Beatificación del Matrimonio, Diciembre 13, 2025
Beata Teresa Basulto Jiménez y Beato Mariano Martín Portella, Matrimonio, Laicos Mártires
Estos esposos vivieron, a la luz del Evangelio y con gran intensidad humana, el amor conyugal y el servicio a la vida. Asumieron con plena responsabilidad la tarea de colaborar con Dios en la procreación, dedicándose generosamente a sus hijos, educándolos, guiándolos y orientándolos hacia el descubrimiento del plan de amor de Dios, y dando testimonio supremo de su fe en el martirio.
Vivieron una vida ordinaria de forma extraordinaria. Entre las alegrías y preocupaciones propias de una familia cristiana, forjaron una existencia profundamente espiritual. La Eucaristía diaria era el centro de su vida, unida a la devoción filial a la Virgen María mediante el rezo cotidiano del Rosario, y al acompañamiento de sabios consejeros espirituales, entre ellos el propio hermano de Teresa, el beato Manuel Basulto, obispo de Jaén.
La riqueza de su fe y de su amor conyugal constituye una demostración viva de lo afirmado por el Concilio Vaticano II sobre la vocación universal a la santidad. Esta enseñanza encuentra hoy una expresión concreta en la beatificación de un matrimonio mártir, cuya fidelidad al Evangelio y heroísmo cristiano se vivieron plenamente en su condición de esposos y padres, hasta la entrega total de sus vidas.
Teresa Basulto Jiménez nació en Adanero (Ávila) el 27 de enero de 1872, y su esposo Mariano Martín Portella el 21 de mayo de 1871, en la misma localidad. Teresa era hermana del Beato Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén, martirizado en 1936, junto con ella y su esposo.
El matrimonio contrajo matrimonio el 27 de enero de 1895 en la parroquia de Adanero, siendo el celebrante su hermano Manuel, entonces sacerdote. De esta unión nació, al menos, una hija, que aparece en la fotografía conservada.
Al estallar la Guerra Civil Española en 1936, el obispo Manuel Basulto residía en el Palacio Episcopal de Jaén, junto con su hermana Teresa y su esposo Mariano. Ambos eran laicos sin cargos políticos ni militares; su única “culpa” fue su cercanía a la Iglesia.
Tras la detención del obispo y de varias personas de su entorno, Teresa y Mariano fueron encarcelados junto a él, compartiendo el mismo itinerario de reclusión. No consta acusación concreta alguna contra ellos, más allá de su identificación como católicos comprometidos.
El 12 de agosto de 1936 fueron incluidos en una de las expediciones de presos conocida como el “tren de la muerte”, que partió de Jaén con destino a Madrid. A su llegada, los prisioneros fueron trasladados a las inmediaciones del Pozo del Tío Raimundo, en Vallecas, donde fueron asesinados sin juicio previo.
Teresa Basulto Jiménez y Mariano Martín Portella murieron violentamente el mismo día de su llegada a Madrid, junto con el obispo Manuel Basulto y otros miembros del grupo, culminando así un camino de fidelidad cristiana vivido hasta el martirio, motivado exclusivamente por el odio a la fe.
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Fuente: Vidas Santas

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