fecha en el calendario anterior: Diciembre 1
n.: 1267 - †: 1342 - Italia
n.: 1267 - †: 1342 - Italia
canonización: Conf. Culto: Pío X 13 may 1908
En Palermo, de Sicilia, beato Gerardo Cagnoli, religioso de la Orden de
Hermanos Menores, que durante mucho tiempo hizo vida eremítica.
Gerardo Cagnoli nació en Valenza Po, Piamonte, hacia 1270. Después
de la muerte de su madre, acaecida en 1290 (su padre ya había muerto), abandonó
el mundo y vivió como peregrino, mendigando el pan y visitando los santuarios.
Estuvo en Roma, Nápoles, Catania y quizás en Erice (Trapani). En 1307,
impresionado por la fama de santidad del franciscano san Luis de Anjou, obispo
de Tolosa, ingresó en la Orden de los Hermanos Menores en Randazzo, Sicilia,
donde hizo el noviciado y vivió algún tiempo.
Del convento de Randazzo pasó a Palermo en calidad de portero y
allí permaneció hasta su muerte siendo la admiración de sus hermanos y de los
fieles por su sencillez y sus virtudes. Cerca de la puerta del convento plantó
un ciprés y arregló un pequeño altar en honor de la Virgen y de san Luis de
Anjou, de quien era devotísimo. Allí ardía continuamente una lámpara de aceite.
Con un ramito de ciprés bañado en aceite de la lámpara bendecía a los enfermos
que se acercaban a él en busca de consuelo. Muchos se iban perfectamente
curados, otros experimentaban mejoría, o se sentían consolados con su palabra.
La fórmula que él empleaba para bendecir era esta: «En el nombre del Padre, y
del Hijo y del Espíritu Santo, por la intercesión de la Virgen María, de San
Francisco y de San Luis sé liberado de esta enfermedad».
Los milagros se sucedían. Enrique d’Abbati, justicia del rey,
estaba gravemente enfermo, y se había perdido toda esperanza. Fue llamado Fray
Gerardo, que consoló con palabras fraternales al enfermo. Luego se postró en
profunda oración. Poco después el enfermo se levantó perfectamente curado.
Dormía pocas horas sobre una desnuda tabla; con instrumentos de penitencia
maltrataba su cuerpo; continua oración, íntima unión con Dios, he ahí el
programa de su larga vida. No es extraño que muchos lo aclamaran como santo ya
en vida.
Había transcurrido más de 30 años en la Orden Franciscana, cuando
en la fiesta de San Juan Evangelista de 1345 se le apareció la Santísima. Virgen
y le aseguró que dentro de dos días volaría al cielo. Ante este anuncio Gerardo
se alegró muchísimo y se preparó para las bodas eternas con gran fervor. El 29
de diciembre recibió con profunda devoción los últimos sacramentos de la fe y se
durmió serenamente en el sueño de los justos. Tenía 75 años. Su sepulcro, en la
iglesia de San Francisco de Palermo, fue meta de peregrinación de muchos devotos
que recurrían a él desde Sicilia, Toscana, Marcas, Liguria, Córcega, Mallorca...
Su culto continuó sin interrupción. Los restos mortales del beato Gerardo
Cágnoli reposan en el templo de San Francisco en Palermo, a pocos pasos de la
puerta del convento que por largos años fue testigo de su santidad. San Pío X
aprobó el culto el 13 de mayo de 1908.
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Fuente: Frate Francesco
Fuente: Frate Francesco
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