Beato Eustaquio van Lieshout, Sacerdote
Agosto 30
Nació en Aarle-Rixtel (Países Bajos), en la diócesis de Hertogenbosch, el 3 de noviembre de 1890. Fue bautizado el mismo día, con el nombre de Humberto.
Nació en Aarle-Rixtel (Países Bajos), en la diócesis de Hertogenbosch, el 3 de noviembre de 1890. Fue bautizado el mismo día, con el nombre de Humberto.
Era el octavo de once hermanos de una familia muy
católica, en la que cada día se rezaba el Ángelus y el rosario. Se asistía a la
celebración de la Eucaristía no sólo los domingos sino también muchas veces
entre semana. En casa había un ambiente de serenidad y trabajo, así como de
mucha solidaridad entre los hermanos. De niño, Humberto, asistió a la escuela de
las Hermanas de la Caridad de Schijndel y después a la del maestro católico
Harmelinck.
De carácter jovial y sociable, era muy apreciado
tanto en casa como fuera. Pronto sintió la llamada al sacerdocio, por lo cual
quiso hacer estudios secundarios, contra el parecer de su maestro, que no lo
consideraba dotado para ello. Su padre lo quería para las labores del campo.
Humberto logró, finalmente, que su padre le permitiera estudiar. Fue a Gemert
para asistir a la escuela secundaria y allí permaneció dos años. Habiendo leído
la biografía del padre Damián de Veuster, decidió entrar en la congregación de
los Sagrados Corazones. Ingresó en 1905 en la escuela apostólica que esa
congregación tenía en Grave y allí continuó los estudios de secundaria. A pesar
de las dificultades que encontraba en los estudios, especialmente en las
lenguas, se esforzó mucho y los profesores lo animaron, dada su voluntad y su
disposición para la vida religiosa misionera.
Terminados los estudios secundarios, el 23 de
septiembre de 1913, fue admitido al noviciado, que en aquel tiempo se encontraba
en Tremeloo (Bélgica). Tomó el nombre de Eustaquio, con el que se le conoce
desde entonces. Ante la invasión alemana de Bélgica en aquel año, tuvo que
regresar a su casa. Esta situación duró poco tiempo y pudo continuar el
noviciado en los Países Bajos, haciendo su profesión temporal el 27 de enero de
1915 en Grave (Países Bajos) y la profesión perpetua el 18 de marzo de 1918 en
Ginneken (Países Bajos). En 1916 concluyó los cursos de filosofía y durante los
años 1916-1919 hizo los estudios teológicos en Ginneken. Sus profesores,
admitiendo que no estaba muy dotado para las cuestiones metafísicas, sin embargo
consideraban que iba adquiriendo una buena visión teológica y un buen criterio
en las cuestiones de práctica pastoral. Fue ordenado sacerdote el 10 de agosto
de 1919.
Ejerció el ministerio en su patria durante cinco
años. El primer año lo pasó en Vierlingsbeek como asistente del maestro de
novicios. Los superiores, motivados sobre todo por su piedad y estricta
observancia de la Regla, lo dedicaron al ámbito de la formación. Luego pasó dos
años en Maasluis en el servicio pastoral a los obreros del cristal que eran
valones de lengua francesa y se habían refugiado en los Países Bajos. Con ellos
demostró un gran celo apostólico, que fue reconocido por el Estado belga, el
cual lo condecoró por sus servicios a esa minoría.
Por último, durante dos años ejerció el
ministerio en Roelofarendsveen como vicario del párroco, p. Ignacio Herscheid.
Aquí su actividad fue muy intensa con las organizaciones parroquiales, así como
en el confesionario y en la asistencia a los enfermos. En el mes de diciembre de
1924 fue enviado a España para aprender español, ya que en principio pensaban
destinarlo a una misión en Uruguay; sin embargo, después fue enviado a Brasil.
El padre Eustaquio deseaba ser misionero y ese deseo se vio cumplido cuando se
erigió la provincia de los Países Bajos y el nuevo provincial, p. Norbert
Poelman buscó una misión en América Latina para la provincia naciente.
El p. Eustaquio llegó a Río de Janeiro el 12 de
mayo de 1925. Trabajó como misionero durante dieciocho años en Brasil, diez en
Agua Suja, seis en Poá y los dos últimos años de su vida, breves estancias en
varias casas de la Congregación: Río de Janeiro, Fazenda de San José de Río
Claro, Patrocinio, Ibiá y, por último, en Belo Horizonte como párroco de Santo
Domingo, donde murió el 30 de agosto de 1943.
El 23 de abril de 1925 partieron de Amsterdam el
p. Norbert Poelman, provincial, con los tres primeros misioneros para Brasil:
Gilles van de Boogaard, Eustaquio van Lieshout y Mathias van Roy. Llegaron el 12
de mayo y tuvieron que esperar hasta el 15 de julio para tomar posesión de la
parroquia de Agua Suja, que actualmente se denomina Romaría, en la diócesis de
Uberaba, en la región conocida como "Triángulo Minero". La parroquia tenía el
santuario diocesano de Nuestra Señora de la Abadía. En principio el p. Eustaquio
colaboró como vicario, asumiendo la atención pastoral de la parroquia de Nova
Ponte y sus capillas.
Posteriormente, a partir del 2 de marzo de 1926,
fue nombrado párroco de Agua Suja. Era una parroquia donde la gente se dedicaba
fundamentalmente a la búsqueda del oro en las orillas del río Bagagem. Dada la
incertidumbre de los resultados de aquellos trabajos, la situación económica y
social era difícil. El p. Eustaquio se dedicó plenamente a sus feligreses y
trató de atenderlos tanto física como espiritualmente. Su empeño por mejorar las
condiciones humanas y religiosas de aquella población dio buenos frutos.
Especial dedicación prestó siempre a los pobres y a los enfermos, produciéndose
ya entonces algunas curaciones por su medio.
El 15 de febrero de 1935 tomó posesión de la
parroquia de Nuestra Señora de Lourdes de Poá, en la región metropolitana de São
Paulo. Recibió también el encargo del cuidado pastoral del barrio de San Miguel
Paulista, actualmente sede de la diócesis. Si la parroquia de Romaría era
difícil no lo era menos la de Poá. A su llegada carecía de templo parroquial,
con problemas con las sectas espiritistas y bastante indiferencia entre la
gente. El p. Eustaquio se dedicó de nuevo con gran celo a visitar a las
familias, los enfermos, los pobres, los niños, así como a la organización
parroquial. A partir de 1937 su apostolado asumió una connotación particular: el
don de curación por intercesión de san José. Especialmente orientó esta
actividad a fortalecer la fe del pueblo y a liberarla de la tendencia a la
superstición. Es entonces cuando su fama comenzó a extenderse por el país y de
todos lados comenzaron a llegar personas que querían verle y obtener por su
medio el favor de la curación. La afluencia de la gente era cada vez mayor,
llegando a pasar por Poá unas diez mil personas al día. Dadas las limitaciones
de aquella parroquia para admitir tanta gente, la autoridad civil comenzó a
intervenir y posteriormente los superiores se vieron obligados a trasladar al p.
Eustaquio. Una vez recibida la orden de sus superiores, actuó prontamente y
salió de Poá el 13 de mayo de 1941.
Los dos últimos años de su vida constituyeron una
verdadera peregrinación. En todos los sitios a donde llegaba, incluso tratando
de esconderse de la gente, había personas que lo buscaban para pedirle ayuda,
consuelo y curación. En Río de Janeiro permaneció unos quince días y también
allí hubo grandes concentraciones de personas que lo buscaban. De nuevo fue
trasladado, esta vez tratando de ocultar su destino. De hecho permaneció con
otro nombre, p. José, en la Fazenda de Río Claro y allí se dedicó a la oración,
a la lectura y también a atender a los ochocientos colonos de la factoría.
Algunos obispos y sacerdotes, a pesar del carácter incógnito de este tiempo, le
solicitaron bendiciones y oraciones para los enfermos, cosa que realizó con el
permiso de sus superiores.
Del 13 de octubre de 1941 al 14 de febrero de
1942, fue enviado a Patrocinio. Allí pudo ejercer de nuevo el apostolado en
forma pública con algunas condiciones. En cualquier caso también allí por su
medio hubo numerosas conversiones. Después fue trasladado a Ibiá, en Minas
Gerais, como párroco una vez más, ya que parecía que la situación se había
estabilizado. Después de tres meses en los que pudo ejercer serenamente su
actividad parroquial, los superiores creyeron conveniente trasladarlo como
párroco a Belo Horizonte, a la parroquia dedicada a los Sagrados Corazones. Allí
permaneció desde el 7 de abril de 1942 hasta su muerte.
Además de todas las actividades parroquiales
ordinarias, cada día recibía a unas cuarenta personas en el confesionario, que
llegaban a él provistas de un billete, como habían dispuesto los superiores para
evitar concentraciones. Especialmente se ocupaba de las confesiones de los
enfermos. Ante las peticiones de otras parroquias, acudía con presteza y
escuchaba muchas confesiones. Ciertamente todos lo consideraban un verdadero
misionero y un santo.
El 20 de agosto, atendiendo a un enfermo de tifus
exantemático, él mismo contrajo la enfermedad. En principio se le diagnosticó
una pulmonía, pero después se constató que se trataba de esa grave enfermedad,
que por entonces era incurable. Consciente de la proximidad de su muerte y
habiendo pronosticado él mismo que se produciría en pocos días, se preparó a
ella con la oración y la recepción de los sacramentos. Los testigos afirman la
gran fortaleza con la que afrontó aquella situación hasta el final. Sus últimas
palabras, dirigidas al p. Gil, fueron: "Padre Gil, ¡Deo gratias!"; diciendo
esto, expiró.
Beaticado el 15 de junio de 2006.
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Fuente: Vatican.va
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