Julio 8 - 9
Mártires de China (†1900)
Entre los muchos mártires de la persecución desencadenada por los «Boxers»
de China en 1900, se encuentran siete Franciscanas Misioneras de María, que son
las protomártires de su Congregación. Habían llegado el año anterior a la misión
de Taiyuanfu y allí mismo, junto con San Gregorio Grassi y compañeros
franciscanos, inmolaron sus vidas en testimonio de la fe en Cristo. Todos ellos
fueron beatificados por Pío XII en 1946, y canonizados por Juan Pablo II el año
2000. Su fiesta se celebra el 8 de julio.
Santa María Clara
María Clara (Clelia Nanetti) nació el 9 de enero de 1872
en Santa María Magdalena, provincia de Rovigo (Italia). Sus padres la reciben
con alegría; en esta hija todo será rápido, precoz, ardiente. Querida, amada por
todos en su casa y en su pueblo, de naturaleza impulsiva, exuberante, rica;
inteligente y alegre, asimila todo muy rápidamente: en la escuela, sus maestras
tratan de disciplinarla. Al terminar la escuela elemental, se dedica a las
tareas del hogar. Es encantadora y el mundo la espera, pero Clelia se siente
atraída hacia lo religioso. ¿Será el primer indicio de su vocación religiosa?
Sus padres la obligan a ir a un baile, pero en su corazón la elección está
hecha. Bernabé, su hermano franciscano, le ayuda en el camino de su entrega a
Dios. A los 18 años pide a sus padres ser religiosa, pero éstos piensan que es
el idealismo de tantas jóvenes de esa edad. Clelia sabe lo que quiere, y
comienza la lucha. Toma conciencia de los sufrimientos, la amargura, los odios,
la desesperación... toda la miseria del mundo, y se despierta en ella el deseo
de entregarse, de servir, de vivir y anunciar el Evangelio.
A través de su hermano conoce el Instituto de las Franciscanas Misioneras
de María, y el horizonte de las misiones se abre ante ella. Su fuerte
personalidad la impulsa a una firme decisión, y el 24 de enero de 1892 entra al
prenoviciado; en abril del mismo año comienza el noviciado y recibe el nombre de
María Clara. Así será su vida, su entrega: naturaleza franca, transparente,
ardiente, Clara personifica la misionera alegre, generosa, olvidada de sí, tal
vez muchas veces demasiado rápida, pero siempre pronta al sacrificio por los
demás.
En China, a la propuesta del obispo de alejarse del lugar del peligro,
Clara, exclama: «¿Huir, monseñor? ¡Oh, no! Vinimos para dar nuestra vida por
Dios, si fuese necesario».
Sin embargo, como el peligro amenaza también a las huérfanas, monseñor hace
preparar dos carros que las llevarán a un pueblo cristiano, y Clara debe
acompañar al grupo. Pero, la puerta ya está bloqueada y deben volver... Su deber
cumplido, la misionera regresa contenta...
En el combate final, dicen que fue Clara la primera en recibir el golpe
mortal... tal vez su elevada estatura llamaba la atención... tal vez porque lo
que veía como voluntad de Dios lo hacía siempre rápidamente... Su última palabra
fue, sin duda, la que constantemente repetía: «¡Siempre adelante!»
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[Texto tomado de la página web oficial de las Franciscanas Misioneras de
María: http://www.fmm.org/esp/cap2.Mart-esp.htm]
Fuente: franciscanos.org
Fuente: franciscanos.org
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