domingo, septiembre 29, 2013

Sierva de Dios Catalina de Jesús María Herrera Campusano, Escritora y Maestra de Novicias

Sierva de Dios Catalina de Jesús María Herrera Campusano, Escritora y Maestra de Novicias
Septiembre 29

Nació en Guayaquil el Domingo 22 de Agosto de 1717 y el 25 fue bautizada en la Iglesia Matriz.

En 1745 fue designada Maestra de Novicias. En 1747 y contando solamente 30 años de edad, inició la redacción de su autobiografía titulada "Secretos entre el alma y Dios", parte en prosa y parte en verso; pero arrepentida de estas confesiones quemó los originales. Murió en  Septiembre 29, 1795


ESCRITORA.- Nació en Guayaquil el Domingo 22 de Agosto de 1717 y el 25 fue bautizada en la Iglesia Matriz. Hija legítima del Capitán Juan Delfín Herrera-Campusano y de la Bárcena y de María Navarro-Navarrete y Castro, guayaquileños.

Su padre fue virtuoso y misericordioso con los pobres, estricto con los de su casa y muy dado a sufrir arrebatos de mal carácter cuando encontraba que las cosas no estaban arregladas a su gusto. Murió en 1728, joven, después de larga enfermedad que la toleró con paciencia y conocimiento de su muerte. Su madre, una Santa mujer que miraba "por la honra de su casa y la buena crianza de sus hijos" y que a la muerte de su esposo quedó en grave pobreza.

A los siete años aprendió junto a su madre las primeras letras. Ella fue mujer excepcional porque le "dio a, leer libros de fantasía", pero su hermano Juan Delfín, después sacerdote dominicano, "le advirtió del peligro que en ello había" y entonces los dejo al punto. De once años perdió a su padre y "abandono todas las galas", así como los ramilletes de flores con que se adornaba; estos sacrificios los hizo por amor a la Virgen del Rosario de la que era muy devota, adoptando la costumbre de canfesarse y comulgar cada quince días con su director espiritual Fray Carlos García de Bustamante, O.P. quien la ingresó en la tercera Orden Dominicana del convento de San Pablo Apóstol de Guayaquil.

En ese tiempo nació su vocación religiosa, no lejos de la ciudad construyó una pequeña ermita, en el campo, donde se retiraba a orar y a meditar con un hernanito menor. Años después un caballero guayaquileño le obsequió la dote para ingresar a un convento y como en el puerto no los había de mujeres viajó en 1740 a la capital e ingresó al de Santa Catalina de Siena en 1741, con el nombre religioso de "Catalina Luisa de Jesús, María y José" estando de Obispo el Dr. Andrés de Paredes y Almendráis, que le guardaba deferencias.

En 1745 fue designada Maestra de Novicias. En 1747 y contando solamente 30 años de edad, inició la redacción de su autobiografía titulada "Secretos entre el alma y Dios", parte en prosa y parte en verso; pero arrepentida de estas confesiones quemó los originales.

En 1755 estaba de Priora y ocurrió un violentísimo terremoto que destruyó parcialmente el edificio del convento y casi toda la ciudad, habitando por algunos meses a campo raso y entre las gentes del pueblo, pasando numerosas penalidades y viendo la dispersión de sus monjas; sin embargo logró agruparlas y regresaron a trabajar en la reconstrucción.

Su nuevo confesor, Fray Tomás Corrales, O.P. le ordenó volver a escribir, así lo ejecutó a partir del 8 de Febrero de 1758 y demoró hasta el 29 de Agosto de 1760, redactándola en cuadernillos sucesivos, dirigidos de uno en uno a sus directores espirituales. Nada más se conoce de su vida.

El 29 de Septiembre de 1795 falleció de 78 años de edad con opinión de santa, por varias profecías y sucesos portentosos que ocurrieron, siendo enterrada en el propio convento. Cincuenta años después, el 6 de Enero de 1845, se descubrieron sus restos y "se le hallaron los huesos de la pierna derecha retirados hacia arriba, porque estando recién muerta quisieron enterrar a otra persona a sus pies y el indio que abría la sepultura le metió la mano a tocarla y al irle a coger un pie, lo retiró de la mano del indio. Y este dió gritos, entró una monja a certificarse y ha11ó el pie retirado de la manera dicha".

Su obra esta escrita en estilo sencillo pero hermoso y muy ameno, propio de un alma privilegiada; revela algunos pasajes de su vida monástica no exenta de problemas materiales y espirituales y narra hermosas anécdotas que hacen las delicias del lector. Su prosa esta considerada una de las mas sólidas y mejor construidas de la colonia, por los recursos y riqueza idiomática que contiene.

A raíz de su muerte, los originales aun sueltos fueron depositados en una alacena del convento donde permanecieron algunos anos hasta que manos amigas los recuperaron y encuadernaron, prestándolos a particulares deseosos de conocerlos. El Dr. Pablo Herrera los consultó para escribir la Introducci6n a la obra de Sor Catalina, publicada en 1895 en la Imprenta del Gobierno, en el primer tomo de la "Antología de Prosistas".

El Dr. Juan María Riera, Obispo de Guayaquil, en 1906 copió los originales a mano y luego en 1908 a maquina, escribiendo un bien trazado prólogo. Fray Alfonso E. Jerves volvió a descifrarlos y en 1950 los imprimió en la Editorial Santo Domingo, de Quito, dividiendo la obra en 55 capítulos con sus correspondientes sumarios, un apéndice de cartas autógrafas, introducción biográfica y fotografía del o1eo que se conserva en su convento, donde aparece de no mis de treinta años, con hábito de religiosa de coro del Convento de Santa Catalina de Siena y un cáliz en el pecho, porque al exhumarse sus restos se descubrió una formación calcárea que semejaba un cáliz sobre su corazón.

El retrato debió ser ejecutado en el siglo pasado y con posterioridad a 1845, de un original más antiguo, ahora perdido por la costumbre de prestarlo a distintos hogares que lo solicitaban para implorar favores. Copias se conservan en Guayaquil, una en el Museo Municipal y otra en el Convento de Santo Domingo donde también se guardan parte de sus restos.
Fue agraciada por Dios con el don de la profecía y el conocimiento de las interioridades del corazón de las gentes. Su causa de beatificación se halla actualmente en trámite y acaban de fundar en Durán un Convento con su nombre.

Junto a Mariana de Jesús y a Gertrudis de San Ildefonso constituye el más alto índice de espiritualidad femenina en la colonia. Fue valiente porque se desprendió de su familia para, vivir la vida conventual de Quito y luchó por alcanzar su elevación espiritual enfrentándose al demonio que la perseguía de diferentes formas, episodios que constan en su Autobiografía.
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Biografía tomada del:
Diccionario Biográfico del Ecuador.
Tomo # 2, Pág. 101 a 103
Dr. Rodolfo Pérez Pimentel.
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