Día litúrgico: Lunes XVI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 12,38-42): En aquel tiempo, le
interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver una señal hecha
por ti». Mas Él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Una señal pide,
y no se le dará otra señal que la señal del profeta Jonás. Porque de la misma
manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así
también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres
noches. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la
condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay
algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta
generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír
la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón».
«Maestro, queremos ver una señal hecha por ti»
+ Rev. D. Lluís ROQUÉ i Roqué - (Manresa, Barcelona, España)
Hoy contemplamos en el Evangelio a algunos maestros de la Ley y fariseos
deseando que Jesús demuestre su procedencia divina con una señal prodigiosa (cf.
Mt 12,38). Ya había realizado muchas, suficientes para mostrar no solamente que
venía de Dios, sino que era Dios. Pero, aun con los muchos milagros realizados,
no tenían bastante: por más que hubiera hecho, no habrían creído.
Jesús, con tono profético, tomando ocasión de una señal prodigiosa del
Antiguo Testamento, anuncia su muerte, sepultura y resurrección: «De la misma
manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así
también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres
noches» (Mt 12,40), saliendo de ahí lleno de vida.
Los de Nínive, por la conversión y la penitencia, recobraron la amistad con
Dios. También nosotros, por la conversión, la penitencia y el bautismo, hemos
sido sepultados con Cristo, y vivimos por Él y en Él, ahora y por siempre,
habiendo dado un verdadero paso “pascual”: paso de muerte a vida, del pecado a
la gracia. Liberados de la esclavitud del demonio, llegamos a ser hijos de Dios.
Es “el gran prodigio”, que ilustra nuestra fe y la esperanza de vivir amando
como Dios manda, para poseer a Dios Amor en plenitud.
Gran prodigio, tanto el de la Pascua de Jesús como el de la nuestra por el
bautismo. Nadie los ha visto, ya que Jesús salió del sepulcro, lleno de vida, y
nosotros del pecado, llenos de vida divina. Lo creemos y vivimos evitando caer
en la incredulidad de quienes quieren ver para creer, o de los que quisieran a
la Iglesia sin la opacidad de los humanos que la componemos. Que nos baste el
hecho Pascual de Cristo, que tan hondamente repercute en todos los humanos y en
toda la creación, y es causa de tantos “milagros de la gracia”.
La Virgen María se fió de la Palabra de Dios, y no tuvo que correr al
sepulcro para embalsamar el cuerpo de su Hijo y para comprobar el sepulcro
vacío: simplemente creyó y “vio”.
=
Fuente: evangeli.net
No hay comentarios.:
Publicar un comentario