Abril 25
Fundador del Instituto Artigianelli y de la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret
Martirologio Romano: En la aldea de Remedello, en
la provincia de Brescia, en Italia, San Juan Piamarta, presbítero, que tras
grandes dificultades fundó el Instituto de los Artesanitos de Brescia en las
cercanías de una colonia agrícola, con la finalidad de facilitar a los jóvenes
una formación religiosa, así como también el aprendizaje de un oficio, lo que
dio vida a la Congregación de la Sagrada Familia de Nazaret. († 1913)
Fecha de beatificación: 12 de octubre de 1997 por el Papa Juan Pablo
II.
Fecha de canonización: 21 de octubre de 2012 por el Papa Benedicto
XVI
San Giovanni Battista Piamarta, nacido en Brescia en 1841 de una familia pobre artesana, se sentirá impulsado a abrazar la causa de los huérfanos y de los jóvenes no sólo por la indigencia infantil, sino también por la filantropía evangélica y por el espíritu de León XIII, el Papa dé los obreros y de la "Rerum 1vIovarum" (1891).
San Giovanni Battista Piamarta, nacido en Brescia en 1841 de una familia pobre artesana, se sentirá impulsado a abrazar la causa de los huérfanos y de los jóvenes no sólo por la indigencia infantil, sino también por la filantropía evangélica y por el espíritu de León XIII, el Papa dé los obreros y de la "Rerum 1vIovarum" (1891).
Debía poseer una excepcional sutileza selectiva, aquel Don Pancracio
Pezzana, párroco de Vallio, que apreció los requisitos vocacionales de aquel
muchacho, que emprendería la cartea eclesiástica sin ningún propósito
calculador, sino con la única pasión de hallar la felicidad en el servicio
gratuito a los últimos. El nunca querría elevarse al rol de protagonista en la
compleja realidad eclesiástica bresciana.
La Divina Providencia lo había esignado "manager" de la caridad y de la
sociabilidad, tras de los turineses Don Bosco y Murialdo y del bresciano Pavoni,
de quien, bajo cierto aspecto, recogerá la herencia. Los hombres lo hubiesen
querido como un artesano perfecto, ojalá peluquero como lo fuera el padre, o
colchonero refinado al estilo de Zanolini.
Otras voces evangélicas, otras instancias desde lo alto y desde abajo lo
llamaron a su auténtica vocación humanitaria.
Puesto a prueba por la indigencia familiar y por la muerte prematura de la
extraordinaria madre, se templó sin lloriqueos en el brioso ambiente del
Oratorio bresciano, donde un innato anticonformismo y una espontánea
religiosidad fueron canalizados por el camino de una sólida formación
católica.
A imagen y semejanza de Don Bosco, él se inserta en el contexto de su
tiempo y percibe las exigencias de la clase obrera y campesina en el período
final del siglo XIX.
En el andar de este hombre, falto de títulos académicos, pero doctorado en
amor, hallamos un ejército de personas, de las cuales no podemos prescindir:
Mons. Bonomelli, obispo de Cremona, había sido su professor de teología y lo
había ayudado a romper el pequeño "guetto" de sacristía para mirar "en grande"
los problemas del hombre; Mons. Pietro Capretti, el "leader" del movimiento
católico bresciano, que le inspiró varios proyectos y no le regaló sólo buenos
consejos, sino también conspicuas ayudas económicas; y luego el grupo de laicos
comprometidos como Giuseppe Tovini, Giorgio Montini, padre de Paulo VI, y Luigi
Bazoli, a los cuales probablemente el P. Piamarta debe no sólo el apoyo
económico, sino también una equilibrada selección de fidelidad creativa a las
reglas de la Santa Sede (piénsese en la feliz fórmula "preparación en la
abstención").
Siguiendo la huella del venerable Pavoni, cuya obra providencial para los
aprendices se había derretido bajo el calor candente del anticlericalismo del
"Risorgimento", el P. Piamarta creó have cien años el Instituto Artigianelli (3
de diciembre de 1886).
La iniciativa no bastó para su fervor de sociabilidad evangélica. La
caridad cristiana es como el fuego, que salta de una rama a otra e incendia el
bosque. En 1895, junto con Bonsignori, fundó la Colonia Agrícola de Remedello
Sopra, que transformó una tierra casi árida como un desierto, en edén de
fecundidad y bienestar.
En mayo de 1902 el Padre de los "Artigianelli" (Pequeños Artesanos) es el
fundador de la Sagrada Familia de Nazaret, la Congregación masculina destinada a
recoger su herencia moral. Algunos años después, en pía solidaridad con Elisa
Baldo, da inicio a las Humildes Siervas del Señor. Estas dos ramas religiosas,
que se adecuaron a continuación con las normas del derecho canónico y se
pusieron al día con la urgencia de los tiempos, mantienen viva la llama del P.
Piamarta, que se dirige hacia los altares.
Algunas memorias, aún todas por verificar, sostienen que en su curso de
estudios no brillase por un alto coeficiente intellectual. Sin embargo, este
cura de Ars bresciano fue un creador de cultura y emprendió afortunadas
iniciativas en el campo tipográfico editorial, imprimiendo en su imprenta
artesanal diarios y periódicos, monografías apologéticas y libros de formación
de vasta resonancia, apoyando la propaganda de las sociedades obreras (¡la buena
sangre no miente!).
Su promocionalidad creativa ni siquiera rozó el rumor del dinero. Su obra
se desarrolló bajo la insignia de la alegre pobreza franciscana.
Afligido por una salud enfermiza se le pronosticó una corta vida.
Llegó a los ?2 años y bajó a la tumba el 25 de abril de 1913, al cabo de un
ritmo tan intenso de vida, que habría abatido constituciones más robustas. Tenía
mente de padre y corazón de madre, fuerza de caudillo y dulzura digna de S.
Francisco de Sales y alegría como la de S. Filippo Neri, el buen "Pippo" de los
chistes y de las burlas.
Un amigo. escritor, alérgico al agua santa y bien conocido por una historia
de Italia de muy gustoso corte periodístico, have algún tiempo desahogaba su
malhumor, diciéndome: "La Iglesia está desahuciada: las ha hecho de demasiados
colores".
La réplica es fácil. Ninguna sociedad ha generado una galería tan tupida de
benefactores de la humanidad como el catolicismo.
Hombres como el P. Piamarta valen bastante más que una enciclopedia
apologética. Su aventura humana es una apología viviente.
El milagro para su canonizaciòn
Era un miércoles a la hora del almuerzo, cuando a Esteban Figueiredo de
Paula Pessoa le quedó una espina de pescado atrapada en la garganta. La mujer y
la hija que estaban con él, le suplicaban que fuese al hospital, mas él les dice
que no era necesario, porque conocía un secreto casero para hacer descender la
espina: comer plátano y harina.
Así lo hizo y, efectivamente, la espina descendió de la garganta. Sin
embargo, cerca de 8 días después, Esteban despertó a su mujer diciéndole que
tenía un fuerte dolor en el tórax y quería ir al hospital. Ya de mañana, lo
llevan a un centro hospitalario. Los médicos de turno lo revisaron y le dieron
una medicina para el dolor, diagnosticándole una “virosis” (infección causada
por un virus). Volvieron a casa y a la mañana siguiente Esteban continuaba con
el mismo malestar, lo llevaron a otro hospital y nuevamente le dijeron que era
virosis. Esteban continuó así.
Viendo que su padre no mejoraba, los hijos decidieron llamar a una amiga
médico, la doctora Teresina do Merino Jesús Silva, quien indicó que lo mejor era
llevarlo a un centro de especialistas en enfermedades infecciosas.
Decidieron llevarlo al Hospital San Mateo. Entró caminando y hablando, pero
cuando menos lo esperaban fue colocado en la Unidad de Terapia Intensiva con
diagnóstico de “Mediastenite”, que es una infección gravísima. El médico les
explicó que esta infección era ocasionada por espinas de pescado que se alojaban
en el intestino. En el caso de Esteban, la espina que tiempo atrás había tragado
le ocasionó una herida y causó esta grave infección. El médico les explicó la
real dimensión del caso: este tipo de infecciones es gravísimo al punto que rara
vez las personas sobreviven. Además, les explicó que se debería llevar en forma
urgente al paciente a un pabellón quirúrgico para una operación. Fue entonces
cuando todo comenzó.
Después de la primera operación aparecieron varias complicaciones y quedó
días y días en la UTI, siempre bajo sedantes para no sentir dolor. Vino la
segunda operación, la tercera, la cuarta y él cada vez más debilitado. A la
quinta operación, los médicos lo declararon sin esperanzas.
Recibió más de 150 bolsas de sangre, porque la infección era muy grave. Los
riñones dejaron de funcionar y hubo que hacer diálisis diariamente.
Su esposa estaba muy angustiada, sobre todo después de la quinta operación,
cuando los médicos no le dieron más esperanza.
Un amigo de la familia, Raimundo Arcebio Silva, sabedor de la aflicción de
la familia, fue donde su esposa Euridice Almeida, que tenía una imagen del Padre
Piamarta en la propia Biblia. Ella miró al marido y le dijo: “Esteban no
moriría, porque Padre Piamarta intercedió por él”. Le pidió que le entregara la
imagen a la esposa de Esteban para que la colocara en su cama y junto a la
familia pidiesen la intercesión del Padre Piamarta.
En la vida todo tiene razón, todo sucede por algo. Es así como en los
momentos de máxima aflicción de este grupo familiar, aparecieron la señora
Eurídice y el señor Raimundo, amigos de la familia y devotos del Padre Piamarta,
junto a quienes rezaron y pidieron la intercesión del Padre Piamarta. Esteban
volvió a la vida, se produjo el gran milagro.
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Fuente: Piamarta.cl
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