domingo, septiembre 22, 2013

Santa Salaberga de Laon, Fundadora y Abadesa

Santa Salaberga de Laon, Fundadora y Abadesa
Septiembre 22


Martirologio Romano: En Laon, de Neustria (hoy Francia), santa Salaberga, abadesa, de quien se dice que san Columbano le curó su ceguera y la encauzó al servicio de Dios. 665

(665 d.C.) Cuando san Eustaquio de Luxeuil viajaba de regreso a su monasterio desde Baviera, fue hospedado en una casa donde había una niña llamada Salaberga, que estaba ciega. El santo tomó aceite, lo bendijo y ungió con él los párpados de la chiquilla; después se puso en oración y Dios devolvió la vista a la infortunada Salaberga. Con el correr del tiempo, ésta se casó con un joven del lugar, pero el esposo murió dos meses después de la boda, y Salaberga, interpretó aquel suceso como una señal de que Dios la quería para su servicio en algún monasterio. Sin embargo, los padres de la joven pensaban de distinta manera y la casaron de nuevo con un noble caballero llamado Blandino.

Con él tuvo cinco hijos, dos de los cuales, Baudino y Anstrudio, llegaron a ser venerados como santos. Salaberga había dotado a un convento de Poulangey y, al cabo de varios años de feliz matrimonio, tanto ella como su marido, de común acuerdo, decidieron retirarse del mundo. Blandino se hizo ermitaño y se le venera como santo en la diócesis de Meaux. Ella se retiró primero al convento de Poulangey y, más tarde, por consejo de San Walberto, abad de Luxeuil, fundó un nuevo monasterio en Laon, alrededor del año 650.

Aquella abadía era un establecimiento muy extenso y tenía conventos para monjes y para monjas. Salaberga tenía un hermano casado que se llamaba Bodo, al que convenció para que abandonase el mundo y tomara los hábitos, al tiempo que su esposa se unió a la comunidad de Laon. Bodo llegó a ser el obispo de Toul y fundó tres monasterios, en uno de los cuales fue abadesa su propia hija. La fiesta de San Bodo se celebra el día 11 de este mes. Durante los dos últimos años de su vida, Santa Salaberga sufrió continuamente grandes dolores, que soportó con valor y paciencia. Después de su muerte, su hija Santa Anstrudis se hizo cargo del gobierno de la comunidad. Santa Salaberga fue sepultada en la abadía y, posteriormente, los restos de San Bodo fueron exhumados de su sepultura en Toul y trasladados junto a los de su hermana.
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La biografía impresa originalmente en Acta Sanctorum, sept. vol. VI, fue editada con comentarios críticos por B. Krusch en MGH., Scriptores Merov., vol. V, pp. 40-66, donde demuestra que el nombre correcto de la santa es Sadalberga; pero lo importante es que la biografía que pretendía haber sido escrita por un contemporáneo es, en realidad, una recopilación que data del siglo IX. Son más dignas de confianza algunas referencias que have a Salaberga el escritor Jonás, abad de Bobbio en su Vida de San Columbario. Para los datos sobre Bodo (Leudin), ver el Acta Sanctorum, sept. vol. III.
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Fundadora y primera abadesa del monasterio de San Juan Bautista en Laon.


Vida

Nació en Alsacia (Francia) hacia el 600, († 664, Laon, Francia)

Fue casada en dos ocasiones, quedando viuda muy joven.

Se dedicó a la vida religiosa bajo la guía de San Eustaquio de Luxeuil.

Fundó el monasterio de San Juan Bautista en Laon, del cual fue primera abadesa.


Se distinguió por su caridad con los pobres y la disciplina monástica.

Murió hacia el año 664, rodeada de gran fama de santidad.


Salaberga, nació a principios del siglo VII, en Toul, a las afueras de la ciudad de Laon, Austrasia, actualmente ciudad y comuna francesa, situada en el departamento de Aisne, de la región de Alta Francia. La recién nacida, llegó al mundo en el seno de una familia muy importante y influyente de Toul y su región. La citada familia pertenecía a una de las grandes familias, los llamados “leudi”, la cual extendió su influencia al sur de Austrasia, hasta las fronteras de Borgoña merovingia o la naciente Alsacia. Salaberga, tenía dos hermanos, Leudino o Bodon y Fulcro, los cuales llegaron a conseguir la santidad, Leudino fue monje y obispo de Toul.


Desde su más tierna infancia Salaberga, recibió una extraordinaria formación cultural y religiosa, impregnándose desde muy pequeña de la enorme espiritualidad reinante en el seno familiar. Fue educada con su hermano Fulcro, en su propio domicilio familiar, al parecer según afirma Tona di Bobbio, siendo muy niña perdió la vista y también sufría de continuas hemorragias. Pero según varios autores destacan que en cierta ocasión, cuando regresaba San Eustaquio de Luxeuil, de una visita eclesiástica en Baviera, fue hospedado en una casa donde casualmente había una niña llamada Salaberga, que sufría mucho pues se había quedado ciega.


Pronto Eustaquio tomó aceite, lo bendijo y se fue junto a ella, conversó con ella un rato largo y tendido. Luego ungió con dicho aceite los párpados de la niña, después se puso en oración y Dios devolvió la vista a la infortunada y posteriormente continuó su camino de regreso a su monasterio, pero ocurrió que al poco de partir Eustaquio, Salaberga, recobró la vista y sanó milagrosamente. Siendo aún muy jovencita Salaberga, comenzó a tener unos profundos deseos de consagrar su vida al servicio de Dios y el prójimo, ella dedicaba mucho tiempo a la oración y a realizar obras de caridad con los más pobres y necesitados.


Algunos autores manifiestan que Salaberga no se casó, pero según otros autores concretamente en su Vida, afirman que se casó dos veces. Con el paso de los años, tuvo lugar su primer enlace matrimonial, según se relata, Salaberga se casó con un joven del lugar, llamado Richraen, pero el esposo murió, casi a los dos meses de contraer dicho enlace matrimonial. La súbita muerte de su marido, la interpretó Salaberga, como una señal de que Dios, la quería para su servicio y le mostraba el camino para comenzar una vida monástica.


Motivo por el cual ingresó en el monasterio y llevó durante algo más de dos años, una vida dedicada a la meditación, oración, ayuno y penitencia, bajo la guía espiritual de San Eustaquio. Su padre fue influenciado por el rey Dogoberto, para que tratase de convencer a su hija que se casara con un noble consejero real. Su padre ya no comprendía el motivo por el cual su querida hija, había preferido encerrarse en el monasterio, pero ahora tenía un motivo muy especial, para tratar de convencerla, haciéndole alusión al interés del rey, para que contrajera un nuevo enlace matrimonial.


Ante tales presiones y para no ofender los deseos del rey, Salaberga abandonó su proyecto monacal y finalmente aceptó contraer dicho matrimonio, con uno de los nobles consejeros del rey, llamado Blandino, el cual era pagano. Una vez casados, Salaberga con su enorme bondad y humildad hizo que Blandino, por su bien se convirtiera al cristianismo y luego se comprometió con Salaberga, en efectuar muchísimas obra de caridad. Según se dice al principio al parecer no tuvieron hijos, ante tal eventualidad decidieron realizar una peregrinación a la tumba de San Remigio en Reims, para pedirle que les concediera un hijo.


Una vez concluida dicha peregrinación y conforme pasaron los meses quiso Dios bendecir dicha unión matrimonial y Salaberga, tuvo su primer hijo y luego siguieron naciendo, hasta tener un total de cinco, dos de los cuales, Boduino y Anstrude, consiguieron ser venerados como santos. Pasaron los años inexorablemente y se afirma que el matrimonio fue enormemente muy feliz, sin embargo, después de muchos años de felicidad, ambos decidieron separarse para dedicarse a la vida religiosa. Ante tal determinación, Blandino se convirtió en ermitaño y es venerado como santo en la diócesis de Meaux, capital de la región geográfica de la Brie.


Mientras Salaberga se retiro primero al convento que ella misma había fundado en Poulangey, pasado algún tiempo en el año ca. 650, siguiendo el consejo de San Walberto, abad de Luxeuil, Salaberga regresó a Laon y fundó otro nuevo monasterio en dicha ciudad de Laon. del cual se convirtió en abadesa, observando la regla de San Benito y San Columbano de Luxeuil. Se dice que su esposo Blandino que estaba llevando una vida de ermitaño, cuando el recién fundado monasterio se hizo doble, dejó su retiro como ermitaño y ingresó en la vida monacal.


Como dicha abadía era enormemente extensa y como se ha dicho con anterioridad había creado conventos para monjes y para monjas. Salaberga que tenía un hermano casado que se llamaba Bodo, convenció a su hermano y a su esposa, para que dejasen la vida mundana y tomaran los hábitos monacales, pronto ambos aceptaron, la esposa de su hermano se unió a la comunidad de Laon. Su hermano Bodo llegó a ser el obispo de Toul y fundo tres monasterios, en uno de los cuales fue abadesa su propia hija.


Los dos últimos años de su vida, Salaberga llevó una vida sufriendo enormes dolores agudos y muy continuos, ella además del tiempo dedicado a la oración, también realizaba continuas penitencias, pero los dolores los soportaba con enorme coraje, con extraordinario valor y mucha paciencia, hasta que finalmente murió. Su alma se elevó al Paraíso Celestial, a la presencia del Sumo Hacedor el día 22 de septiembre del año 665, en la ciudad de Laon, Austrasia, actualmente Francia. Salaberga, recibió cristiana sepultura en la iglesia de la abadía y su hija Santa Anstrudis, asumió el cargo de abadesa, gobernando la comunidad.


Santa Salaberga, ya tenía fama de santidad, mientras estaba viva, como mediadora de muchos milagros, siendo muchos más los ocurridos sobre su tumba, extendiéndose su culto y su fama por todo el noroeste de Francia, Bélgica y Luxemburgo. Santa Salaberga de Toul, es la protectora de la ceguera y de todas las enfermedades de la vista. Pasado los años, los restos de San Bodo, hermano de Santa Salaberga, fueron exhumados de su sepultura en Toul y trasladados junto a los de su hermana.

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Vidas Santas


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