Agosto 7
Advocación mariana venerada en la ciudad holandesa de Schiedam, especialmente vinculada a la mística Santa Liduvina. La imagen original fue robada por un comerciante que intentó venderla en Amberes, pero un prodigio lo detuvo: no podía alejarse del puerto. Alarmado, devolvió la imagen, que fue solemnemente entronizada en la iglesia de San Juan Bautista, donde Liduvina pasaba noches enteras en oración.
La Virgen de Schiedam es representada entronizada, con expresión serena, vestida en tonos azules y blancos, rodeada de luz. En 1609, al derribar un roble, se halló una pequeña estatua de la Madre de Dios oculta en su interior, protegida por tres barras de hierro. Este hallazgo confirmó la devoción popular y el carácter milagroso de la imagen.
Santa Liduvina, nacida en 1380, sufrió una caída que la dejó postrada desde los quince años. Su cuerpo fue consumido por enfermedades, pero su alma se elevó en oración constante ante la Virgen. Recibió visiones del Cielo y del Infierno, fue estigmatizada, y durante años se alimentó solo del Santísimo Sacramento. Su unión con Nuestra Señora de Schiedam convirtió esta advocación en símbolo de consuelo en el sufrimiento y de luz en la oscuridad.
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