Día litúrgico: Domingo XV (B) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mc 6,7-13): En aquel tiempo, Jesús
llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los
espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un
bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: «Calzados con
sandalias y no vistáis dos túnicas». Y les dijo: «Cuando entréis en una casa,
quedaos en ella hasta marchar de allí. Si algún lugar no os recibe y no os
escuchan, marchaos de allí sacudiendo el polvo de la planta de vuestros pies, en
testimonio contra ellos». Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran;
expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los
curaban.
«Jesús llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en
dos»
Rev. D. Jordi SOTORRA i Garriga - (Sabadell, Barcelona, España)
Hoy, Domingo XV (B) del tiempo ordinario, leemos en el Evangelio que Jesús
envía a los Doce, de dos en dos, a predicar. Hasta ahora han acompañado al
Maestro por los caminos de Galilea, pero ha llegado la hora de comenzar la
difusión del Evangelio, la Buena Nueva: la noticia de que nuestro Padre Dios nos
ama con un amor infinito y que nos ha traído a la vida para hacernos felices por
toda la eternidad. Esta noticia es para todos. Nadie ha de quedar al margen de
la enseñanza liberadora de Jesús. Nadie queda excluido del Amor de Dios. Es
necesario llegar hasta el último rincón del mundo. Hay que anunciar el gozo de
la salvación plena y universal, por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho
hombre por nosotros, muerto y resucitado y presente activamente en la
Iglesia.
Equipados con «poder sobre los espíritus inmundos» (Mc 6,7) y con un bagaje
casi inexistente -«Les ordenó que nada tomasen para el camino, fuera de un
bastón: ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; sino: ‘Calzados con
sandalias y no vistáis dos túnicas’» (Mc 6,8)- inician la misión de la Iglesia.
La eficacia de su predicación evangelizadora no vendrá de influencias humanas o
materiales, sino del poder de Dios y de la sinceridad, de la fe y del testimonio
de vida del predicador. «Todo el impulso, la energía y la entrega de los
evangelizadores provienen de la fuente que es el amor de Dios infundido en
nuestros corazones con el don del Espíritu Santo» (Juan Pablo II).
Hoy en día, la Buena Noticia no ha llegado todavía a todas partes, ni con
la intensidad que era necesaria. Se ha de predicar la conversión, hay que vencer
a muchos espíritus malignos.
Quienes hemos recibido la Buena Noticia, ¿lo sabemos valorar? ¿Somos
conscientes de ello? ¿Estamos agradecidos? Sintámonos enviados, misioneros,
urgidos a predicar con el ejemplo y, si fuera necesario, con la palabra para que
la Buena Nueva no falte a quienes Dios ha puesto en nuestro camino.
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Fuente: evangeli.net
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