Día litúrgico: Jueves XIV del tiempo ordinario
Texto del Evangelio (Mt 10,7-15): En aquel tiempo, Jesús
dijo a sus Apóstoles: «Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.
Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis
lo recibisteis; dadlo gratis. No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en
vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni
bastón; porque el obrero merece su sustento. En la ciudad o pueblo en que
entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis.
Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz;
mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no se os recibe ni se
escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo
el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor
para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad».
«Id proclamando que el Reino de los Cielos está
cerca»
Rev. D. Antonio BORDAS i Belmonte - (L’Ametlla de Mar, Tarragona,
España)
Hoy, el texto del Evangelio nos invita a evangelizar; nos dice: «Predicad»
(cf. Mt 10,7). El anuncio es la buena nueva de Jesús, que intenta hablarnos del
reino de Dios, que Él es nuestro salvador, enviado por el Padre al mundo y, por
este motivo, el único que nos puede renovar desde dentro y cambiar la sociedad
en la que vivimos.
Jesús anunciaba que «el Reino de los Cielos está cerca» (Mt 10,7). Él era
el anunciador del reino de Dios que se hacía presente entre los hombres y
mujeres en la medida en que el bien avanzaba y retrocedía el mal.
Jesús quiere la salvación del hombre total, en su cuerpo y en su espíritu;
más aun, ante el enigma que preocupa a la humanidad, que es la muerte, Jesús
propone la resurrección. Quien vive muerto por el pecado, cuando recupera la
gracia, experimenta una nueva vida. Éste es un gran misterio que comenzamos a
experimentar a partir de nuestro bautismo: ¡los cristianos estamos llamados a la
resurrección!
Una muestra de cómo el Papa Francisco busca el bien del hombre: «Esta
“cultura del descarte” nos ha hecho insensibles también al derroche y al
desperdicio de alimentos. En otro tiempo nuestros abuelos cuidaban mucho que no
se tirara nada de comida sobrante. ¡El alimento que se desecha es como si se
robara de la mesa del pobre, de quien tiene hambre!».
Jesús nos dice que seamos siempre portadores de paz. Cuando los sacerdotes
llevamos la Comunión a un enfermo decimos: «¡La paz del Señor a esta casa!». Y
la paz de Cristo permanece ahí, si hay personas dignas de ella. Para recibir los
dones del reino de Dios se necesita una buena disposición interior. Por otro
lado, también vemos cómo mucha gente pone excusas para no recibir el
Evangelio.
Nosotros tenemos un gran cometido entre los hombres, y es que no podemos
dejar de anunciar el Evangelio después de haber creído, porque vivimos de él y
queremos que otros también lo vivan.
«No os procuréis oro, ni plata (...) para el camino»
Rev. D. David COMPTE i Verdaguer - (Manlleu, Barcelona, España)
Hoy, hasta lo imprevisto queremos tenerlo previsto. Hoy triunfan los
servicios a domicilio. Y si hoy hablamos tanto de paz, quizá es porque estamos
muy necesitados de ella. El Hoy del Evangelio toca de lleno estos distintos
“hoy”. Vayamos por partes.
Queremos prever hasta lo imprevisible: pronto haremos un seguro por si el
seguro nos falla. O cuando uno compra unos pantalones, ¡el dependiente nos
ofrece el modelo con manchas o descoloridos incluidos! El Evangelio de hoy, con
la invitación a ir desprovistos de equipaje («No os procuréis oro ni plata...»),
nos invita a la confianza, a la disponibilidad. Pero alerta, ¡esto no es
dejadez! Tampoco improvisación. Vivir esta realidad sólo es posible cuando
nuestra vida está enraizada en lo fundamental: en la persona de Cristo. Como
decía el Papa Juan Pablo II, «es necesario respetar un principio esencial de la
visión cristiana de la vida: la primacía de la gracia (...). No se ha de olvidar
que, sin Cristo, ‘no podemos hacer nada’ (cf. Jn 15,5)».
También es cierto que proliferan los servicios a domicilio: nada de
catering; ahora te hacen la tortilla de patatas en casa. Sirve de icono de una
sociedad donde las personas tendemos fácilmente a ir a la nuestra, a
organizarnos la vida prescindiendo de los demás. Hoy Jesús nos dice «id»; salid.
Esto es, tened en cuenta aquellos que tenéis a vuestro lado. Tengámoslos, pues,
realmente en cuenta, abiertos a sus necesidades.
¡Vacaciones, un paisaje tranquilo..., ¿son sinónimos de paz? Parece que
tenemos motivos serios para dudar de ello. Quizá muchas veces son un letargo de
las zozobras interiores; éstas, más adelante, volverán a despertar. Los
cristianos sabemos que somos portadores de paz, es más, que esta paz impregna
todo nuestro ser —también cuando a nuestro alrededor encontramos un ambiente
hostil— en la medida que seguimos de cerca de Jesús.
¡Dejémonos tocar, pues, por la fuerza del Hoy de Cristo! Y..., «quien ha
encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe
anunciarlo» (Juan Pablo II).
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Fuente: evangeli.net
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