglesia a San Juan Enrique Newman


𝐒𝐄𝐑𝐀́ 𝐃𝐄𝐂𝐋𝐀𝐑𝐀𝐃𝐎 𝐃𝐎𝐂𝐓𝐎𝐑 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐈𝐆𝐋𝐄𝐒𝐈𝐀,

1 de noviembre, el Santo Padre León XIV declarará solemnemente Doctor de la Iglesia a San Juan Enrique Newman, cardenal inglés, que fue sacerdote anglicano, uno de los líderes del Movimiento de Oxford y fundador del Oratorio de San Felipe Neri en su país natal.


Se convirtió al catolicismo y fue un obispo y, posteriormente, un cardenal muy activo en defensa de la doctrina católica. Su espiritualidad y sus conocimientos teológicos y filosóficos eran tan profundos, que en muchas ocasiones fue un referente por sus enseñanzas, hasta el punto de que el Papa Benedicto XVI (otro gran teólogo), llegó a decir de él que "𝐄𝐥 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐜𝐢́𝐟𝐢𝐜𝐨 𝐚𝐥 𝐪𝐮𝐞 𝐟𝐮𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐢𝐦𝐩𝐥𝐢𝐜𝐨́ 𝐚𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐫 𝐬𝐮 𝐚𝐠𝐮𝐝𝐨 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐥𝐞𝐜𝐭𝐨 𝐲 𝐬𝐮 𝐩𝐫𝐨𝐥𝐢́𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐩𝐥𝐮𝐦𝐚 𝐚 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐛𝐥𝐞𝐦𝐚𝐬 𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐜𝐮𝐜𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐞́𝐩𝐨𝐜𝐚. 𝐒𝐮𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐜𝐞𝐩𝐜𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐬𝐨𝐛𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐥𝐚 𝐟𝐞 𝐲 𝐥𝐚 𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧, 𝐞𝐥 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐯𝐢𝐭𝐚𝐥 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐫𝐞𝐥𝐢𝐠𝐢𝐨́𝐧 𝐫𝐞𝐯𝐞𝐥𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐬𝐨𝐜𝐢𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐜𝐢𝐯𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐚 𝐲 𝐥𝐚 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐞𝐧𝐟𝐨𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐝𝐮𝐜𝐚𝐭𝐢𝐯𝐨 𝐚𝐦𝐩𝐥𝐢𝐨 𝐲 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐫𝐠𝐨 𝐚𝐥𝐜𝐚𝐧𝐜𝐞 𝐧𝐨 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐟𝐮𝐞𝐫𝐨𝐧 𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐟𝐮𝐧𝐝𝐚 𝐢𝐦𝐩𝐨𝐫𝐭𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚 𝐯𝐢𝐜𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐧𝐚, 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮́𝐚𝐧 𝐢𝐧𝐬𝐩𝐢𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞 𝐢𝐥𝐮𝐦𝐢𝐧𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐚 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐞𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨. 𝐒𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐨́ 𝐥𝐨𝐠𝐫𝐚𝐫 𝐮𝐧 𝐞𝐧𝐭𝐨𝐫𝐧𝐨 𝐞𝐝𝐮𝐜𝐚𝐭𝐢𝐯𝐨 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐚 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐥𝐞𝐜𝐭𝐮𝐚𝐥, 𝐥𝐚 𝐝𝐢𝐬𝐜𝐢𝐩𝐥𝐢𝐧𝐚 𝐦𝐨𝐫𝐚𝐥 𝐲 𝐞𝐥 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐫𝐨𝐦𝐢𝐬𝐨 𝐫𝐞𝐥𝐢𝐠𝐢𝐨𝐬𝐨 𝐬𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐫𝐫𝐨𝐥𝐥𝐚𝐫𝐚𝐧 𝐝𝐞 𝐟𝐨𝐫𝐦𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐣𝐮𝐧𝐭𝐚”


San Juan Enrique Newman nació en Londres el 21 de febrero del año 1801 en el seno de una familia anglicana: su madre era hugonote y su padre tenía una orientación religiosa muy tolerante. Fue el mayor de seis hijos de Juan que era banquero y de Jemima Fourdrinier.  En el año 1808, ingresó en la Great Ealing School, en las afueras de Londres, donde recibió una educación de alta calidad y destacó por su inteligencia. En 1816, año en que completó sus estudios en Ealing y simultáneamente presenció la quiebra del banco de su padre, desarrolló un compromiso con los principios más radicales del calvinismo, llegando a creer que el Papa era el Anticristo. 


En el año 1817, ingresó en el Trinity College de Oxford, donde obtuvo una licenciatura en Artes. En 1822, fue elegido miembro del Oriel College, donde comenzó su amistad con Edward Bouverie Pusey. El 13 de junio de 1824, fue ordenado diácono de la Iglesia Anglicana, convirtiéndose en coadjutor de la parroquia de San Clemente en Oxford. El 29 de mayo de 1825, fue ordenado sacerdote anglicano.


De 1826 a 1832, Juan Enrique Newman fue tutor en el Oriel College, donde supervisó la formación cultural de numerosos estudiantes universitarios. Allí mantuvo una estrecha relación con Edward Bouverie Pusey, John Keble y Richard Hurrel Froude. El 14 de marzo de 1828, fue nombrado párroco de la iglesia universitaria de Santa María, donde desarrolló una intensa actividad pastoral y de predicación que le granjeó gran renombre y en el año 1832, acompañó a Froude en su gira por el sur de Europa, visitando Roma, Malta, Corfú y Sicilia.


En el English College de Roma, conoció por primera vez a Don Nicholás Wiseman, futuro arzobispo católico de Westminster. Escribió el poema (publicado posteriormente en 1834) Lyra Apostolica y el poema corto Lead, Kindly, Light, expresando su completo abandono a la Providencia, que le indicaría y le permitiría realizar su misión específica. 


El 14 de julio del 1833, en Oxford, escuchó el sermón de Keble National Apostasy: “𝐭𝐡𝐞 𝐎𝐱𝐟𝐨𝐫𝐝 𝐌𝐨𝐯𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭 𝐰𝐚𝐬 𝐛𝐨𝐫𝐧”, con Newman como su figura principal. Entre 1833 y 1841, Newman, Froude, Keble, Pusey y William Palmer publicaron “𝐓𝐫𝐚𝐜𝐭𝐬 𝐟𝐨𝐫 𝐭𝐡𝐞 𝐓𝐢𝐦𝐞𝐬”: de 90 ensayos publicados, Newman fue autor de 26, incluyendo el último, Tract 90 (Remarks on certain passages in Thirty-Nine Articles), en el que intentó interpretar los 39 Artículos de la Iglesia Anglicana desde una perspectiva católica. 


Las protestas llevaron al obispo de Oxford a suspender la publicación de los Tratados. Condenado por la Junta Hebdomadal de la Universidad de Oxford y repudiado por 42 obispos, renunció a su parroquia universitaria. El 9 de abril de 1842, se retiró con algunos amigos a Littlemore para escribir el famoso Ensayo "“𝐃𝐞𝐬𝐚𝐫𝐫𝐨𝐥𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐃𝐨𝐜𝐭𝐫𝐢𝐧𝐚 𝐂𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐚𝐧𝐚 "y allí se concretó su "conversión" al catolicismo.


En 1846, viajó a Roma con algunos compañeros anglicanos que se habían convertido al catolicismo, sin planes definitivos. En el Memorándum de 1848, escribió que estaba considerando unirse a los Redentoristas, pero luego optó por el Oratorio de San Felipe Neri; de hecho, frecuentaba la Iglesia Nueva de Roma y a los sacerdotes de esa comunidad. Ordenado sacerdote el 30 de mayo de 1847, recibió un cálido aliento del beato Papa Pío IX, el 26 de noviembre de 1847.


Decidido a convertirse en oratoriano, Newman solicitó al Papa permiso para fundar un oratorio en Birmingham, adaptando así las constituciones del Oratorio Romano a las necesidades de la zona. El nuevo oratorio comenzó en 1847, cuando él y seis compañeros comenzaron su noviciado en un ala de la Abadía de la Santa Cruz, que se les había puesto a disposición. Después de varias reubicaciones, su primera sede real se estableció en Edgbaston, en las afueras de Birmingham. 


Mientras tanto, en 1848, un grupo de oratorianos, liderado por el padre Frederick William Faber, se mudó a Londres, donde se fundaría la segunda Congregación Filipina Inglesa. En 1854, el padre Newman fue nombrado rector de la Universidad Católica de Dublín, cargo que ocupó durante cuatro años. En 1864, publicó “𝐀𝐩𝐨𝐥𝐨𝐠𝐢𝐚 𝐩𝐫𝐨 𝐯𝐢𝐭𝐚 𝐬𝐮𝐚” y, en 1878, el Trinity College de Oxford lo eligió como su primer miembro honorario.


El Papa León XIII, por sugerencia del obispo William Bernard Ullathorne, de Birmingham, nombró a Newman Cardenal el 12 de mayo de 1879, con el título de San Giorgio al Velabro; su lema elegido fue: “𝐜𝐨𝐫 𝐚𝐝 𝐜𝐨𝐫 𝐥𝐨𝐪𝐮𝐢𝐭𝐮𝐫”. 


A partir de 1889, el cardenal Newman, con casi noventa años de edad, comenzó a caer en fortaleza y en vitalidad y el día de Navidad celebró su última misa pública, falleciendo el 11 de agosto del año 1890 en su habitación de Edgbaston. Su tumba llevaba la inscripción: “𝐄𝐱 𝐮𝐦𝐛𝐫𝐢𝐬 𝐞𝐭 𝐢𝐦𝐚𝐠𝐢𝐧𝐢𝐛𝐮𝐬 𝐢𝐧 𝐯𝐞𝐫𝐢𝐭𝐚𝐭𝐞𝐦”.


Fue beatificado por el Papa Benedicto XVI el 19 de septiembre de 2010 y canonizado por el Papa Francisco el 13 de octubre del año  2019. Y 1 de Noviembre 2025, declarado Doctor de la Iglesia Universal, por el Papa León XIV.

No quiero terminar este artículo sobre este nuevo santo Doctor de la Iglesia, sin exponer sus propias palabras: " 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐭𝐨𝐝𝐨 𝐚𝐛𝐬𝐨𝐥𝐮𝐭𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐛𝐢𝐞𝐧𝐚𝐯𝐞𝐧𝐭𝐮𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐒𝐢́ 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨; 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐟𝐮𝐞 𝐬𝐮 𝐯𝐨𝐥𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐫 𝐮𝐧 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐫 𝐮𝐧 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐮 𝐠𝐥𝐨𝐫𝐢𝐚.


𝐄́𝐥 𝐞𝐬 𝐎𝐦𝐧𝐢𝐩𝐨𝐭𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐲 𝐩𝐨𝐝𝐫𝐢́𝐚 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐬𝐚𝐬 𝐄́𝐥 𝐦𝐢𝐬𝐦𝐨, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐡𝐚 𝐬𝐢𝐝𝐨 𝐬𝐮 𝐯𝐨𝐥𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐢𝐳𝐚𝐫 𝐬𝐮𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐨́𝐬𝐢𝐭𝐨𝐬 𝐦𝐞𝐝𝐢𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐫𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐄́𝐥 𝐡𝐚 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨.


𝐓𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐡𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐮 𝐠𝐥𝐨𝐫𝐢𝐚, 𝐡𝐞𝐦𝐨𝐬 𝐬𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐬𝐮 𝐯𝐨𝐥𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝. 𝐘𝐨 𝐡𝐞 𝐬𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐦𝐚́𝐬 𝐡𝐚 𝐬𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨; 𝐲𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐮𝐧 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐥𝐚𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐭𝐢𝐞𝐧𝐞 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐦𝐚́𝐬; 𝐬𝐢 𝐬𝐨𝐲 𝐫𝐢𝐜𝐨 𝐨 𝐩𝐨𝐛𝐫𝐞, 𝐝𝐞𝐬𝐩𝐫𝐞𝐜𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐨 𝐞𝐬𝐭𝐢𝐦𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬, 𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐦𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞 𝐲 𝐦𝐞 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚 𝐩𝐨𝐫 𝐦𝐢 𝐧𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞.


𝐃𝐢𝐨𝐬 𝐡𝐚 𝐦𝐞 𝐡𝐚 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐚 𝐄́𝐥 𝐚𝐥𝐠𝐮́𝐧 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐜𝐢𝐨 𝐝𝐞𝐟𝐢𝐧𝐢𝐝𝐨; 𝐄́𝐥 𝐦𝐞 𝐡𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐫𝐠𝐚𝐝𝐨 𝐮𝐧𝐚 𝐨𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐨 𝐡𝐚 𝐞𝐧𝐜𝐚𝐫𝐠𝐚𝐝𝐨 𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬. 𝐘𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐦𝐢 𝐦𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧: 𝐲𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞𝐫𝐥𝐚 𝐣𝐚𝐦𝐚́𝐬 𝐞𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐞 𝐦𝐞 𝐝𝐢𝐫𝐚́ 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐚. 𝐄𝐧 𝐜𝐢𝐞𝐫𝐭𝐨 𝐦𝐨𝐝𝐨 𝐲𝐨 𝐬𝐨𝐲 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐮𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐨́𝐬𝐢𝐭𝐨𝐬, 𝐭𝐚𝐧 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐀𝐫𝐜𝐚́𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐬𝐮𝐲𝐨.


𝐒𝐢, 𝐞𝐧 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝, 𝐧𝐨 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐨, 𝐄́𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐬𝐜𝐢𝐭𝐚𝐫 𝐚 𝐨𝐭𝐫𝐨, 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐩𝐨𝐝𝐫𝐢́𝐚 𝐬𝐮𝐬𝐜𝐢𝐭𝐚𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐚𝐬 𝐩𝐢𝐞𝐝𝐫𝐚𝐬 𝐡𝐢𝐣𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐀𝐛𝐫𝐚𝐡𝐚𝐦. 𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐲𝐨 𝐭𝐞𝐧𝐠𝐨 𝐮𝐧𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐞𝐧 𝐬𝐮 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐨𝐛𝐫𝐚; 𝐬𝐨𝐲 𝐮𝐧 𝐞𝐬𝐥𝐚𝐛𝐨́𝐧 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐜𝐚𝐝𝐞𝐧𝐚, 𝐮𝐧 𝐯𝐢́𝐧𝐜𝐮𝐥𝐨 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐞𝐱𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬. 𝐄́𝐥 𝐧𝐨 𝐦𝐞 𝐡𝐚 𝐜𝐫𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐧𝐚𝐝𝐚.


𝐘𝐨 𝐡𝐚𝐫𝐞́ 𝐞𝐥 𝐛𝐢𝐞𝐧, 𝐲𝐨 𝐡𝐚𝐫𝐞́ 𝐬𝐮 𝐨𝐛𝐫𝐚; 𝐲𝐨 𝐬𝐞𝐫𝐞́ 𝐮𝐧 𝐚́𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐝𝐞 𝐩𝐚𝐳, 𝐮𝐧 𝐩𝐫𝐞𝐝𝐢𝐜𝐚𝐝𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐢𝐨 𝐥𝐮𝐠𝐚𝐫, 𝐧𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚 𝐢𝐧𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐬𝐢𝐧𝐨 𝐠𝐮𝐚𝐫𝐝𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐡𝐞𝐜𝐡𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐦𝐚𝐧𝐝𝐚𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨𝐬 𝐲 𝐬𝐢𝐫𝐯𝐢𝐞́𝐧𝐝𝐨𝐥𝐞 𝐚 𝐄́𝐥 𝐞𝐧 𝐦𝐢 𝐯𝐨𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧.


𝐏𝐨𝐫 𝐞𝐬𝐨, 𝐲𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐢𝐚𝐫𝐞́ 𝐞𝐧 𝐄́𝐥. 𝐋𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐚, 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐞́, 𝐧𝐨 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐨 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐬𝐞𝐫 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐜𝐡𝐚𝐝𝐨. 𝐒𝐢 𝐦𝐞 𝐞𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐫𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐞𝐧𝐟𝐞𝐫𝐦𝐞𝐝𝐚𝐝, 𝐦𝐢 𝐞𝐧𝐟𝐞𝐫𝐦𝐞𝐝𝐚𝐝 𝐥𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐫; 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐩𝐞𝐫𝐩𝐥𝐞𝐣𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐦𝐢 𝐩𝐞𝐫𝐩𝐥𝐞𝐣𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐥𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐫; 𝐬𝐢 𝐞𝐬𝐭𝐨𝐲 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐩𝐞𝐬𝐚𝐫, 𝐦𝐢 𝐩𝐞𝐬𝐚𝐫 𝐥𝐞 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐫. 𝐌𝐢 𝐞𝐧𝐟𝐞𝐫𝐦𝐞𝐝𝐚𝐝, 𝐦𝐢 𝐩𝐞𝐫𝐩𝐥𝐞𝐣𝐢𝐝𝐚𝐝, 𝐦𝐢 𝐩𝐞𝐧𝐚 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞𝐧 𝐬𝐞𝐫 𝐜𝐚𝐮𝐬𝐚𝐬 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐝𝐞 𝐮𝐧 𝐟𝐢𝐧 𝐠𝐫𝐚𝐧𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐯𝐚 𝐦𝐮𝐜𝐡𝐨 𝐦𝐚́𝐬 𝐚𝐥𝐥𝐚́ 𝐝𝐞 𝐧𝐨𝐬𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬.


𝐄́𝐥 𝐧𝐨 𝐡𝐚𝐜𝐞 𝐧𝐚𝐝𝐚 𝐞𝐧 𝐯𝐚𝐧𝐨; 𝐄́𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐧𝐠𝐚𝐫 𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐝𝐚, 𝐄́𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐚𝐜𝐨𝐫𝐭𝐚𝐫𝐥𝐚; 𝐄́𝐥 𝐬𝐚𝐛𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐄́𝐥 𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐞𝐥𝐥𝐚. 𝐄́𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐪𝐮𝐢𝐭𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐚 𝐦𝐢𝐬 𝐚𝐦𝐢𝐠𝐨𝐬, 𝐄́𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐚𝐫𝐫𝐨𝐣𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐞 𝐞𝐱𝐭𝐫𝐚𝐧̃𝐨𝐬, 𝐄́𝐥 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫𝐦𝐞 𝐬𝐞𝐧𝐭𝐢𝐫 𝐝𝐞𝐬𝐨𝐥𝐚𝐝𝐨, 𝐡𝐚𝐜𝐞𝐫 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐢 𝐚́𝐧𝐢𝐦𝐨 𝐝𝐞𝐜𝐚𝐢𝐠𝐚, 𝐨𝐜𝐮𝐥𝐭𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐞𝐥 𝐟𝐮𝐭𝐮𝐫𝐨: 𝐚𝐮𝐧 𝐞𝐧𝐭𝐨𝐧𝐜𝐞𝐬, 𝐄́𝐥 𝐬𝐚𝐛𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐄́𝐥 𝐞𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐦𝐢 𝐯𝐢𝐝𝐚.


¡𝐎𝐡 𝐀𝐝𝐨𝐧𝐚𝐢, 𝐨𝐡 𝐑𝐞𝐠𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐝𝐞 𝐈𝐬𝐫𝐚𝐞𝐥! 𝐓𝐮́ 𝐡𝐚𝐬 𝐠𝐮𝐢𝐚𝐝𝐨 𝐚 𝐉𝐨𝐬𝐞́ 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐮𝐧 𝐫𝐞𝐛𝐚𝐧̃𝐨, ¡𝐨𝐡 𝐄𝐦𝐦𝐚𝐧𝐮𝐞𝐥, 𝐨𝐡, 𝐒𝐚𝐛𝐢𝐝𝐮𝐫𝐢́𝐚!, 𝐲𝐨 𝐦𝐞 𝐝𝐨𝐲 𝐚 𝐓𝐢. 𝐘𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐢́𝐨 𝐞𝐧 𝐭𝐢 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐥𝐞𝐭𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞. 𝐃𝐢́𝐠𝐧𝐚𝐭𝐞 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐢𝐫 𝐭𝐮𝐬 𝐚𝐥𝐭𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐨́𝐬𝐢𝐭𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐦𝐢́ 𝐜𝐮𝐚𝐥𝐞𝐬𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐬𝐞𝐚𝐧: 𝐭𝐫𝐚𝐛𝐚𝐣𝐚 𝐞𝐧 𝐦𝐢́ 𝐲 𝐚 𝐭𝐫𝐚𝐯𝐞́𝐬 𝐝𝐞 𝐦𝐢́. 𝐘𝐨 𝐡𝐞 𝐧𝐚𝐜𝐢𝐝𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐞𝐫𝐯𝐢𝐫𝐭𝐞, 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐞𝐫 𝐭𝐮𝐲𝐨, 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐞𝐫 𝐭𝐮 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨. 𝐇𝐚𝐳 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐨 𝐬𝐞𝐚 𝐭𝐮 𝐜𝐢𝐞𝐠𝐨 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐫𝐮𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨. 𝐍𝐨 𝐭𝐞 𝐩𝐢𝐝𝐨 𝐯𝐞𝐫, 𝐧𝐨 𝐭𝐞 𝐩𝐢𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐞𝐫, 𝐬𝐨́𝐥𝐨 𝐩𝐢𝐝𝐨 𝐬𝐞𝐫 𝐮𝐭𝐢𝐥𝐢𝐳𝐚𝐝𝐨.