San Anselmo de Canterbury, Obispo y
Doctor de la Iglesia
Abril 21
Abril 21
Martirologio Romano: San Anselmo, obispo y doctor de la Iglesia, que, nacido en Aosta, fue monje y abad del monasterio de Bec, en Normandía, enseñando a los hermanos a caminar por la vía de la perfección y a buscar a Dios por la comprensión de la fe. Promovido a la insigne sede de Canterbury, en Inglaterra, trabajó denodadamente por la libertad de la Iglesia, sufriendo por ello dificultades y destierros (1109).
Etimológicamente: Anselmo=Aquel que tiene la protección divina, es de
origen germánico.
San Anselmo nació en Aosta (Italia) en 1033 de noble familia. Desde muy niño se sintió inclinado hacia la vida contemplativa. Pero su padre, Gandulfo, se opuso: no podía ver a su primogénito hecho un monje; anhelaba que siguiera sus huellas. A causa de esto, Anselmo sufrió tanto que se enfermó gravemente, pero el padre no se conmovió. Al recuperar la salud, el joven pareció consentir al deseo paterno. Se adaptó a la vida mundana, y hasta pareció bien dispuesto a las fáciles ocasiones de placeres que le proporcionaba su rango; pero en su corazón seguía intacta la antigua llamada de Dios.
San Anselmo nació en Aosta (Italia) en 1033 de noble familia. Desde muy niño se sintió inclinado hacia la vida contemplativa. Pero su padre, Gandulfo, se opuso: no podía ver a su primogénito hecho un monje; anhelaba que siguiera sus huellas. A causa de esto, Anselmo sufrió tanto que se enfermó gravemente, pero el padre no se conmovió. Al recuperar la salud, el joven pareció consentir al deseo paterno. Se adaptó a la vida mundana, y hasta pareció bien dispuesto a las fáciles ocasiones de placeres que le proporcionaba su rango; pero en su corazón seguía intacta la antigua llamada de Dios.
En efecto, pronto abandonó la casa paterna, pasó a Francia y luego a Bec,
en Normandía, en cuya famosa abadía enseñaba el célebre maestro de teología, el
monje Lanfranco.
Anselmo se dedicó de lleno al estudio, siguiendo fielmente las huellas del
maestro, de quien fue sucesor como abad, siendo aún muy joven. Se convirtió
entonces en un eminente profesor, elocuente predicador y gran reformador de la
vida monástica. Sobre todo llegó a ser un gran teólogo.
Su austeridad ascética le suscitó fuertes oposiciones, pero su amabilidad
terminaba ganándose el amor y la estima hasta de los menos entusiastas. Era un
genio metafísico que, con corazón e inteligencia, se acercó a los más profundos
misterios cristianos: "Haz, te lo ruego, Señor—escribía—, que yo sienta con el
corazón lo que toco con la inteligencia".
Sus dos obras más conocidas son el Monologio, o modo de meditar sobre las
razones de la fe, y el Proslogio, o la fe que busca la inteligencia. Es
necesario, decía él, impregnar cada vez más nuestra fe de inteligencia, en
espera de la visión beatífica. Sus obras filosóficas, como sus meditaciones
sobre la Redención, provienen del vivo impulso del corazón y de la inteligencia.
En esto, el padre de la Escolástica se asemejaba mucho a San Agustín.
Fue elevado a la dignidad de arzobispo primado de Inglaterra, con sede en
Canterbury, y allí el humilde monje de Bec tuvo que luchar contra la hostilidad
de Guillermo el Rojo y Enrique I. Los contrastes, al principio velados, se
convirtieron en abierta lucha más tarde, a tal punto que sufrió dos
destierros.
Fue a Roma no sólo para pedir que se reconocieran sus derechos, sino
también para pedir que se mitigaran las sanciones decretadas contra sus
adversarios, alejando así el peligro de un cisma. Esta muestra de virtud suya
terminó desarmando a sus opositores. Murió en Canterbury el 21 de abril de 1109.
En 1720 el Papa Clemente XI lo declaró doctor de la Iglesia.
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Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
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