Noviembre
23
Martirologio Romano: San Columbano, abad, que originario de Irlanda, se hizo peregrino por Cristo para instruir a las gentes de Francia, fundó junto a muchos otros monasterios, el de Luxeuil, que él mismo gobernó bajo una extrecha observancia de la regla; obligado a exiliarse, atraversó los Alpes y fundó en Emilia el monasterio de Bobbio, célebre por la disciplina y los estudios, donde, benemérito de la Iglesia, murió en paz y su cuerpo fue enterrado este día. (c.543 - 615).
Nació en Irlanda en el 543. Desde pequeño mostró una clara inclinación para la vida consagrada.
Al salir de Irlanda en compañía del monje y santo Gall, recorrió Europa Occidental. Unas veces era rechazado, otras acogido, pero de lo que no cabe duda es que fue el fundador de monasterios y abadías desde las cuales salía un resplandor cultural y religioso dignos de toda loa.
Fueron el foco para culturización y cristianización de la época merovingia.
Su estilo de vida fue austero y así se lo exigía a los monjes, pues gracias a ella, encontraron un camino para la santidad al menos trece santos que no es el caso de enumerar.
El monasterio más célebre fue el de Luxeuil, al que confluyeron monjes francos, galos y burgondes. Fue durante dos siglos el centro de vida monástica más importante en todo el Occidente.
En el año 610 tuvo que salir pitando de Francia porque la cruel reina Brunehaut lo perseguía, porque le había echado en cara todos sus vicios y sus crímenes.
Pensaba volver a Irlanda pero se quedó en Nantes. También que tuvo que huir por los Alpes hasta que encontró acogida y refugio en Bobio, al norte de Italia, en la región de la Emilia Romagna, provincia de Piacenza.
Aquí fundó su último monasterio y en él murió en el año 615 en Noviembre 23. La regla monástica original que dio a sus monasterios tuvo una influencia por toda Europa durante más de dos siglos.
Muchos pueblos, regiones y lugares están bajo su patrocinio.
También tuvo dificultades con los obispos franceses. Estos mandan en su diócesis pero no en los monasterios que desde siempre han estado exentos, es decir, no dependen del obispo.
Hubo alguien que lo trató bien. Fue el rey Aguilulfo. Menos mal que los cuatro últimos años de su vida pudo vivir tranquilo.
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Autor: P.
Felipe Santos | Fuente:
Catholic.net
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