Día litúrgico: Lunes IV (B y C) de
Pascua
Santoral 27 de Abril: Nuestra Señora de Montserrat, Patrona de Cataluña
Texto del Evangelio (Jn 10,1-10): En
aquel tiempo, Jesús habló así: «En verdad, en verdad os digo: el que no entra
por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es
un ladrón y un salteador; pero el que entra por la puerta es pastor de las
ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas
las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va
delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no
seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los
extraños». Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les
hablaba.
Entonces Jesús les dijo de nuevo: «En verdad, en verdad
os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí
son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta;
si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El
ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan
vida y la tengan en abundancia».
Comentario: Rev. D. Francesc PERARNAU i Cañellas
(Girona, España)
El que entra por la puerta es pastor de las
ovejas (...) las ovejas escuchan su voz (...) y las ovejas le siguen, porque
conocen su voz
Hoy continuamos considerando una de las imágenes más
bellas y más conocidas de la predicación de Jesús: el buen Pastor, sus ovejas y
el redil. Todos tenemos en el recuerdo las figuras del buen Pastor que desde
pequeños hemos contemplado. Una imagen que era muy querida por los primeros
fieles y que forma parte ya del arte sacro cristiano del tiempo de las
catacumbas. ¡Cuántas cosas nos evoca aquel pastor joven con la oveja herida
sobre sus espaldas! Muchas veces nos hemos visto nosotros mismos representados
en aquel pobre animal.
No hace mucho hemos celebrado la fiesta de la Pascua y,
una vez más, hemos recordado que Jesús no hablaba en un lenguaje figurado cuando
nos decía que el buen pastor da su vida por sus ovejas. Realmente lo hizo: su
vida fue la prenda de nuestro rescate, con su vida compró la nuestra; gracias a
esta entrega, nosotros hemos sido rescatados: «Yo soy la puerta; si uno entra
por mí, estará a salvo» (Jn 10,9). Encontramos aquí la manifestación del gran
misterio del amor inefable de Dios que llega hasta estos extremos inimaginables
para salvar a cada criatura humana. Jesús lleva hasta el extremo su amor, hasta
el punto de dar su vida. Resuenan todavía aquellas palabras del Evangelio de san
Juan introduciéndonos en los momentos de la Pasión: «La víspera de la fiesta de
la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al
Padre, como hubiera amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el
fin» (Jn 13,1).
De entre las palabras de Jesús quisiera sugerir una
profundización en éstas: «Yo soy el buen pastor, conozco a las mías y las mías
me conocen a mí» (Jn 10,14); más todavía, «las ovejas escuchan su voz (...) y le
siguen, porque conocen su voz» (Jn 10,3-4). Es verdad que Jesús nos conoce,
pero, ¿podemos decir nosotros que le conocemos suficientemente bien a Él, que le
amamos y que correspondemos como es debido?
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Fuente: evangeli.net
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Fuente: evangeli.net
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