domingo, abril 30, 2017

Evangelio Abril 30, 2017

Día litúrgico: Domingo III (A) de Pascua

Texto del Evangelio (Lc 24,13-35): Aquel mismo día, el domingo, iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.

Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?». Ellos se pararon con aire entristecido. Uno de ellos llamado, Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?». Él les dijo: «¿Qué cosas?». Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron. Nosotros esperábamos que sería Él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que Él vivía. Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron».

Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas! ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?». Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre Él en todas las Escrituras. Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado».

Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado. Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.


«Aquel mismo día, el domingo»
Rev. D. Jaume GONZÁLEZ i Padrós - (Barcelona, España)

Hoy comenzamos la proclamación del Evangelio con la expresión: «Aquel mismo día, el domingo» (Lc 24,13). Sí, todavía domingo. Pascua —se ha dicho— es como un gran domingo de cincuenta días. ¡Oh, si supiésemos la importancia que tiene este día en la vida de los cristianos! «Hay motivos para decir, como sugiere la homilía de un autor del siglo IV (el Pseudo Eusebio de Alejandría), que el ‘día del Señor’ es el ‘señor de los días’ (…). Ésta es, efectivamente, para los cristianos la “fiesta primordial”» (San Juan Pablo II). El domingo, para nosotros, es como el seno materno, cuna, celebración, hogar y también aliento misionero. ¡Oh, si entreviéramos la luz y la poesía que lleva! Entonces afirmaríamos como aquellos mártires de los primeros siglos: «No podemos vivir sin el domingo».

Pero, cuando el día del Señor pierde relieve en nuestra existencia, también se eclipsa el “Señor del día”, y nos volvemos tan pragmáticos y “serios” que sólo damos crédito a nuestros proyectos y previsiones, planes y estrategias; entonces, incluso la misma libertad con la que Dios actúa, nos es motivo de escándalo y de alejamiento. Ignorando el estupor nos cerramos a la manifestación más luminosa de la gloria de Dios, y todo se convierte en un atardecer de decepción, preludio de una noche interminable, donde la vida parece condenada a un perenne insomnio.

Sin embargo, el Evangelio proclamado en medio de las asambleas dominicales es siempre anuncio angélico de una claridad dirigida a entendimientos y corazones tardos para creer (cf. Lc 24,25), y por esto es suave, no explosivo, ya que —de otro modo— más que iluminar nos cegaría. Es la Vida del Resucitado que el Espíritu nos comunica con la Palabra y el Pan partido, respetando nuestro caminar hecho de pasos cortos y no siempre bien dirigidos.

Cada domingo recordemos que Jesús «entró a quedarse con ellos» (Lc 24,29), con nosotros. ¿Lo has reconocido hoy, cristiano?
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Fuente: evangeli.net

Santoral Abril 30


-Beata Hildegarda de Kempten, Reina
-Beata María de la Encarnación de Tours, Religiosa
-Beata María de la Encarnación Guyart, Viuda y Religiosa
-Beata Paulina von Mallinckrodt, Virgen y Fundadora
-Beata Rosamunda, Madre

-Beato Augustine Thevarparampil, Presbítero
-Beato Benito de Urbino, Presbítero Capuchino
-Beato Francisco Dickenson, Mártir (Con Miles Gerard)
-Beato Guillermo Southerne, Presbítero y Mártir (Busco Estampa)
-Beato Miles Gerard, Mártir
-Beato Pedro Diácono (o Levita), Diácono
-Beato Raimundo de Calatrava

-Nuestra Señora del África, Argel (1876)
-Nuestra Señora de la Cabeza - Jaén
-Nuestra Señora del Villar

-San Adjutorio, Abad
-San Afrodisio de Alejandría, Presbítero y 30 Compañeros Mártires
-San Aimón de Savigny, Monje de Cisterciense
-San Aldobrando, Obispo
-San Amador de Córdoba, Presbítero y Mártir
-San Adyutor o Adjutor de Vernon, Mártir
-San Aulo o Augulo de Viviers, Obispo (Busco Estampa)
-San Augulio, Obispo
-San Aymón, Monje
-San Cirilo, Obispo
-San Diodoro de Afrodisia, Mártir (Busco Estampa)
-San Donato de Evorea, Obispo
-San Erconvaldo o Erkembaldo de Londres, Abad y Obispo
-San Eutropio de Saintes, Obispo y Mártir
-San Fabricio, Mártir
-San Forannan de Waulsort, Abad
-San Genesto, Monje
-San Gualfardo de Camaldulense o Verona, Monje
-San Ignacio Briantchaninov, Obispo
-San Indalecio, Obispo
-San José Benito Cottolengo, Presbítero
-San José Tuân, Religioso y Mártir
-San Lorenzo de Novara, Presbítero y Mártir, y varios niños que él educaba
-San Ludovico, Mártir
-San Luis de Córdoba, Mártir (Busco Estampa)
-San Luperco, Mártir
-San Lupino, Confesor
-San Madox, Mártir
-San Mariano, Lector y Mártir (Con Santiago)
-San Máximo, Mártir
-San Mercurial de Forlí, Obispo
-San Pedro Diácono (o Levita), Monje
-San Pedro de Córdoba, Monje y Mártir (Busco Estampa)
-San Pío V, Papa (Memoria Litúrgica)
-San Plácido, Obispo
-San Pomponio de Nápoles, Obispo
-San Ponce, Abad
-San Pulcronio, Obispo
-San Quirino de Roma, Mártir (Marzo 30)
-San Raimundo de Calatrava, Abad
-San Rodaciano o Rodopiano de Afrodisia, Mártir (Busco Estampa)
-San Santiago, Diácono y Mártir
-San Severo, Obispo
-San Silvio, Obispo

-Santa Onenn de Tréhorenteuc, Virgen
-Santa Sabina, Virgen
-Santa Sofía de Fermo, Virgen y Mártir

-Virgen de Piedra escrita
-Virgen del Puerto
-Virgen del Pueyo


sábado, abril 29, 2017

Evangelio Abril 29, 2017

Día litúrgico: Sábado II de Pascua

Santoral 29 de abril: Santa Catalina de Siena, virgen y doctora de la Iglesia

Texto del Evangelio (Jn 6,16-21): Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del mar, y subiendo a una barca, se dirigían al otro lado del mar, a Cafarnaúm. Había ya oscurecido, y Jesús todavía no había venido donde ellos; soplaba un fuerte viento y el mar comenzó a encresparse. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, ven a Jesús que caminaba sobre el mar y se acercaba a la barca, y tuvieron miedo. Pero Él les dijo: «Soy yo. No temáis». Quisieron recogerle en la barca, pero en seguida la barca tocó tierra en el lugar a donde se dirigían.

«Soy yo. No temáis»
Rev. D. Vicenç GUINOT i Gómez - (Sant Feliu de Llobregat, España)

Hoy, Jesús nos desconcierta. Estábamos acostumbrados a un Redentor que, presto para atender todo tipo de indigencia humana, no dudaba en recorrer a su poder divino. De hecho, la acción transcurre justo después de la multiplicación de los panes y peces a favor de la multitud hambrienta. Ahora, en cambio, nos desconcierta un milagro —el hecho de andar sobre las aguas— que parece, a primera vista, una acción de cara a la galería. ¡Pero no!, Jesús ya había descartado el uso de su poder divino para buscar el lucimiento o el provecho personal cuando al inicio de su misión rechazó las tentaciones del Maligno.

Al andar sobre las aguas, Jesucristo está mostrando su señorío sobre las cosas creadas. Pero también podemos ver una escenificación de su dominio sobre el Maligno, representado por un mar embravecido en la oscuridad.

«No temáis» (Jn 6,20), les decía Jesús en aquella ocasión. «Confiad, yo he vencido al mundo» (Jn 16,33), les dirá después en el Cenáculo. Finalmente, es Jesús quien dice a las mujeres en la mañana de Pascua, después de levantarse del sepulcro: «No tengáis miedo». Nosotros, por el testimonio de los Apóstoles, sabemos de su victoria sobre los enemigos del hombre, el pecado y la muerte. Por esto, hoy, sus palabras resuenan en nuestro corazón con una fuerza especial, porque son las palabras de Alguien que está vivo.

Las mismas palabras que Jesús dirigía a Pedro y a los Apóstoles las repetía San Juan Pablo II, sucesor de Pedro, al inicio de su pontificado: «No tengáis miedo». Era una llamada a abrir el corazón, la propia existencia al Redentor para que con Él no temamos ante los embates de los enemigos de Cristo.

Ante la personal fragilidad para llevar a buen puerto las misiones que el Señor nos pide (una vocación, un proyecto apostólico, un servicio...), nos consuela saber que María también —criatura como nosotros— oyó las mismas palabras de parte del ángel antes de afrontar la misión que el Señor le tenía encomendada. Aprendamos de ella a acoger la invitación de Jesús cada día, en cada circunstancia.
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Fuente: evangeli.net

Santoral Abril 29


-Beato Juan Vargas, Mercedario Mártir

-Nuestra Señora de la Fe, Amiens, Francia

-San Acardo de Avranches, Abad y Obispo
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San Agapio, Obispo (Mayo 4)

-San Antonio Kim Song-U, Mártir
-San Basilio d’Ostrog, Monje
-San Carlos, Abad
-San Codomano, Mártir

-San Cristino de Portoferraio, Mártir
-San Emiliano, Mártir
-San Filocasto, Mártir

-San Gombert de Avenay, Monje
-San Hugo de Cluny el Grande, Abad
-San Juan de Caloklene, Monje
-San Maurelo de Troyes, Confesor
-San Padés, Mártir
-San Paulino, Obispo
-San Pedro de Verona, Religioso y Mártir (Abril 6)
 

-San Roberto de Molesmes, Abad
-San Sabato, Mártir
-
San Secundino, Obispo (Mayo 4)

-San Senán, Anacoreta
-San Severo de Nápoles, Obispo
-San Tertulia, Mártir
-San Tíquico, del NT, Discípulo de San Pablo, Mártir
-San Torpecio, Mártir
-San Torpetes de Pisa, Mártir
-San Ursión de Troyes, confesor

-San Wilfredo II El Joven, Obispo de York

-Santa Antonia, Religiosa y Mártir
-Santa Ave de Denoin o Denain, Virgen
-Santa Catalina de Siena, Virgen y Doctora de la Iglesia
(Memoria Litúrgica)

-Santa Cercira, Virgen y Mártir
-Santa Tértula, Mártir
-Santo Torpecio, Mártir


-Siete buenos ladrones convertidos por San Jasón, Mártires


viernes, abril 28, 2017

Evangelio Abril 28, 2017

Día litúrgico: Viernes II de Pascua

Texto del Evangelio (Jn 6,1-15): En aquel tiempo, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia Él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?». Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco». Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».

Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente». Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos cinco mil. Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: «Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda». Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. Al ver la gente la señal que había realizado, decía: «Éste es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo». Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte Él solo.


«Se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer»
Rev. D. Llucià POU i Sabater - (Granada, España)

Hoy leemos el Evangelio de la multiplicación de los panes: «Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron» (Jn 6,11). El agobio de los Apóstoles ante tanta gente hambrienta nos hace pensar en una multitud actual, no hambrienta, sino peor aún: alejada de Dios, con una “anorexia espiritual”, que impide participar de la Pascua y conocer a Jesús. No sabemos cómo llegar a tanta gente... Aletea en la lectura de hoy un mensaje de esperanza: no importa la falta de medios, sino los recursos sobrenaturales; no seamos “realistas”, sino “confiados” en Dios. Así, cuando Jesús pregunta a Felipe dónde podían comprar pan para todos, en realidad «se lo decía para probarle, porque Él sabía lo que iba a hacer» (Jn 6,5-6). El Señor espera que confiemos en Él.

Al contemplar esos “signos de los tiempos”, no queremos pasividad (pereza, languidez por falta de lucha...), sino esperanza: el Señor, para hacer el milagro, quiere la dedicación de los Apóstoles y la generosidad del joven que entrega unos panes y peces. Jesús aumenta nuestra fe, obediencia y audacia, aunque no veamos enseguida el fruto del trabajo, como el campesino no ve despuntar el tallo después de la siembra. «Fe, pues, sin permitir que nos domine el desaliento; sin pararnos en cálculos meramente humanos. Para superar los obstáculos, hay que empezar trabajando, metiéndonos de lleno en la tarea, de manera que el mismo esfuerzo nos lleve a abrir nuevas veredas» (San Josemaría), que aparecerán de modo insospechado.

No esperemos el momento ideal para poner lo que esté de nuestra parte: ¡cuanto antes!, pues Jesús nos espera para hacer el milagro. «Las dificultades que presenta el panorama mundial en este comienzo del nuevo milenio nos inducen a pensar que sólo una intervención de lo alto puede hacer esperar un futuro menos oscuro», escribió San Juan Pablo II. Acompañemos, pues, con el Rosario a la Virgen, pues su intercesión se ha hecho notar en tantos momentos delicados por los que ha surcado la historia de la Humanidad.
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Fuente: evangeli.net

Santoral Abril 28



-Beata Buonadonna de Poggibonsi, Terciaria Franciscana
-Beato Luquesio de Poggibonsi, Laico Terciario Franciscano 

-La Virgen al Pie de la Cruz
-Las Llagas de Nuestro Sr. Jesucristo

-Nuestra Señora del Roble, Anjou, Francia.

-Nuestra Señora de Quito, Ecuador (1534). "Nuestra Señora del Terremoto".

-San Acacio, Mártir

-San Alejandro de Larino, Mártir
-San Africo de Cominges, Obispo
-San Afrodisio de Béziers, Obispo y Mártir
-San Agapio, Mártir
-San Agustín Novello, Confesor
-San Amado, Obispo
-San Artemo de Sens, Obispo
-San Caralipo, Mártir
-San Cirino o Cirilo de Turov, Mártir
-San Coralipo de Nicomedia, Mártir (Busco Estampa)
-San Dadas de Silistra, Mártir
-San Dídimo o Dimas de Alejandría, Mártir (Con Teodora)
-San Eusebio de Nicomedia, Mártir (Busco Estampa)
-San Firmiano de Larino, Mártir
-San Francario, Confesor
-San Imón, Obispo
-San Juan Bautista Dinh Van Thanh, Mártir
-San Luis Maria Grignón de Monfort, Presbítero y Fundador (Memoria Litúrgica)
-San Marcos, Obispo y Mártir
-San Máximo de Silistra, Mártir
-San Menando, Mártir
-San Menandro, Mártir
-San Pablo de la Cruz, Confesor
-San Pablo Pham Khac Khoan, Mártir
-San Pánfilo de Sulmona o Corfinio, Obispo de Valva
-San Patricio, Obispo y Mártir
-San Pedro Chanel, Sacerdote y Mártir (Memoria Litúrgica)
-San Pedro Nguyên Van Hiên, Mártir
-San Polieno, Mártir
-San Polión, Mártir
-San Polyeno, Mártir
-San Primiano de Larino, Mártir
-San Proba, Mártir
-San Prudencio de Armentia, Obispo de Tarazona
-San Quintiliano de Silistra, Mártir
-San Tellurio de Larino, Mártir
-San Teluro, Mártir
-San Tibaldo, Mártir
-San Ursicinio, Mártir
-San Vidal o Vital de Ravena, Mártir (padre de los Santos Gervasio y Protasio)

-Santa Domiciana, Mártir

-Santa Gianna Beretta Molla, Médico, esposa y madre de familia
-Santa Proba, Virgen y Mártir
-Santa Teodora de Alejandría, Mártir
-Santa Valeria de Milán, Mártir (esposa de San Vidal)


jueves, abril 27, 2017

Evangelio Abril 27, 2017

Día litúrgico: Jueves II de Pascua

Santoral 27 de Abril: La Virgen de Montserrat, patrona principal de Cataluña

Texto del Evangelio (Jn 3,31-36): El que viene de arriba está por encima de todos: el que es de la tierra, es de la tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta. El que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz. Porque aquel a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, porque da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todo en su mano. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él.

«El que cree en el Hijo tiene vida eterna»
Rev. D. Melcior QUEROL i Solà - (Ribes de Freser, Girona, España)

Hoy, el Evangelio nos invita a dejar de ser “terrenales”, a dejar de ser hombres que sólo hablan de cosas mundanas, para hablar y movernos como «el que viene de arriba» (Jn 3,31), que es Jesús. En este texto vemos —una vez más— que en la radicalidad evangélica no hay término medio. Es necesario que en todo momento y circunstancia nos esforcemos por tener el pensamiento de Dios, ambicionemos tener los mismos sentimientos de Cristo y aspiremos a mirar a los hombres y las circunstancias con la misma mirada del Verbo hecho hombre. Si actuamos como “el que viene de arriba” descubriremos el montón de cosas positivas que pasan continuamente a nuestro alrededor, porque el amor de Dios es acción continua a favor del hombre. Si venimos de lo alto amaremos a todo el mundo sin excepción, siendo nuestra vida una tarjeta de invitación para hacer lo mismo.

«El que viene de arriba está por encima de todos» (Jn 3,31), por esto puede servir a cada hombre y a cada mujer justo en aquello que necesita; además «da testimonio de lo que ha visto y oído» (Jn 3,32). Y su servicio tiene el sello de la gratuidad. Esta actitud de servir sin esperar nada a cambio, sin necesitar la respuesta del otro, crea un ambiente profundamente humano y de respeto al libre albedrío de la persona; esta actitud se contagia y los otros se sienten libremente movidos a responder y actuar de la misma manera.

Servicio y testimonio siempre van juntos, el uno y el otro se identifican. Nuestro mundo tiene necesidad de aquello que es auténtico: ¿qué más auténtico que las palabras de Dios?, ¿qué más auténtico que quien «da el Espíritu sin medida» (Jn 3,34)? Es por esto que «el que acepta su testimonio certifica que Dios es veraz» (Jn 3,33).

“Creer en el Hijo” quiere decir tener vida eterna, significa que el día del Juicio no pesa encima del creyente porque ya ha sido juzgado y con un juicio favorable; en cambio, «el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él» (Jn 3,36)..., mientras no crea.
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Fuente: evangeli.net

Santoral Abril 27



-Beato Antonio de Siena,
-Beato Gregorio, Presbítero
-Beato Jaime Ilírico, Religioso
-Beato Jaime o Jacobo de Bitetto (Ilírico), Franciscano
-Beato Nicolás Roland (Jacobo Varinger de Zara), Presbítero y Fundador

-Domingo de la Divina Misericordia (1-Domingo después del Domingo de Pascua)


-Nuestra Señor de la Cabeza, Andújar (Jaén) (Ultimo Domingo de Abril)
-Nuestra Señora de Moreneta, España.
-Nuestra Señora de Montserrat, Patrona de Cataluña 

-San Acardo, Obispo
-San Adelelmo de Mans, Discípulo y Fundador
-San Anastasio, Papa
-San Antimio o Antimo de Nicomedia, Obispo y Mártir (Abril 24)
-San Asicio, obispo
-San Cástor, Mártir
-San Esteban de Pechersky, Mártir
-San Eusebio, Mártir
-San Floriberto de Lieja,
-San Juan de Constantinopla o Afusia, Abad
-San Liberal de Treviso, Eremita
-San Lorenzo Nguyen Van Huong, Presbítero y Mártir
-San Macaldo de Man, Obispo
-San Mawgan o Magaldo, Obispo y Ermitaño 
-San Pedro Armengol, Religioso
-San Pedro Canisio, Confesor y Doctor
-San Polión de Cibali, Lector y Mártir (Busco Estampa)
-San Publio, Mártir
-San Reinaldo, Abad
-San Simeón de Jerusalén, Obispo y Mártir
-San Teodoro de Tabennesi, Abad
-San Teófilo de Brecia, Obispo
-San Tertuliano de Bolonia, Obispo 
-San Toribio de Mogrovejo,  Obispo y Confesor (Marzo 23) 
-San Tutibio, Monje
-San Zósimo, Monje


-Santa Damaride, Mártir
-Santa Franca, Virgen
-Santa Germelina, Mártir
-Santa Letísima, Mártir
-Santa Meruvina, Abadesa
-Santa Zita de Lucca, Virgen Sirvienta doméstica

miércoles, abril 26, 2017

Evangelio Abril 26, 2017

Día litúrgico: Miércoles II de Pascua

Santoral 26 de Abril: San Isidoro, obispo y doctor de la Iglesia

Texto del Evangelio (Jn 3,16-21): En aquel tiempo dijo Jesús a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que cree en Él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios».

«Vino la luz al mundo»
Fr. Damien LIN Yuanheng - (Singapore, Singapur)

Hoy, ante la miríada de opiniones que plantea la vida moderna, puede parecer que la verdad ya no existe —la verdad acerca de Dios, la verdad sobre los temas relativos al género humano, la verdad sobre el matrimonio, las verdades morales y, en última instancia, la verdad sobre mí mismo.

El pasaje del Evangelio de hoy identifica a Jesucristo como «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). Sin Jesús sólo encontramos desolación, falsedad y muerte. Sólo hay un camino, y sólo uno que lleve al Cielo,que se llama Jesucristo.

Cristo no es una opinión más. Jesucristo es la auténtica Verdad. Negar la verdad es como insistir en cerrar los ojos ante la luz del Sol. Tanto si le gusta como si no, el Sol siempre estará ahí; pero el infeliz ha escogido libremente cerrar sus ojos ante el Sol de la verdad. De igual forma, muchos se consumen en sus carreras con una tremenda fuerza de voluntad y exigen emplear todo su potencial, olvidando que tan solo pueden alcanzar la verdad acerca de sí mismos caminando junto a Jesucristo.

Por otra parte, según Benedicto XVI, «cada uno encuentra su propio bien asumiendo el proyecto que Dios tiene sobre él, para realizarlo plenamente: en efecto, encuentra en dicho proyecto su verdad y, aceptando esta verdad, se hace libre (cf. Jn 8,32)» (Encíclica "Caritas in Veritate"). La verdad de cada uno es una llamada a convertirse en el hijo o la hija de Dios en la Casa Celestial: «Porque ésta es la voluntad de Dios: tu santificación» (1Tes 4,3). Dios quiere hijos e hijas libres, no esclavos.

En realidad, el “yo” perfecto es un proyecto común entre Dios y yo. Cuando buscamos la santidad, empezamos a reflejar la verdad de Dios en nuestras vidas. El Papa lo dijo de una forma hermosísima: «Cada santo es como un rayo de luz que sale de la Palabra de Dios» (Exhortación apostólica "Verbum Domini").

«Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna»
Rev. D. Manel VALLS i Serra - (Barcelona, España)

Hoy, el Evangelio nos vuelve a invitar a recorrer el camino del apóstol Tomás, que va de la duda a la fe. Nosotros, como Tomás, nos presentamos ante el Señor con nuestras dudas, pero Él viene igualmente a buscarnos: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna» (Jn 3,16).

La mañana del día de Pascua, en la primera aparición, Tomás no estaba. «Pasados ocho días», no obstante su rechazo a creer, Tomás se une a los otros discípulos. La indicación está clara: lejos de la comunidad no se conserva la fe. Lejos de los hermanos, la fe no crece, no madura. En la Eucaristía de cada domingo reconocemos su Presencia. Si Tomás muestra la honestidad de su duda es porque el Señor no le concedió inicialmente lo que sí tuvo María Magdalena: no sólo escuchar y ver al Señor, sino tocarlo con sus propias manos. Cristo viene a nuestro encuentro, sobre todo, cuando nos reencontramos con los hermanos y cuando con ellos celebramos la fracción del Pan, es decir, la Eucaristía. Entonces nos invita a “meter la mano en su costado”, es decir, a penetrar en el misterio insondable de su vida.

El paso de la incredulidad a la fe tiene sus etapas. Nuestra conversión a Jesucristo —el paso de la oscuridad a la luz— es un proceso personal, pero necesitamos de la comunidad. En los pasados días de Semana Santa, todos nos sentimos urgidos a seguir a Jesús en su camino hacia la Cruz. Ahora, en pleno tiempo pascual, la Iglesia nos invita a entrar con Él a la vida nueva, con obras hechas según la luz de Dios (cf. Jn 3,21).

También nosotros hemos de sentir hoy personalmente la invitación de Jesús a Tomás: «No seas incrédulo, sino fiel» (Jn 20,27). Nos va la vida en ello, ya que «el que cree en Él, no es juzgado» (Jn 3,18), sino que va a la luz.
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Fuente: evangeli.net