San
Sebio, Rey
Agosto 29
Martirologio Romano: En Londres, en Inglaterra, conmemoración
de san Sebio, que, siendo rey de los sajones orientales, muy devoto del Señor,
dejó el reinado y quiso morir con el hábito monacal, que largo tiempo había
deseado. c. 694.
San
Sebio reinó sobre la Sajonia Oriental, región de la isla británica que
comprendía Essex, Hertfordshire y la ciudad de Londres. Su coronación fue
durante la epidemia de peste del año 664. Seguere, su colaborador en el
gobierno, consideró esta tragedia como signo de ira de los dioses paganos por la
conversión del rey Sebio, y decidió con otros muchos subditos regresar a la
religión de sus antepasados.
Del
cercano reino de Mercia llegó el obispo Jaruman, tenido como “hombre honesto”
por san Beda el Venerable y sostenido por el rey Sebio, con el fin de
reconvertir a sus paisanos. Parece que su misión se reveló eficaz.
Durante
su largo reinado, el santo soberano demostró ser un gobernante sabio y
particularmente devoto, hasta tal punto de ser considerado por sus subditos más
eficaz como obispo. Se le atribuye la edificación del primitivo monasterio de
Westminster, no es el único caso de la historia de la Iglesia en la que el
soberano o un noble sea el promotor de la edificación de nuevos edificios
religiosos, aunque los casos más célebres son la de los emperadores Constantino
y Carlomagno.
Cuando
su mujer consintió en la separación matrimonial, no por gentil concesión sino
por agravarse las condiciones de salud del marido, Sebio pudo alcanzar su gran
sueño: abdicar después de treinta años y retirarse a un monasterio. Recibió el
hábito benedictino del obispo de Londres Waldhere, que recientemente había
sucedido a san Erconwaldo, y distribuyó todos sus bienes entre los pobres.
Cuando
tuvo el prensentimiento que se estaba acercando la hora de su muerte, deseó ser
velado por el obispo y sus servidores, para así evitar que por temor o cansancio
pudiese pronunciar o hacer cualquier cosa inoportuna.
En el
último periodo de su vida se verificó un episodio en parte semejante a cuanto le
sucedió al patriarca Abraham. Según contó Sebio en un sueño “se le aparecieron
tres hombres con vestidos resplandecientes. Uno se había sentado a su lado,
mientras sus compañeros habían permanecido de pie y habían pedido información
sobre el enfermo. El primer hombre dijo que su alma dejaría su cuerpo sin dolor
en un explendor de luz, y que moriría tres días después. Todo sucedió tal cual
se había anunciado en la visión”.
Fue
sepultado en el muro septentrional de la antigua catedral de San Pablo. Una
leyenda atribuida siempre a san Beda, el sarcófago predispuesto para la
sepultura, al ser demasiado corto, milagrosamente se adaptó a la estatura del
cadaver.
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