miércoles, septiembre 11, 2013

Venerable Jeanne Chézard de Matel, Fundadora

Venerable Jeanne Chézard de Matel, Fundadora
Septiembre 11

Nace el 6 de Noviembre de 1596 en la finca denominada el Castillo de Matel, en Roanne - Francia.

Su familia paterna, originaria de Florencia, descendía de la antigua Casa de los Cesari, que ocupaba un rango distinguido entre la nobleza toscana. El abuelo, soldado de la armada de María de Médicis, había emigrado a Francia cuando la princesa se casó con Enrique IV. En el tiempo de la Liga compró un cargo de gentil hombre , al servicio del Rey, el cual heredó a su hijo mayor Jean Chézard padre de la Sierva de Dios.

Jean Chézard, Señor de Matel es un hombre de carácter, y valiente oficial quien llegaría a ser capitán de una compañía de caballería ligera. Por su amistad con los reyes Enrique IV y Luis XIII y por sus méritos al servicio del reino, recibió la tierra señorial de Matel , cerca de Roanne , en la región Lyonesa, donde se casó Jeanne Chaurier, mujer perteneciente a una excelente familia de Roanne , quien se distinguía por sus grandes cualidades y virtudes cristianas y por su piedad.

Desde pequeña, Jeanne de Matel se siente fuertemente atraída por Dios y comienza a cultivar una amistad con Él hasta llegar a experimentar, ya en la juventud, los más altos grados de oración que la caracterizan como una de las más grandes contemplativas de la espiritualidad francesa del siglo XVII.

A los 11 años, Jeanne quiere hacer su Primera Comunión pero dadas las costumbres de la época no se lo permiten sino hasta los 12 años.

Junto a sus deseos de vivir una vida litúrgica intensa , de participar en la Celebración Eucarística diaria , de recibir a Jesús, de retirarse a la soledad y el silencio para orar y llevar una vida de austeridad y penitencia, Jeanne se dedica con empeño a las tareas más sencillas y humildes del hogar, a ayudar a su madre, hermanas, hermano, y empleados de casa, y a prestar ayuda a los pobres y necesitados .

Hacia los 9 ó 10 años , después de ayunar toda la cuaresma, Jeanne escucha en una ocasión un sermón sobre la virginidad, y decide permanecer virgen para seguir a Jesús, Verbo Encarnado. Este deseo lo confirma a la edad de 14 años, y lo expresa a su padre posteriormente cuando él decide comprometerla en matrimonio.

Después de haberse enfriado en su vida de piedad y devociones, a los 18 años Jeanne se acerca nuevamente a la fuente de la gracia a partir del día de Candelaria de 1615.

El primer domingo de cuaresma de este mismo año, el Señor le concede el don de comprender el latín de la Escritura y al mismo tiempo entender el sentido de muchos pasajes de la Biblia: “Hija mía, te quiero hablar por la Escritura; por ella conocerás mi voluntad” . En seguida Jeanne de Matel recibe el don de la oración y se conmueve profundamente al meditar, por varios años, en la dolorosa Pasión de Nuestro Señor y de su Madre.

El domingo de Resurrección de 1617 se vio a sí misma llevando la cruz seguida de muchas jóvenes vestidas de blanco para adorar el altar donde Jesús Eucaristía reposaba por cuarenta horas. En 1620 se ve revestida de una túnica blanca, y lavada como si hubiera sido bautizada de nuevo en la Preciosa Sangre. Ese mismo día escucha estas palabras: “Hija mía... te he destinado a fundar una Orden que lleve mi nombre, que honrará a mi Persona encarnada por amor a los hombres”.

El 25 de agosto del mismo año, en la oración, tiene una experiencia nupcial que irá creciendo y madurando a lo largo de su vida, toda ésta, entregada a la contemplación y adoración del Verbo Encarnado, a la educación de la niñez y de la juventud y a dirigir espiritualmente a varias personas.

En el arduo camino de su misión de fundadora de la Orden del Verbo Encarnado, Jeanne de Matel, dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo y file a la autoridad de la Iglesia, comunica siempre sus inquietudes, experiencias y gracias recibidas de Dios a sus confesores, el mayor número de ellos, de la compañía de Jesús. Religiosos sabios y santos como el R.P. Bartolomé Jacquinot, el P. Pierre Cotton y otros, son para ella excelente directores espirituales. Como costumbre de esta época, a Jeanne de Matel sus directores le piden que escriba todas las gracias que recibe en su experiencia de Dios y ella, con humildad, acepta esta obediencia, y reconoce tiempo después que a través de sus escritos otras muchas personas se acercarán a Dios.

El 2 de Julio de 1625, después de haber obtenido la autorización del R.P. Bartolomé Jacquinot, Jeanne Chézard deja el Castillo de Matel y acompañada de dos jóvenes inicia la primera comunidad en una casa que habían desocupado las ursulinas. Escribe entonces las Primeras Constituciones, y en 1627 se traslada a Lyon donde el Arzobispo de Mirón le permite comenzar la Orden que establecería en medio de grandes contradicciones.

Sin embargo, ella, fortalecida por la Palabra de Dios, en quien ha puesto toda su confianza actúa siempre con la firmeza de quien sabe que la obra no es de ella, sino de Aquel que la ha enviado.

Muchos fueron, además de éste, los sufrimientos de la Madre de Matel por la fundación de sus monasterios, especialmente los últimos siete años de su vida en París, tiempo en el que se convierte en el blanco de una serie de humillaciones y vejaciones hacia su persona y la de sus hermanas al ser usurpado injustamente, por la autoridad eclesiástica, el monasterio de París.

Sin embargo, en medio de tantas contradicciones, invadida de una dulce y serena paz, la M. de Matel entrega definitivamente su espíritu al Señor, la madrugada del 11 de septiembre de 1670, después de haber recibido el Hábito de la Orden y emitido su Profesión Solemne, repitiendo por tres veces, antes de morir, el Nombre de Jesús.
Los sufrimientos de la Madre de Matel pueden compararse con los del martirio. En el intento de cumplir con la misión encomendada a ella por Dios, se encuentra con toda clase de contradicciones inimaginables; pero al fin, sus esfuerzos y trabajos son coronados con la realidad de ver la Orden del Verbo Encarnado establecida y extendida en varios lugares de la tierra.

Su vida es una invitación para cada una de y cada uno de nosotros, a “vivir y anunciar la Encarnación del Verbo.”

La vida de Jeanne de Matel es la manifestación de una serie ininterrumpida de las experiencias del amor misericordioso, incondicional y gratuito, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo con esta Sierva de Dios, sencilla y heroica a la vez, débil y fuerte, humilde y tenaz.
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