martes, enero 31, 2017

Evangelio Enero 31, 2017

Día litúrgico: Martes IV del tiempo ordinario

Santoral 31 de Enero: San Juan Bosco, presbítero

Texto del Evangelio (Mc 5,21-43): En aquel tiempo, Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a Él mucha gente; Él estaba a la orilla del mar. Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía.

Entonces, una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años, y que había sufrido mucho con muchos médicos y había gastado todos sus bienes sin provecho alguno, antes bien, yendo a peor, habiendo oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto. Pues decía: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré». Inmediatamente se le secó la fuente de sangre y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal. Al instante, Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de Él, se volvió entre la gente y decía: «¿Quién me ha tocado los vestidos?». Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime y preguntas: ‘¿Quién me ha tocado?’». Pero Él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho. Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante Él y le contó toda la verdad. Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad».

Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?». Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de Él. Pero Él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer.


«Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad»
Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas - (Girona, España)

Hoy el Evangelio nos presenta dos milagros de Jesús que nos hablan de la fe de dos personas bien distintas. Tanto Jairo —uno de los jefes de la sinagoga— como aquella mujer enferma muestran una gran fe: Jairo está seguro de que Jesús puede curar a su hija, mientras que aquella buena mujer confía en que un mínimo de contacto con la ropa de Jesús será suficiente para liberarla de una enfermedad muy grave. Y Jesús, porque son personas de fe, les concede el favor que habían ido a buscar.

La primera fue ella, aquella que pensaba que no era digna de que Jesús le dedicara tiempo, la que no se atrevía a molestar al Maestro ni a aquellos judíos tan influyentes. Sin hacer ruido, se acerca y, tocando la borla del manto de Jesús, “arranca” su curación y ella enseguida lo nota en su cuerpo. Pero Jesús, que sabe lo que ha pasado, no la quiere dejar marchar sin dirigirle unas palabras: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda curada de tu enfermedad» (Mc 5,34).

A Jairo, Jesús le pide una fe todavía más grande. Como ya Dios había hecho con Abraham en el Antiguo Testamento, pedirá una fe contra toda esperanza, la fe de las cosas imposibles. Le comunicaron a Jairo la terrible noticia de que su hijita acababa de morir. Nos podemos imaginar el gran dolor que le invadiría en aquel momento, y quizá la tentación de la desesperación. Y Jesús, que lo había oído, le dice: «No temas, solamente ten fe» (Mc 5,36). Y como aquellos patriarcas antiguos, creyendo contra toda esperanza, vio cómo Jesús devolvía la vida a su amada hija.

Dos grandes lecciones de fe para nosotros. Desde las páginas del Evangelio, Jairo y la mujer que sufría hemorragias, juntamente con tantos otros, nos hablan de la necesidad de tener una fe inconmovible. Podemos hacer nuestra aquella bonita exclamación evangélica: «Creo, Señor, ayuda mi incredulidad» (Mc 9,24).
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Fuente: evangeli.net

Santoral Enero 31



-Apariciones de Nuestra Señora a la Beata Angela de Foligny (1285).

-Beata Candelaria de San José, Fundadora

-Beata Isabel de Suabia, Terciaria Franciscana
-Beata Ludovica Albertoni, Viuda, Terciaria Franciscana
-Beata María Cristina de Saboya, Reina
-Beata Paula Gambara-Costa, Matrona

-Beato Juan Angelus, Monge Benedictino

-San Abrahán de Arbela, Obispo y Mártir (Busco Estampa)
-San Adamnan de Coldingham, Sacerdote
-San Aidano (Medhoc) de Ferns, Obispo
-San Albano Roe, Presbítero y Mártir
-San Alberto de Cashel
-San Agustín Pak Chong-won y cincuenta compañeros, Mártires (Busco Estampa)
-San Arsenio de Paro, Ascético
-San Atanacio o Athanasius, Obispo
-San Bobinus de Troyes, Obispo
-San Caradveo, Monje
-San Ciro, Mártir
-San Caradveo, Monje
-San Ciro de Alejandría, Mártir
-San Ciriaco, Mártir
-San Ciriaco de Alejandría, Mártir
-San Claudio, Mártir
-San David I de Escocia, Rey
-San Diodoro, Mártir
-Santo Domingo Sarraceno, y sus Compañeros Mártires
-San Elias de Arduna, Nuevo Mártir
-San Eusebio, Mártir
-San Eulogio de Córdoba, Presbítero y Mártir
-San Eusebio de Rankwéil, Monje de San Galo Eremita
-San Francisco Javier María Bianchi, Presbitero Barnabita
-San Geminiano de Módena, Obispo
-San Juan Bosco, Presbítero y Fundador
-San Juan de Roma, Soldado Mártir
-San Julio o Julián de Novara, Presbítero
-San Julio o Juliano de Orta, Presbítero
-San Martín, sacerdote portugués, Mártir
-San Maedoc de Ferns, Obispo
-San Metrano o Metras de Alejandría, Mártir (Busco Estampa)
-San Nicéforo, Mártir
-San Nicetas de Novgorod, Obispo
-San Nicetas de Kiev, Ascético
-San Pedro Hong, Mártir
-Santo Tomás Reinolds, Presbítero y Mártir
-San Papías, Mártir
-San Serapión, Mártir
-San Saturnino de Alejandría, Mártir y otros muchos
-San Tarsicio de Alejandría, Mártir y compañeros
-San Tirso de Alejandría, Mártir
-San Trifenes
-San Ulphia, Wulfia, Olfe, o Wulfe, Ascético
-San Valdo, Obispo
-San Victor de Alejandría, Mártir
-San Victor, Mártir
-San Victorino, Mártir
-San Victorino y seis compañeros, Mártires (Busco Estampa)
-San Waldo de Évreux, Obispo
-San Wilgils de Humber,  Ascético
-San Zótico de Alejandría, Mártir
-Santa Águeda Ni-Kouen, Mártir

-Santa Athanasia de Corinth o Canope, madre de Theodota, Theoctista y Eudoxia, Mártires

-Santa Eudoxia de Corinth o Canope, Mártir
-Santa Magdalena Son, Mártir
-Santa Marcela de Roma, Viuda
-Santa María, Abadesa
-Santa Theoctista de Corinth o Canope, Mártir
-Santa Theodota de Corinth o Canope, Mártir
-Santa Trifena o Trifenia, Mártir (Busco Estampa)
-Santa Ulphia, Ulpia, Wulfe o Wulfia Cándida de Amiens, Ermitaña
-Santa Virginia, Pastora

-La traslación de San Marcos desde Alejandría a Venecia, 831

lunes, enero 30, 2017

Evangelio Enero 30, 2017

Día litúrgico: Lunes IV del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mc 5,1-20): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos. Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo que moraba en los sepulcros y a quien nadie podía ya tenerle atado ni siquiera con cadenas, pues muchas veces le habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarle. Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, corrió y se postró ante Él y gritó con gran voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes». Es que Él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre». Y le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?». Le contesta: «Mi nombre es Legión, porque somos muchos». Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.

Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte; y le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos». Y se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara -unos dos mil- se arrojó al mar de lo alto del precipicio y se fueron ahogando en el mar. Los porqueros huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas; y salió la gente a ver qué era lo que había ocurrido. Llegan donde Jesús y ven al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, y se llenaron de temor. Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos. Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.

Y al subir a la barca, el que había estado endemoniado le pedía estar con Él. Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, donde los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y que ha tenido compasión de ti». Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.


«Espíritu inmundo, sal de este hombre»
Rev. D. Ramon Octavi SÁNCHEZ i Valero - (Viladecans, Barcelona, España)

Hoy encontramos un fragmento del Evangelio que puede provocar la sonrisa a más de uno. Imaginarse unos dos mil puercos precipitándose monte abajo, no deja de ser una imagen un poco cómica. Pero la verdad es que a aquellos porqueros no les hizo ninguna gracia, se enfadaron mucho y le pidieron a Jesús que se marchara de su territorio.

La actitud de los porqueros, aunque humanamente podría parecer lógica, no deja de ser francamente recriminable: preferirían haber salvado sus cerdos antes que la curación del endemoniado. Es decir, antes los bienes materiales, que nos proporcionan dinero y bienestar, que la vida en dignidad de un hombre que no es de los “nuestros”. Porque el que estaba poseído por un espíritu maligno sólo era una persona que «siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5,5).

Nosotros tenemos muchas veces este peligro de aferrarnos a aquello que es nuestro, y desesperarnos cuando perdemos aquello que sólo es material. Así, por ejemplo, el campesino se desespera cuando pierde una cosecha incluso cuando la tiene asegurada, o el jugador de bolsa hace lo mismo cuando sus acciones pierden parte de su valor. En cambio, muy pocos se desesperan viendo el hambre o la precariedad de tantos seres humanos, algunos de los cuales viven a nuestro lado.

Jesús siempre puso por delante a las personas, incluso antes que las leyes y los poderosos de su tiempo. Pero nosotros, demasiadas veces, pensamos sólo en nosotros mismos y en aquello que creemos que nos procura felicidad, aunque el egoísmo nunca trae felicidad. Como diría el obispo brasileño Helder Cámara: «El egoísmo es la fuente más infalible de infelicidad para uno mismo y para los que le rodean».
Fuente: evangeli.net

Santoral Enero 30


-Beata Carmela García Moyon, Catequista y Mártir
-Beato Ferrario, Mercedario
-Beato Segismundo Pisarski, Sacerdote Mártir
-Beato Sifrido, Monje
-Beato Ogasawara Gen`ya, Mártir y trece compañeros (Busco Estampa)

-Nuestra Señora de la Rosa, Luca, Italia

-San Adelelmo de Burgos, Abad
-San Alejandro, Mártir y Obispo oriental
-San Alejandro de Edesa, Mártir
-San Archelao el Diácono de Roma, Mártir de Ostia
-San Archelaus de Deacon, Mártir
-San Ares de Roma, Mártir de Ostia
-San Amandino de Roma, Mártir de Ostia
-San Armentario de Pavía, Obispo (Busco Estampa)
-San Amnichad o Amnuchad de Fulda, Eremita
-San Amnicado, Monje
-San Basilio, Jerarca
-San Barsés o Barsén, Obispo
-San Barsimeo de Edesa, Obispo (Busco Estampa)
-San Bernerius, Mártir
-San Censorino de Roma, Mártir de Ostia
-San Ciriaco el Obispo de Roma, Mártir de Ostia
-San Cyprus o Kypros, Mártir
-San Cyrinus, Obispo
-San Commodo de Roma, Mártir de Ostia
-San Chipre de Roma, Mártir de Ostia
-San David Galván Bermúdez, Presbítero Mártir
-San Demetrio de Sleven, nuevo Mártir (Busco Estampa)
-San Eusebio de Roma, Mártir de Ostia
-San Eusebio de San Gall, Monje
-San Félix de Roma, Mártir de Ostia
-San Feliciano, Filapiano o Filipinas de África y 154 Mártires
-San Gerardo de Clervaux, hermano de San Bernardo, Clervaux
-San Gildas Gildo o Gildosio de Rhuys, el Sabio, Abad
-San Gervadio, Obispo
-San Glastiano o Maglastiano, Obispo
-San Gregorio, Jerarca
-San Herculiano de Roma, Mártir de Ostia
-San Hermes de Roma, Mártir de Ostia
-San Hipólito de Roma, Hiero Mártir de Ostia
-San Hipólito de Roma, Papa
-San Hipólito de Antioquía, Mártir
-San Juan, Soldado Mártir (Busco Estampa)
-San Juan, Jerarca
-San Lesmes o Adelelmo, Abad y Confesor
-San Matías de Jerusalén, Obispo (Busco Estampa)
-San Mauro de Roma, Mártir de Ostia
-San Máximo de Roma, Mártir de Ostia
-San Mennas de Roma, Mártir de Ostia
-San Monagrio de Roma, Mártir de Ostia
-San Muciano María Wiaux, Religioso Lasallisa
-San Máximo el Presbítero de Roma, Mártir de Ostia
-San Olympo de Roma, Mártir de Ostia
-San Pedro I, Rey de Bulgaria
-San Rustico de Roma, Mártir de Ostia
-San Sabino de Roma, Mártir de Ostia
-San Stavracinus, Mártir
-San Styracius, Mártir
-San Stiracio de Roma, Mártir de Ostia
-San Teodoro de Melitene, nuevo Mártir (Busco Estampa)
-San Teodoro el Tribuno de Roma, Mártir de Ostia
-San Teodoro, Monje de Basilios de Constantinopla
-San Teófilo, el Joven, Mártir (Busco Estampa)
-San Teófilo, Soldado Mártir (Busco Estampa)
-San Teófanes, Monje de Basilios de Constantinopla
-San Theophilus, Nuevo Mártir
-San Tribunus, Mártir
-Santo Tomás Khuong, Presbítero y Mártir
-San Venerio de Roma, Mártir de Ostia
-San Zeno de Antioch, Ermitaño (Busco Estampa)
-San Zeno el más rápido, de las Cuevas de Kiev, Monje (Busco Estampa)

-Santa Aura, Mártir
-Santa Batilde de Chelle, Reina, Madre Viuda, Religiosa
-Santa Crisa de Roma, Mártir de Ostia
-Santa Habrilia, Virgen y Ermitaña
-Santa Martina de Roma, Virgen y Mártir
-Santa Serena, Virgen
-Santa Tiatilde, Abadesa
-Santa Tudy, Tudclyd o Tybei de Gales, Virgen


domingo, enero 29, 2017

Evangelio Enero 29, 2017

Día litúrgico: Domingo IV (A) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Mt 5,1-12): En aquel tiempo, viendo Jesús la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros».

«Bienaventurados los pobres de espíritu...»
Rev. D. Pablo CASAS Aljama - (Sevilla, España)

Hoy leemos este Evangelio tan conocido para todos nosotros, pero siempre tan sorprendente. Con este fragmento de las bienaventuranzas, Jesús nos ofrece un modelo de vida, unos valores, que según Él son los que nos pueden hacer felices de verdad. 

La felicidad, seguramente, es la meta principal que todos buscamos en la vida. Y si preguntásemos a la gente cómo buscan ser felices, o dónde buscan su propia felicidad, nos encontraríamos con respuestas muy distintas. Algunos nos dirían que en una vida de familia bien fundamentada; otros que en tener salud y trabajo; otros, que en gozar de la amistad y del ocio..., y los más influidos quizá por esta sociedad tan consumista, nos dirían que en tener dinero, en poder comprar el mayor número posible de cosas y, sobre todo, en lograr ascender a niveles sociales más altos.

Estas bienaventuranzas que nos propone Jesús no son, precisamente, las que nos ofrece nuestro mundo de hoy. El Señor nos dice que serán «bienaventurados» los pobres de espíritu, los mansos, los que lloran, los que tienen hambre y sed de la justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los que buscan la paz, los perseguidos por causa de la justicia... (cf. Mt 5,3-11).

Este mensaje del Señor es para los que quieren vivir unas actitudes de desprendimiento, de humildad, de deseo de justicia, de preocupación e interés por los problemas del prójimo, y todo lo demás lo dejan en un segundo término.

¡Cuánto bien podemos hacer rezando, o practicando alguna corrección fraterna, cuando nos critiquen por creer en Dios y por pertenecer a la Iglesia! Nos lo dice claramente Jesús en su última bienaventuranza: «Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa» (Mt 5,11).

San Basilio nos dice que «no se debe tener al rico por dichoso sólo por sus riquezas; ni al poderoso por su autoridad y dignidad; ni al fuerte por la salud de su cuerpo... Todas estas cosas son instrumentos de la virtud para los que las usan rectamente; pero ellas, en sí mismas, no contienen la felicidad».
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Fuente: evangeli.net

Santoral Enero 29


-Beata Boleslava María Lament, Fundadora
-Beata Villana de Bottis, Madre de familia

-Beato Bronislao Markiewicz, Presbítero y Fundador 


-Nuestra Señora de Chatillon sur Seine, Francia. Le apareció a San Bernardo (1130). 

-San Abibo o Habib de Samosata, Mártir (Busco Estampa)
-San Acepsimo, Ascetic
-San Afraates, Eremita
-San Aimario o Almárico, Monje
-San Aquilino de Milán, Sacerdote y Mártir
-San Ashot Curapalati de Artanuji, Mártir
-San Bebea, Mártir
-San Barsemio, Hiero Mártir
-San Carlos de Villare o Sayn, Abad
-San César o Cesaréo Angouleme, Diácono
-San Constancio de Perugia, Obispo
-San Chrysa, Mártir
-San Dallan Forgaill, relativo de San Aidan de Ferns
-San Demetrio de Chios, Nuevo Mártir
-San Francisco de Sales, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia
-San Gelasio II, Papa
-San Gerásimo de Perm, Obispo (Busco Estampa)
-San Gildas Gildo o Gildosio de Rhuys, el Sabio, Abad, (Enero 30)
-San Hipericio de Samosata, Mártir (Busco Estampa)
-San Ignacio El Maravilloso, Obispo de Smolesnk (Busco Estampa)
-San Ignacio el portador de Dios
-San James de Samosata, Mártir (Busco Estampa)
-San Jonás de Perm, Obispo (Busco Estampa)
-San Julián de Samosata, Mártir (Busco Estampa)
-San Julián "el Hospitalario" el Pobre,
-San Juventino, Mártir
-San Lucas de Emesa, Diácono y Mártir (Busco Estampa)
-San Laurencio o Lavrentii de Kiev, Ermitaño y Obispo de Turov (Busco Estampa)
-San Mauro de Roma, Soldado Mártir
-San Maximino, Mártir
-San Mocio de Emesa, Lector Mártir (Busco Estampa)
-San Nikadros (Sinaite) de Kastelorizos
-San Papías de Roma, Soldado Mártir
-San Parigoreas de Samosata, Mártir (Busco Estampa)
-San Pedro Nolasco, Fundador
-San Piloteo o Filoteo de Samosata, Mártir (Busco Estampa)
-San Pitirim de Perm, Obispo (Busco Estampa)
-San Potamion o Potamio de Agrigento, Obispo
-San Proyecto, Mártir
-San Romano, Mártir
-San Sabiniano de Troyes, Mártir
-San Sarbelo o Sarbelio de Edesa, Presbítero Mártir, hermano de Barbea (Busco Estampa)
-San Sarbelio o Sarbilus, Mártir
-San Serrano o Serano, Obispo
-San Seustio de Todi, y Compañeros Mártires
-San Silouan (Silvanus), Obispo y Mártir
-San Silvano de Emesa, Obispo y Mártir (Busco Estampa)
-San Sulpicio Severo de Bourges, Obispo
-San Valerio de Ravena, Obispo
-San Valerio o Valero de Tréveris, Obispo
-San Voloc, Obispo

-Santa Barbea o Berbaya de Edesa, Mártir hermana de Sarbelio (Busco Estampa)

-Santa Blath (Flora) de Kildare, Cocinera
-Santa Himana, Abadesa
-Santa Inés de Bagno de Romagna, Calmadolesa
-Santa Radegunda de Treviño, Virgen
-Santa Sabrina, Sarbina o Sabina de Troyes, Virgen y Mártir

sábado, enero 28, 2017

Evangelio Enero 28, 2017

Día litúrgico: Sábado III del tiempo ordinario

Santoral 28 de Enero: Santo Tomás de Aquino, presbítero y doctor de la Iglesia

Texto del Evangelio (Mc 4,35-41): Un día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos: «Pasemos a la otra orilla». Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con Él. En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca. Él estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: «Maestro, ¿no te importa que perezcamos?».

Él, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: «¡Calla, enmudece!» El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza. Y les dijo: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?». Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: «Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?».


«¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?»
Rev. D. Joaquim FLURIACH i Domínguez - (St. Esteve de P., Barcelona, España)

Hoy, el Señor riñe a los discípulos por su falta de fe: «¿Cómo no tenéis fe?» (Mc 4,40). Jesucristo ya había dado suficientes muestras de ser el Enviado y todavía no creen. No se dan cuenta de que, teniendo con ellos al mismo Señor, nada han de temer. Jesús hace un paralelismo claro entre “fe” y “valentía”.

En otro lugar del Evangelio, ante una situación en la que los Apóstoles dudan, se dice que todavía no podían creer porque no habían recibido el Espíritu Santo. Mucha paciencia le será necesaria al Señor para continuar enseñando a los primeros aquello que ellos mismos nos mostrarán después, y de lo que serán firmes y valientes testigos.

Estaría muy bien que nosotros también nos sintiéramos “reñidos”. ¡Con más motivo aun!: hemos recibido el Espíritu Santo que nos hace capaces de entender cómo realmente el Señor está con nosotros en el camino de la vida, si de verdad buscamos hacer siempre la voluntad del Padre. Objetivamente, no tenemos ningún motivo para la cobardía. Él es el único Señor del Universo, porque «hasta el viento y el mar le obedecen» (Mc 4,41), como afirman admirados los discípulos.

Entonces, ¿qué es lo que me da miedo? ¿Son motivos tan graves como para poner en entredicho el poder infinitamente grande como es el del Amor que el Señor nos tiene? Ésta es la pregunta que nuestros hermanos mártires supieron responder, no ya con palabras, sino con su propia vida. Como tantos hermanos nuestros que, con la gracia de Dios, cada día hacen de cada contradicción un paso más en el crecimiento de la fe y de la esperanza. Nosotros, ¿por qué no? ¿Es que no sentimos dentro de nosotros el deseo de amar al Señor con todo el pensamiento, con todas las fuerzas, con toda el alma?

Uno de los grandes ejemplos de valentía y de fe, lo tenemos en María, Auxilio de los cristianos, Reina de los confesores. Al pie de la Cruz supo mantener en pie la luz de la fe... ¡que se hizo resplandeciente en el día de la Resurrección!
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Fuente: evangeli.net