Día litúrgico: Sábado II del tiempo ordinario
Santoral 24 de Enero: San Francisco de Sales, obispo
Texto del Evangelio (Mc 3,20-21): En aquel
tiempo, Jesús volvió a casa y se aglomeró otra vez la muchedumbre de
modo que no podían comer. Se enteraron sus parientes y fueron a hacerse
cargo de Él, pues decían: «Está fuera de sí».
Comentario:
Rev. D.
Antoni
CAROL i Hostench
(Sant Cugat del Vallès, Barcelona, España)
Está fuera de sí
Hoy vemos cómo los propios de la
parentela de Jesús se atreven a decir de Él que «está fuera de sí» (Mc
3,21). Una vez más, se cumple el antiguo proverbio de que «un profeta
sólo en su patria y en su casa carece de prestigio» (Mt 13,57). Ni que
decir tiene que esta lamentación no “salpica” a María Santísima, porque
desde el primero hasta el último momento —cuando ella se encontraba al
pie de la Cruz— se mantuvo sólidamente firme en la fe y confianza hacia
su Hijo.
Ahora bien, ¿y nosotros? ¡Hagamos examen! ¿Cuántas personas que viven a
nuestro lado, que las tenemos a nuestro alcance, son luz para nuestras
vidas, y nosotros...? No nos es necesario ir muy lejos: pensemos en el
Papa Juan Pablo II: ¿cuánta gente le siguió, y... al mismo tiempo,
cuántos le interpretaban como un “tozudo-anticuado”, celoso de su
“poder”? ¿Es posible que Jesús —dos mil años después— todavía siga en la
Cruz por nuestra salvación, y que nosotros, desde abajo, continuemos
diciéndole «baja y creeremos en ti» (cf. Mc 15,32)?
O a la inversa. Si nos esforzamos por configurarnos con Cristo, nuestra
presencia no resultará neutra para quienes interaccionan con nosotros
por motivos de parentesco, trabajo, etc. Es más, a algunos les resultará
molesta, porque les seremos un reclamo de conciencia. ¡Bien garantizado
lo tenemos!: «Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a
vosotros» (Jn 15,20). Mediante sus burlas esconderán su miedo; mediante
sus descalificaciones harán una mala defensa de su “poltronería”.
¿Cuántas veces nos tachan a los católicos de ser “exagerados”? Les hemos
de responder que no lo somos, porque en cuestiones de amor es imposible
exagerar. Pero sí que es verdad que somos “radicales”, porque el amor
es así de “totalizante”: «o todo, o nada»; «o el amor mata al yo, o el
yo mata al amor».
Es por esto que san Juan Pablo II nos habló de “radicalismo evangélico” y
de “no tener miedo”: «En la causa del Reino no hay tiempo para mirar
atrás, y menos para dejarse llevar por la pereza».
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Fuente: evangeli.net
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