domingo, abril 07, 2013

San Aiberto de Hainaut, Monje y Presbítero

San Aiberto de Hainaut, Monje y Presbítero
Abril 7

Martirologio Romano: En el monasterio de Crespin, en Hainaut, san Aiberto, presbítero y monje, que diariamente, después de la salmodia, de rodillas o postrado recitaba todo el salterio y comunicaba la divina misericordia a los penitentes que acudían a él. (1060 - 1140).

Nació en Espain (Tournay), su padre era militar; desde niño mostró gran piedad. El ejemplo ascético de san Teobaldo, del que tuvo conocimiento por un mendigo, lo animaron a retirarse como ermitaño en las cercanías de la abadía benedictina de Saint-Crespin, entre Alemania y Holanda, junto a un monje llamado Juan que tenía permiso del abad para retirarse en soledad.

Después de 20 años de una austera vida ascética, marchó, con su compañero y con el abad, en peregrinación a Roma. Cuando regresó ingreó como monje en el cenobio de Crespin, donde fue ecónomo y prior durante 23 años, sin abandonar su vida penitencial. Para poder mortificar mejor su cuerpo, obtuvo del abad permiso para retirarse nuevamente en soledad.
 
Se dedicó a la oración, penitencias y como eran tantas las personas que le iban a  pedir consejo, el obispo de Cambrai, Burcardo, “Ut populis ad se venientibus melius consuleret, et familiarius secreta confessionum audiret”, lo ordenó sacerdote y así pudiera administrar la gracia sacramental a cuantos peregrinos se acercaban a él.
 
Obtuvo de los papas Pascual II e Inocencio II, facultades y privilegios especiales y fue visitado por obispos, abades, clero, literatos y nobles; el pueblo le rasgaba el hábito que llevaba y se llevaba los retazos de tela como reliquias. Su devoción por la Eucaristía le hizo celebrarla dos veces al día, una por los vivos y otra por los muertos. Cuando murió, después de 50 años de vida religiosa, fue enterrado en el lugar donde se encontraba su celda y allí se produjeron muchos milagros.
 
Sus restos fueron trasladados a la abadía de Crespin y situados en la iglesia. En 1568, después de estar escondidos durante dos años por temor que los quemaran los calvinistas, fueron colocados definitivamente en una capilla dedicada a la Santa Cruz de la Virgen y a San Aiberto. Su fiesta se celebra también el 2 de mayo como recuerdo a su traslación del 1568. Se le invoca especialmente para curar las fiebres.
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