Septiembre
11
Martirologio Romano: En Krasica, Croacia, beato Francisco Giovanni Bonifacio, presbítero y mártir. († 1946)
Martirologio Romano: En Krasica, Croacia, beato Francisco Giovanni Bonifacio, presbítero y mártir. († 1946)
Fecha de beatificación: 4 de octubre de 2008, durante el
pontificado de S.S. Benedicto XVI
El 4 de octubre de 2008 fue inscrito en el libro de los beatos este sacerdote asesinado en 1946 a los 34 años, cuya causa de beatificación fue iniciada en 1957 por el entonces arzobispo de Trieste, monseñor Antonio Santin.
El 4 de octubre de 2008 fue inscrito en el libro de los beatos este sacerdote asesinado en 1946 a los 34 años, cuya causa de beatificación fue iniciada en 1957 por el entonces arzobispo de Trieste, monseñor Antonio Santin.
De 1943 a 1945, las tropas yugoslavas de Tito, en colaboración
con los comunistas italianos, realizaron una obra de verdadera limpieza étnica
con acciones de inaudita ferocidad. Miles de personas fueron ajusticiadas y
arrojadas a las llamadas "foibas", las cavidades cársticas con una profundidad
de hasta 200 metros. Los historiadores hablan de cuatro mil personas, pero los
supervivientes indican un número muy superior, hasta veinte
mil.
En aquella época, 350.000 italianos abandonaron Istria, Fiume y
Dalmacia. Familias enteras italianas fueron masacradas. Muchos eran atados con
alambres de espino a los cadáveres y arrojados vivos a los precipicios. Fueron
al menos 50 los sacerdotes asesinados por las tropas comunistas de
Tito.
Sólo en la "foiba" de Basovizza, a pocos kilómetros de Trieste,
una de las pocas que quedaron en territorio italiano, se han encontrado
cuatrocientos metros cúbicos de
cadáveres.
Durante decenios, esta barbarie se mantuvo cubierta por el
silencio, mientras que en los años noventa aumentó la atención sobre el tema
hasta que el Parlamento italiano, con una ley de 2004, instituyó el "Día del
Recuerdo", para conservar la memoria de la tragedia de las
"foibe".
En ese clima de terror civil llevado adelante a menudo con el
instrumento de la persecución religiosa, el padre Bonifacio llevaba consuelo a
la gente de las colinas entre Buie y Grisignana, en Croacia, y reunía a los
jóvenes, dando vida a una Acción Católica
local.
Nacido en Pirano, Istria, en 1912, de una familia humilde y
profundamente cristiana, y segundo de siete hijos, Francesco recibió la
ordenación sacerdotal el 27 de diciembre de 1936, en la catedral de San Justo en
Trieste.
Tras un primer encargo en Cittanova, asumió la responsabilidad
de la parroquia de Villa Gardosi, que atendía a diversas aldeas esparcidas por
la zona de Buie, sin electricidad. Don Francesco se hizo amar enseguida,
promoviendo numerosas actividades, visitando a las familias, a los enfermos, y
donando lo poco que tenía a los
pobres.
Su empeño lo convirtió en un sacerdote demasiado incómodo para
la propaganda antirreligiosa de la Yugoslavia de entonces, pero a pesar de las
intimidaciones prosiguió hasta el final por su
camino.
La tarde del 11 de septiembre de 1946 don Francesco estaba
regresando a su casa desde Grisignana. Fue detenido por dos hombres de la
guardia popular. Quien los vio, contó que desaparecieron en el
bosque.
Su hermano, que lo buscó inmediatamente, fue encarcelado con la
acusación de contar falsedades. El asunto no se conoció durante años, hasta que
un director teatral logró contactar a uno de los guardias populares que habían
detenido a don Bonifacio.
Éste contó que el sacerdote fue metido en un coche, desnudado,
golpeado con una piedra en la cara y rematado con dos cuchilladas antes de ser
arrojado en una "foiba". Desde entonces sus restos no han sido
encontrados.
El hermano del beato, Giovanni Bonifacio, afirmó en una
entrevista a Radio Vaticano que el presbítero “era un sacerdote que vivía el
Evangelio con la gente”, “siempre en movimiento: entre los enfermos, enseñando
catecismo, siempre dando vueltas por los
pueblos”.
“Cuando se lo llevaron, la gente lo supo en seguida, porque
tocaron las campanas”, recordó. “Por desgracia, nunca le soltaron. Después supe
algo, también cómo le mataron. Pero nunca sentí odio alguno hacia los que le
hicieron daño a mi hermano... ¡Aún ahora les
perdonamos!”.
“Mi hermano -añadió- fue el primero en perdonar, precisamente
cuando lo mataban. Él ya estaba preparado para el
martirio”.
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Autor: Mirko Testa | Fuente: Zenit.org
Autor: Mirko Testa | Fuente: Zenit.org
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