Beato Antonio Baldinucci, Presbítero
Jesuita
Noviembre 7
En esta fecha se celebra la fiesta del Beato Antonio Baldinucci en la Compañía de Jesús y en varias diócesis de Italia, donde el beato trabajó.
En esta fecha se celebra la fiesta del Beato Antonio Baldinucci en la Compañía de Jesús y en varias diócesis de Italia, donde el beato trabajó.
Antonio nació en Florencia. Era el quinto hijo de Catalina Scolari y
Felipe Baldinucci. Su padre, que era pintor y escritor, se restableció de una
enfermedad, gracias a la intercesión de San Antonio de Padua, y prometió que
consagraría a Dios a su próximo
hijo.
El niño nació en 1665, precisamente en la octava de la fiesta de San
Antonio, y recibió aquel nombre en el
bautismo.
Su padre lo educó desde un principio para el sacerdocio. Los
Baldinucci habitaban en la misma casa de la Via degli Angeli, en Florencia,
donde San Luis Gonzaga había vivido un tiempo cuando niño y, el recuerdo de este
santo ejerció una influencia profunda en
Antonio.
A los dieciséis años, pidió la admisión en la Compañía de Jesús, cosa
que le fue concedida, a pesar de que su salud no era muy
robusta..
Antonio hubiese querido ir a misionar a las Indias, pero sus
superiores le dedicaron a la enseñanza de los jóvenes y a la predicación en las
cofradías, primero en Terni y después en Roma. Como sufriese de fuertes
jaquecas, sus superiores le enviaron de nuevo a Florencia y, después, a varios
colegios situados en el campo. La salud de Antonio empezó a mejorar y comenzó a
predicar con gran
éxito.
A los treinta años recibió la ordenación sacerdotal. Cuando terminó el
año de su tercera probación, se ofreció nuevamente para las misiones de las
Indias, pero sus superiores no accedieron, sino que le enviaron a trabajar a
Viterbo y
Frascati.
Ahí pasó el beato los treinta años que le quedaban de vida, trabajando
sobre todo entre los pobres e instruyendo al
pueblo.
Para atraer a las gentes, empleaba métodos muy llamativos, semejantes
a los que usó San Pedro Claver con los negros y el Beato Julián Maunoir con los
bretones. En efecto, solía organizar imponentes procesiones, desde diversos
sitios hacia el centro de la ciudad, que era donde predicaba, con los penitentes
que llevaban coronas de espinas y se
disciplinaban.
El beato predicaba a menudo con una cruz sobre los hombros o cargado
de cadenas y movía a compasión al pueblo al aplicarse feroces disciplinas en las
calles. Una vez que había conseguido impresionar a las gentes y hacerse oír,
empleaba métodos más
ordinarios.
A fin de guardar el orden entre las multitudes que acudían a oírle,
solía organizar un cuerpo de guardias, escogidos generalmente entre aquellos que
llevaban una vida notoriamente licenciosa, con lo cual se los ganaba y conseguía
que oyesen sus
consejos.
Por regla general, la misión terminaba con la quema pública de
barajas, dados, imágenes obscenas y otros objetos que fuesen ocasión de pecado.
El juego, las venganzas violentas y el libertinaje, estaban a la orden del día
pero el celo del Padre Antonio lograba conversiones duraderas y le movía a dejar
organizadas buenas
obras.
Aunque predicaba constantemente misiones, con el trabajo que ello
supone, tuvo tiempo para escribir numerosos sermones e instrucciones, por no
hablar de su amplia
correspondencia.
Rara vez dormía más de tres horas y lo hacía siempre sobre un lecho de
tablas. Ayunaba tres días por semana. En vista de su prodigiosa actividad, el
Papa Clemente XI le dispensó de la recitación del breviario, pero el beato jamás
hizo uso de esa
dispensa.
En veinte años, predicó 448 misiones en trece diócesis de los Abruzos
y de la Romaña.
En 1708, fue a predicar la cuaresma en Liorna, por orden del duque
Cosme III. Llegó descalzo, vestido con una vieja sotana y con su equipaje sobre
los hombros.
Los nobles no asistieron al principio sus sermones, pero el beato
acabó por ganárselos, y desde entonces, predicó siempre durante la cuaresma en
alguna de las ciudades más importantes de la
región.
El año 1776 Italia se vio asolada por un hambre terrible, y el beato
Antonio trabajó incansablemente por socorrer a los necesitados. Aunque apenas
tenía algo más que cincuenta años, estaba consumido por la fatiga y con
dificultad pudo soportar aquel esfuerzo. Dios le llamó a Si el 7 de noviembre
del año siguiente.
Durante una misión que había predicado en Carpineto en 1710, se
hospedó en la casa de la familia Pecci, que más tarde había de dar a la Iglesia
al Papa León XIII. Antonio Baldinucci fue precisamente beatificado por dicho
pontífice en 1893.
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Autor: O. C.
Moreno
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