jueves, septiembre 12, 2013

Beatos Apolinar Franco, Tomás Zumárraga, y cuatro compañeros, Mártires

Beatos Apolinar Franco, Tomás del Espíritu Santo Zumárraga, y cuatro compañeros, Mártires
Septiembre 12

Martirologio Romano: En Ômura en Japón, beatos Apolinar Franco, de la Orden de los Hermanos Menores, Tomás de Zumárraga, de la Orden de Predicadores, sacerdotes, y cuatro compañeros, mártires, que por odio a la fe cristiana fueron encarcelados y quemados vivos.

Durante la persecución religiosa que tuvo lugar en Japón entre 1617 y 1632 centenas de cristianos sufrieron martirio, las más variadas formas de tormentos, como ahorcados, crucificados, decapitados, quemados, arrojados al mar, sumergidos en agua helada o hirviendo, prensados en vigas, expuestos a serpientes… Entre los cuales se encuentran el comisario de la Orden franciscana en Japón, Apolinar Franco y sus 44 compañeros, 17 frailes franciscanos, 27 de la tercera orden, gran parte de ellos en Nagasaki, donde el año 1597 tuvo lugar el martirio de san Pedro Bautista Blázquez (6 febrero). La montaña de Nagasaki es para la orden franciscana su Gólgota y su Tabor, en ella, la fe y el amor de sus hijos venció el odio y el furor.

Apolinar Franco, nació en Aguilar de Campoo (Valladolid). Estudio Derecho en Salamanca. Ingresó en los franciscanos de esta ciudad. Era un gran canonista y muy versado en moral, sobresalía por su austeridad, mortificación y contemplación. Por un gran deseo suyo fue enviado a las misiones orientales; llegó a Manila en 1602, y luego enviado a Japón (1614).

En este mismo año llegó la orden de destierro de los misioneros y de los cristianos más significados, del que logró evadirse, pasando a las montañas cercanas a Nagasaki, donde animó a los cristianos perseguidos, reconcilió a los apostatas y bautizó a numerosos infieles. Fue nombrado comisario provincial  (1616) y siguió con su actividad apostólica. Junto a un religioso dominico y otro agustino fundó una obra pía para cuidar a los niños abandonados.

Fue arrestado en 1617 con siete de sus catequistas y otros cristianos, donde pasó dos años de penalidades, ejerciendo su ministerio siempre que le fue posible. En 1619 fue encerrado en la horrible prisión de Ômura. que el mismo Apolinar describe: “tres brazos de largo y dos de ancho, a manera de jaula…; los maderos son cuadrados, dos dedos apartados uno de otro, y un agujero como el círculo de una escudilla, cuanto cabe el sustento que nos van a dar a comer, que es una vez al día, una escudilla de arroz malo… y con esto estamos muy contentos”.

En 1621 todos los sacerdotes o religiosos fueron centrados en la cárcel de Ômura para ser vigilados mejor. Ellos por su parte, se alegraron de ello y la convirtieron en un convento, establecieron un noviciado, admitiendo a los cristianos más fervorosos dándoles la profesión. Esto duró hasta agosto de 1622, en que supieron su condena a muerte. Antes de separarse para ir unos a Nagasaki, quedando otros en Ômura, y se consolaron y confesaron unos a otros. Sus compañeros, en los que hay varios mártires japoneses muertos en varias fechas.
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