Día litúrgico: Sábado V de Pascua
«Todo esto os lo harán por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado»
Rev. D.
Ferran
JARABO i Carbonell - (Agullana, Girona, España)
Hoy, el Evangelio contrapone el
mundo con los seguidores de Cristo. El mundo representa todo aquello de
pecado que encontramos en nuestra vida. Una de las características del
seguidor de Jesús es, pues, la lucha contra el mal y el pecado que se
encuentra en el interior de cada hombre y en el mundo. Por esto, Jesús
resucitado es luz, luz que ilumina las tinieblas del mundo. Karol
Wojtyla nos exhortaba a «que esta luz nos haga fuertes y capaces de
aceptar y amar la entera Verdad de Cristo, de amarla más cuanto más la
contradice el mundo».
Ni el cristiano, ni la Iglesia pueden seguir las modas o los criterios del mundo. El criterio único, definitivo e ineludible es Cristo. No es Jesús quien se ha de adaptar al mundo en el que vivimos; somos nosotros quienes hemos de transformar nuestras vidas en Jesús. «Cristo es el mismo ayer, hoy y siempre». Esto nos ha de hacer pensar. Cuando nuestra sociedad secularizada pide ciertos cambios o licencias a los cristianos y a la Iglesia, simplemente nos está pidiendo que nos alejemos de Dios. El cristiano tiene que mantenerse fiel a Cristo y a su mensaje. Dice san Ireneo: «Dios no tiene necesidad de nada; pero el hombre tiene necesidad de estar en comunión con Dios. Y la gloria del hombre está en perseverar y mantenerse en el servicio de Dios».
Esta fidelidad puede traer muchas veces la persecución: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros» (Jn 15,20). No hemos de tener miedo de la persecución; más bien hemos de temer no buscar con suficiente deseo cumplir la voluntad del Señor. ¡Seamos valientes y proclamemos sin miedo a Cristo resucitado, luz y alegría de los cristianos! ¡Dejemos que el Espíritu Santo nos transforme para ser capaces de comunicar esto al mundo!
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Fuente: evangeli.net
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