miércoles, septiembre 25, 2013

Beato Jesús Hita Miranda, Mártir Marianista

Beato Jesús Hita Miranda, Mártir Marianista
Septiembre 25
 
Jesús Hita Miranda nació en Calahorra el 17 de abril de 1900. Después de pasar dos años en el Seminario Diocesano, entró en el Postulantado Marianista, donde destacó por su piedad y su entrega. También se observó en él una tendencia a la tartamudez, especialmente en momentos de tensión. Hizo sus primeros votos en Vitoria, el 14 de agosto de 1918. Al hacer los votos definitivos sufrió una gran prueba, pues los Superiores no le destinaron al sacerdocio, como era su aspiración. Animado por su director espiritual marianista y movido por su entrañable amor a María, decidió finalmente profesar como religioso laico dedicado a la educación de los jóvenes.
 
Desde 1921 hasta su muerte, Jesús Hita se entregó de corazón a la enseñanza en los diversos Colegios donde fue destinado: Suances (Santander), Escoriaza (Guipúzcoa), Vitoria, Ciudad Real, Jerez de la Frontera y Madrid. Fue un excelente educador, solícito del bien de sus alumnos, siempre dispuesto a desempeñar trabajos complementarios o de suplencia y muy tenaz en su trabajo personal. Sin dejar la enseñanza obtuvo el título de licenciado en Historia por la Universidad de Zaragoza, con buenas calificaciones. Fue un religioso profundamente piadoso y abnegado, amante de la Virgen, fiel cumplidor de sus votos. A pesar de algunas dificultades debidas a su carácter perfeccionista y a su extrema sensibilidad, buscó con decisión la perfección de su estado: “ser santo, ser útil, darse, son tres frases que tengo metidas en el fondo de mi alma”.
 
A finales de Junio de 1936, los Superiores destinaron a Jesús a Ciudad Real, para dar allá las clases de verano en sustitución de D. Fidel Fuidio, todavía convaleciente. Se despidió de algunos parientes con estas palabras: “Sea lo que Dios quiera, si somos mártires mejor”. Al llegar a Ciudad Real, el 6 de julio encontró una situación caótica. Días después, cuando el Colegio fue ocupado, se refugió por indicación del superior local en una pensión de familia, donde residían otros religiosos. Allá vio cómo se iba desencadenando la persecución religiosa, que afrontó con ánimo sereno. Se dedicó a la oración y a la penitencia, tratando de prepararse al martirio, que veía cada vez más inminente y del que hablaba a menudo. Se confesaba frecuentemente con el P. Juan Pedro, Pasionista.
 
El 25 de septiembre los milicianos hicieron irrupción en la pensión para llevarse a los sacerdotes y religiosos. Jesús siguió a sus verdugos con toda tranquilidad, despidiéndose de las dueñas de casa con una sonrisa. Esa misma noche fue inmolado en Carrión de Calatrava, junto con los Beatos Juan Pedro de San Antonio y Pablo María de San José, Pasionistas del Convento de Daimiel. Jesús Hita había querido ser sacerdote, pero el Señor le había destinado para una vocación mejor: la de mártir.
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