miércoles, septiembre 03, 2025

Evangelio Septiembre 3, 2025

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Miércoles 22 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 4,38-44): En aquel tiempo, saliendo de la sinagoga, Jesús entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella. Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles. A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios». Pero Él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo. 


Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde Él, trataban de retenerle para que no les dejara. Pero Él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado». E iba predicando por las sinagogas de Judea.


«Poniendo Él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba. Salían también demonios de muchos, gritando»

Rev. D. Antoni CAROL i Hostench - (Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)


Hoy nos encontramos ante un claro contraste: la gente que busca a Jesús y Él que cura toda “enfermedad” (comenzando por la suegra de Simón Pedro); a la vez, «salían también demonios de muchos, gritando» (Lc 4,41). Es decir: bien y paz, por un lado; mal y desesperación, por otro.

No es la primera ocasión que aparece el diablo “saliendo”, es decir, huyendo de la presencia de Dios entre gritos y exclamaciones. Recordemos también el endemoniado de Gerasa (cf. Lc 8,26-39). Sorprende que el propio diablo “reconozca” a Jesús y que, como en el caso del de Gerasa, es él mismo quien sale al encuentro de Jesús (eso sí, muy rabioso y molesto porque la presencia de Dios perturbaba su vergonzosa tranquilidad).

¡Tantas veces también nosotros pensamos que encontrarnos con Jesús es un estorbo! Nos estorba tener que ir a Misa el domingo; nos inquieta pensar que hace mucho que no dedicamos un tiempo a la oración; nos avergonzamos de nuestros errores, en lugar de ir al Médico de nuestra alma a pedirle sencillamente perdón... ¡Pensemos si no es el Señor quien tiene que venir a encontrarnos, pues nosotros nos hacemos rogar para dejar nuestra pequeña “cueva” y salir al encuentro de quien es el Pastor de nuestras vidas! A esto se le llama, sencillamente, tibieza.

Hay un diagnóstico para esto: atonía, falta de tensión en el alma, angustia, curiosidad desordenada, hiperactividad, pereza espiritual con las cosas de la fe, pusilanimidad, ganas de estar solo con uno mismo... Y hay también un antídoto: dejar de mirarse a uno mismo y ponerse manos a la obra. Hacer el pequeño compromiso de dedicar un rato cada día a mirar y a escuchar a Jesús (lo que se entiende por oración): Jesús lo hacía, ya que «al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario» (Lc 4,42). Hacer el pequeño compromiso de vencer el egoísmo en una pequeña cosa cada día por el bien de los otros (a eso se le llama amar). Hacer el pequeño-gran compromiso de vivir cada día en coherencia con nuestra vida cristiana.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La curada demostró mucha virtud y el provecho que había sacado de su enfermedad: en cuanto estuvo curada sólo quiso usar de su salud en el servicio del Señor» (San Francisco de Sales)
  • «En la enfermedad todos necesitamos calor humano: para consolar a una persona enferma, más que las palabras, cuenta la cercanía serena y sincera» (Benedicto XVI)
  • «La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.501)

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Fuente: https://evangeli.net


Santoral Septiembre 3




-Beata Bárbara Ko Ven, Laica y Mártir

-Beata Bárbara Yi, Laica y Mártir

-Beata Inés Kim, Laica y Mártir

-Beata María Pak, Laica y Mártir

-Beata María Yi, Laica y Mártir


-Beato Andrés de Borgo San Sepolcro, Presbítero y Confesor

-Beato Bucardo de Wurzburgo, Obispo

-Beato Guala de Brescia, Obispo y Confesor

-Beato Juan de Perusa, Presbítero y Mártir

-Beato Juan Pak Hu-jae, Laico y Mártir

-Beato Pedro de Saxoferrato, Religioso y Mártir


-San Aigulfo, Abad y Mártir

-San Alberto, Monje

-San Ansano, Obispo y Mártir

-San Antonino, Niño Mártir

-San Antonio Ixida, Religioso y Mártir

-San Aristeo, Obispo y Mártir

-San Aristión, Obispo y Mártir

-San Ausano, Obispo y Mártir

-San Auxano, Obispo y Mártir

-San Bartolomé Gutiérrez, Religioso y Mártir

-San Bucardo, Obispo

-San Caritón, Confesor

-San Conón, Obispo y Mártir

-San Constantiniano, Confesor

-San Egulfo, Abad y Mártir

-San Evodio de Antioquía, Obispo y Confesor

-San Francisco de Jesús Terrero Ortega, Presbítero y Mártir (Septiembre 2)

-San Godegrando, Obispo y Confesor

-San Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia

-San Macnisio, Obispo (primer obispo de Connor)

-San Mansueto de Toul, Obispo

-San Marino El Dálmata, Fundador

-San Nonicio, Obispo

-San Proyecto de Imola, Obispo

-San Remaclo, Obispo

-San Sandalio de Córdoba, Mártir

-San Proyecto de Imola, Obispo

-San Remaclo, Obispo

-San Sandalio, Mártir


-Santa Basilisa de Nicomedia, Niña Mártir

-Santa Coenburga, Viuda y Religiosa

-Santa Cutburga, Abadesa de Winborne, Viuda

-Santa Febe de Cencreas, Confesora

-Santa Serapia de Roma, Virgen y Mártir



martes, septiembre 02, 2025

Evangelio Septiembre 2, 2025

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Martes 22 del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Lc 4,31-37): En aquel tiempo, Jesús bajó a Cafarnaúm, ciudad de Galilea, y los sábados les enseñaba. Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad. Había en la sinagoga un hombre que tenía el espíritu de un demonio inmundo, y se puso a gritar a grandes voces: «¡Ah! ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios». Jesús entonces le conminó diciendo: «Cállate, y sal de él». Y el demonio, arrojándole en medio, salió de él sin hacerle ningún daño. Quedaron todos pasmados, y se decían unos a otros: «¡Qué palabra ésta! Manda con autoridad y poder a los espíritus inmundos y salen». Y su fama se extendió por todos los lugares de la región.


«Quedaban asombrados de su doctrina, porque hablaba con autoridad»

Rev. D. Joan BLADÉ i Piñol - (Barcelona, España)


Hoy vemos cómo la actividad de enseñar fue para Jesús la misión central de su vida pública. Pero la predicación de Jesús era muy distinta a la de los otros maestros y esto hacía que la gente se extrañara y se admirara. Ciertamente, aunque el Señor no había estudiado (cf. Jn 7,15), desconcertaba con sus enseñanzas, porque «hablaba con autoridad» (Lc 4,32). Su estilo de hablar tenía la autoridad de quien se sabe el “Santo de Dios”.

Precisamente, aquella autoridad de su hablar era lo que daba fuerza a su lenguaje. Utilizaba imágenes vivas y concretas, sin silogismos ni definiciones; palabras e imágenes que extraía de la misma naturaleza cuando no de la Sagrada Escritura. No hay duda de que Jesús era buen observador, hombre cercano a las situaciones humanas: al mismo tiempo que le vemos enseñando, también lo contemplamos cerca de las gentes haciéndoles el bien (con curaciones de enfermedades, con expulsiones de demonios, etc.). Leía en el libro de la vida de cada día experiencias que le servían después para enseñar. Aunque este material era tan elemental y “rudimentario”, la palabra del Señor era siempre profunda, inquietante, radicalmente nueva, definitiva.

La cosa más grande del hablar de Jesucristo era el compaginar la autoridad divina con la más increíble sencillez humana. Autoridad y sencillez eran posibles en Jesús gracias al conocimiento que tenía del Padre y su relación de amorosa obediencia con Él (cf. Mt 11,25-27). Es esta relación con el Padre lo que explica la armonía única entre la grandeza y la humildad. La autoridad de su hablar no se ajustaba a los parámetros humanos; no había competencia, ni intereses personales o afán de lucirse. Era una autoridad que se manifestaba tanto en la sublimidad de la palabra o de la acción como en la humildad y sencillez. No hubo en sus labios ni la alabanza personal, ni la altivez, ni gritos. Mansedumbre, dulzura, comprensión, paz, serenidad, misericordia, verdad, luz, justicia... fueron el aroma que rodeaba la autoridad de sus enseñanzas.


Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Todo procede del amor, todo está ordenado a la salvación del hombre, Dios no hace nada que no sea con este fin» (Santa Catalina de Siena)
  • «El Evangelio es palabra de vida: no oprime a las personas, al contrario, libera a cuantos son esclavos de tantos espíritus malvados de este mundo: tanto el espíritu de la vanidad, el apego al dinero, el orgullo, la sensualidad» (Francisco)
  • «La permisión divina del mal físico y del mal moral es misterio que Dios esclarece por su Hijo, Jesucristo, muerto y resucitado para vencer el mal. La fe nos da la certeza de que Dios no permitiría el mal si no hiciera salir el bien del mal mismo, por caminos que nosotros sólo conoceremos plenamente en la vida eterna» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 324)

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Fuente: https://evangeli.net


Santoral Septiembre 2




-Beata Ingrid Elofsdotter de Skänninge, Religiosa


-Beato Alejandro Carlos María Lanfant, S.I., Mártir

-Beato Armando Ana Chapt de Rastignac, Vicario General, Mártir

-Beato Antonio Carlos Octaviano du Bouzet, Vicario General, Mártir

-Beato Apolinar Morel de Posat, Presbítero y Mártir

-Beato Bartolomé Gutiérrez, Presbítero y Mártir

-Beato Beltrán de Caupenne, Presbítero y Mártir

-Beato Carlos Camus, Presbítero y Mártir

-Beato Carlos Luis Hurtrel, Minimo, Mártir

-Beato Carlos de la Calmette, Conde de Valfons

-Beato Claudio Caix, Presbítero y Mártir

-Beato Claudio FontainePresbítero y Mártir

-Beato Daniel Ludovico André des Pommerayes, Presbítero y Mártir

-Beato Enrique Guyer, Mártir

-Beato Francisco Bousquet, Presbítero y Mártir

-Beato Francisco Burté, Presbítero y Mártir

-Beato Francisco Dardán, Presbítero y Mártir

-Beato Francisco José de La Rochefoucauld-Maumont, Obispo de Beauvais

-Beato Francisco José Pey, Presbítero y Mártir

-Beato Francisco Luis Hebert, Mártir

-Beato Francisco Luis Meallet de Fargues, Presbítero y Mártir

-Beato Jacobo Friteyre-Durvé, Mártir

-Beato Jacobo Galais, Mártir

-Beato José Luis François, Presbítero y Mártir

-Beato Juan Andrés Capeau, Presbítero y Mártir

-Beato Juan José Rateau, Presbítero y Mártir

-Beato Juan Ludovico Guyard de Saint-Clair, Canónigo, Mártir

-Beato Juan Pedro Simón, Canónigo, Mártir

-Beato Juan Francisco Bucté, Presbítero y Mártir

-Beato Juan Guilleminet, Mártir

-Beato Juan Lacán, Presbítero y Mártir

-Beato Juan María de Lau, Arzobispo de Arlés

-Beato Juan María Gruyer, Presbítero y Mártir

-Beato Laurent, Presbítero y Mártir

-Beato Luis Benjamín Hurtrel, Diácono, Mártir

-Beato Luis le Danoist, Presbítero y Mártir

-Beato León Mopinot, Religioso y Mártir

-Beato Ludovico Hurtel, Mártir

-Beato Ludovico René Nicolás Benoist, Presbítero y Mártir

-Beato Ludovico Remigio Benoist, Presbítero y Mártir

-Beato Luis Barreu Hebert de la Touche, Mártir y Monje

-Beato Luis José François, Mártir

-Beato Marcos Luis Royer, Presbítero y Mártir

-Beato Pedro Ludovico Gervais, Presbítero y Mártir

-Beato Pedro Guérin du Rocher, Mártir

-Beato Pedro Jacobo María Vitalis, Presbítero y 20 compañeros Mártires

-Beato Pedro Juan Garrigues, Presbítero y Mártir

-Beato Pedro Renato Rogue, Presbítero y Mártir

-Beato Pierre Louis de La Rochefoucauld-Bayers, Obispo de Saintes

-Beato Renato Massey, Mártir

-Beato Roberto du Rocher, Mártir

-Beato Roger Faverge, Religioso y Mártir

-Beato Santino Huré, Presbítero y Mártir

-Beato Salomón Leclerq, Religioso y Mártir

-Beato Severino Girault, Presbítero y Mártir

-Beato Tomás Juan Montsaint, Presbítero y Mártir

-Beato Uldaric Guillaume, Religioso y Mártir

-Beato Yyves Guillon de Keranrun, Mártir


-Nuestra Señora de la Academia

-Nuestra Señora de la Cinta-Patrona de Huelva


-San Agrícola de Aviñón, Obispo

-San Agustín Chevreux, Monje y Mártir

-San Antonino (Antolín) de Pamiers, Mártir

-San Brocardo (Burchard), Confesor y Prior del Monte Carmelo

-San Calixto de Nicea, Mártir (hijo de Teodota)

-San Concordio, Mártir

-San Cosme, Mártir (junto a San Damián, (Septiembre 26)

-San Damián, Mártir

-San Diomedes, Mártir

-San Eleazar, Confesor

-San Elpidio, Abad

-San Elpidio de Lyon, Obispo

-San Esiquio, Mártir

-San Estácteo, Mártir

-San Eutiquiano, Mártir

-San Eutiquio, Mártir

-San Evodio de Nicea, Mártir (hijo de Teodota)

-San Facundino, Mártir

-San Felipe, Mártir

-San Filadelfo, Mártir

-San Guillermo de Roskilde, Obispo

-San Habib, Diácono y Mártir

-San Hermógenes de Nicea, Mártir (hijo de Teodota)

-San Juan Antonio Segonds, Presbítero y Mártir

-San Julián, Mártir

-San Justo de Lyon, Obispo

-San Juventino, Mártir

-San Leónides, Mártir

-San Licinio, Confesor

-San Maine, Obispo

-San Menalipo, Mártir

-San Nonnoso, Abad

-San Pantágapas, Mártir

-San Peregrino, Mártir

-San Próspero de Tarragona, Obispo

-San Renato Massey, Monje y Mártir

-San Siagrio de Autun, Obispo

-San Teodoro, Mártir

-San Viator, Obispo y Monje Mártir

-San Zenón de Nicomedia, Mártir


-Santa Calixta, Mártir

-Santa Margarita de Lovaina, Virgen y Mártir

-Santa Máxima de Roma, Mártir

-Santa Raquel, Madre (figura bíblica)

-Santa Sofía, Mártir

-Santa Teodora de Alejandría, Penitente

-Santa Teodota de Nicea, Madre y Mártir, con sus hijos


-Santos Mártires de Septiembre

Grupo de mártires de las masacres de septiembre de 1792, beatificados en 1926. Aunque muchos son beatos, algunos fueron canonizados localmente y pueden figurar como santos en ciertos calendarios.