El trigo y la cizaña
Mateo 13, 24-30.
Tiempo Ordinario.
Nosotros también somos tierra fértil donde se puede sembrar trigo y...
cizaña.
Del santo Evangelio según san Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús les propuso otra parábola diciendo: El Reino de los
Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero,
mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró encima cizaña entre el trigo,
y se fue. Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la
cizaña. Los siervos del amo se acercaron a decirle: "Señor, ¿no sembraste
semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?" Él les contestó: "Algún
enemigo ha hecho esto." Le dijeron los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a
recogerla?" Jesús le dijo: "No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a
la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de
la siega, diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en gavillas
para quemarla, y el trigo recogedlo en mi granero.
Oración introductoria
Señor, inicio mi oración pidiendo perdón por no corresponder a tu amor. Tú
sabes que en mi vida hay mucha cizaña pero, gracias a tu misericordia, también
hay buen trigo. Concédeme en esta oración purificar mi corazón, mis hábitos,
defectos y debilidades, para ser un cristiano más auténtico y un verdadero
apóstol de tu Reino.
Petición
Señor, vence con tu misericordia mi malicia y dame la gracia de amarte más
cada día.
Meditación del Papa Francisco
La comunidad evangelizadora se dispone a "acompañar". Acompaña a la
humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de
esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de
paciencia, y evita maltratar límites. Fiel al don del Señor, también sabe
"fructificar". La comunidad evangelizadora siempre está atenta a los frutos,
porque el Señor la quiere fecunda. Cuida el trigo y no pierde la paz por la
cizaña. El sembrador, cuando ve despuntar la cizaña en medio del trigo, no tiene
reacciones quejosas ni alarmistas. Encuentra la manera de que la Palabra se
encarne en una situación concreta y dé frutos de vida nueva, aunque en
apariencia sean imperfectos o inacabados. El discípulo sabe dar la vida entera y
jugarla hasta el martirio como testimonio de Jesucristo, pero su sueño no es
llenarse de enemigos, sino que la Palabra sea acogida y manifieste su potencia
liberadora y renovadora.i<> (S.S. Francisco, exhortación apostólica
Evangelii gaudium, n. 24).
Reflexión
En el mundo se ven siempre dos tipos de hombre, el bueno o el malo. El
campo es la tierra donde viven juntos los hombres buenos con los malos. Si vemos
los campos la forma del trigo es casi la misma que la forma de la cizaña, pero
están tan juntos que es peligroso arrancar una sin hacer daño a otra. La cizaña
roba agua y minerales de la tierra destinados al trigo.
Es una parábola que se refiere nuestro mundo. Aquí las apariencias engañan.
Nosotros también somos tierra fértil donde se puede sembrar cizaña, viene el
enemigo cuando no lo esperamos, a veces sutilmente envuelto en medias verdades o
para nuestro bien aparente. Sin embargo, estos dos campos diferentes, el mundo y
nosotros mismos, están continuamente guardados por el Sembrador. Él quita las
yerbas que crecen en nuestra tierra, nos protege como plantas débiles.
Pero podemos dejar todo el trabajo a Él, como dice san Agustín el que te
creó sin ti no te salvará sin ti. Por eso debemos orar y velar para que no
sembremos con una mano trigo y con la otra cizaña. Debemos dar fruto de
conversión para escuchar estas palabras del sembrador: la podaré y pondré abono
para que dé más fruto.
Propósito
Que todo lo que haga, lea, vea o escuche hoy, sea digno del Espíritu Santo
quien quiero que viva en mí.
Diálogo con Cristo
Jesús, gracias por tu paciencia y comprensión ante mi debilidad. Dame la
fuerza de tu Espíritu Santo para que sea capaz de arrancar enérgicamente toda la
cizaña que disimuladamente he dejado crecer en mi vida. Me ofrezco a Ti con todo
lo que soy, porque no quiero que haya nada en mí que no te pertenezca. Quiero
vivir mi fe con autenticidad y con un espíritu puro y nuevo.
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Autor: Luis Felipe Nájar | Fuente: Catholic.net
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Autor: Luis Felipe Nájar | Fuente: Catholic.net
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