Noviembre 28
Siglo I
Etimológicamente significa “ feliz”. Viene de la lengua
latina.
El Señor dice: “Mirad que voy a crear un cielo nuevo y
una tierra nueva. Habrá gozo perpetuo por lo que voy a crear. Voy a hacer de mi
pueblo una tierra de alegría”.
Fausta fue un madre en el siglo
I.
Existe una carta de aquellos años en la que se
dice:"Aunque mi padre sea pagano, mi madre es siempre file y casta. Me ha hecho
cristiana desde la cuna".
El nombre de su hijo era
Crisógono.
Había ya en los primeros años del cristianismo personas
con esta reciedumbre y fortaleza.
Pertenece, sin duda, a lo que dice el Señor: Era de una
tierra nueva y de un nuevo cielo.
Para los apologistas, la difusión del cristianismo
constituyó por sí mismo un verdadero
milagro.
Este milagro hubiera bastado para probar la divinidad de
Cristo.
La misma conversión de la gente era un camino seguro de
santidad.
Por eso, los cristianos de la primera hornada se
llamaban “santos”.
Anastasia hablaba muy bien en su “Pasión” o teatro
medieval para ensalzar y el conocimiento de los santos, de la madre Fausta como
una verdadera cristiana que educó en la verdad y la santidad a su
hija.
Cuando en la familia florece la flor del creyente
auténtico, se debe, en parte, a unos buenos padres que, además de alimentarlos y
educarlos, no descuidan nunca el valor
religioso.
Si hoy existe tanto despiste y falta de sentido en
alguna juventud, se debe a que lo cristiano está aparcado para actos oficiales
de bautizo, primera comunión, boda y
funerales.
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Autor: P. Felipe Santos | Fuente:
Catholic.net
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